Luego de que nuevamente la llamaran del hospital, Sharpey volvió al lugar para buscar a León, a quien le habían dado el alta médico, pero aún no podía andar solo, necesitaba alguien con quien quedarse y el único alguien que tenía era Sharpey, Charlie no era una opción para él.
Habían pasado 5 días desde el incidente, si bien León se veía mucho mejor, los médicos no recomendaban que se quede solo y que por ninguna razón hiciera fuerza o caminara más de lo necesario. La cantidad de sangre que había perdido era peligrosa y aunque le hicieron una transfusión, no querían que el paciente se pusiera en riesgo nuevamente.
—Ni pienses que te vas a quedar en mi casa mucho tiempo. —gruñó la peli rosa al salir del hospital.
—No tranquila, es solo por unos días. —contestó el pelinegro cabizbajo. Pensó que la chica iba a tomar un poco mejor la situación.
—Mejor así. —contestó la chica mientras frenaba un taxi para dirigirse a su casa.
El camino se hizo sumamente largo, ambos estuvieron en silencio y apenas se miraban, se podía hasta sentir la molestia que tenía Sharpey por tener que cuidar de aquel joven que supuestamente amaba.
Cuando llegaron a destino, la luz de la luna era la única luz natural, ya casi eran las nueve de la noche y había sido un día bastante monótono que ambos querían que se acabe lo antes posible.
—Dormí en mi cama, yo duermo en el sillón. —dijo la chica de pelo rosa en tono mandón.
— ¿Después de todo lo que vivimos vamos a dormir separados? —Preguntó el chico en un intento de hacerla cambiar de opinión, pero cuando Sharpey tomaba una decisión, había que cumplirá al pie de la letra.
La chica solo le dio una mirada fulminante, tomó una almohada y una frazada para dirigirse al sillón que se encontraba en el living.
Intentó dormir, pero la acidez de su estómago era tan fuerte que le molestaba todo el tiempo, hasta que no pudo aguantar más y corrió al baño para vomitar.
— ¿Estás bien? —Preguntó León. Las paredes de la casa eran tan delgadas que había podido escuchar todo.
Cuando Sharpey salió volvió a mirarlo de mala manera —estoy bien, solo tenía hambre —contestó y se dirigió a la cocina a prepararse un sándwich.
León se levantó a seguirla, sabía que algo le sucedía a la peli rosa. —Sabes, yo también tengo hambre. —dijo el chico tomando un pan para prepararse un sándwich.
Sharpey contuvo su enojo, quería echarlo de esa casa, no sabía por qué, pero había algo que le molestaba, no se sentía cómoda con él ahí, tal vez por miedo a que se enterara de su embarazo.
—Bueno, ahora sí, a dormir —dijo la chica una vez que ambos terminaron de comer.
Se dirigió al sillón y se acomodó, León la observó divertido durante unos segundos hasta que volvió a la cama de la chica para dormir, no le costó mucho, cualquier mínimo esfuerzo que hiciera por alguna razón lo cansaba.
En cambio, la peli rosa daba vueltas y vueltas en el incómodo sillón, no podía dormir de ninguna manera.
Tomó su almohada y su frazada para dirigirse nuevamente a su cama, el chico que estaba ahí acostado ya dormía plácidamente, así que procuro acostarse sin hacer ruido ni mover un milímetro de la cama.
Al despertarse vio que León no se encontraba en la cama, pero podía sentir un delicioso aroma a tostadas en el aire.
—El desayuno para la reina. —dijo León divertido con un plato de tostadas con mantequilla y una taza de café.
Se lo dejó a la peli rosa al costado de la cama para que desayune tranquila, ella tomó la taza de café y lo acercó a su cara, pero el fuerte olor a café solo le causó náuseas haciéndola correr al baño.
Cuando salió el pelinegro la miró extrañado — ¿Tan feo estaba el café? — Preguntó divertido.
—No estúpido, estoy embarazada. — soltó sin dar más vueltas, pensó que lo mejor era decírselo.
En la cara de León se podía ver el signo de interrogación, en su cabeza pasaban miles de preguntas «¿Es mi hijo? ¿Es del estúpido de Nick?» eran las algunas de las preguntas que más lo confundían y al parecer Sharpey lo notó.
—Es tuyo idiota, pero tengo un plan, le voy a decir a Nick que es su hijo así nuestro sueño estará más cerca de cumplirse. —Sonrió al imaginarlo.
León se sintió el hombre más feliz del planeta, iba a tener un hijo con la mujer que amaba y aunque el plan de la chica era hacer pensar a otro que era su padre, a él no le importaba, sabía que algún día iban a vivir juntos en una casa grande con un jardín lleno de árboles y pasto para que el niño o niña pudiera crecer en un ambiente mejor que en el que él se había criado, jamás iba a permitir que ese bebe siga los mismos caminos que había seguido él porque sabía que estaba mal, pero era la única opción que tenía para salir de la mediocridad.
—No sé si sabías, pero existe el ADN, se va a enterar apenas nazca que no es su hijo. —contestó el pelinegro.
—Eso es lo de menos. — bufó Sharpey. — Mi prima trabaja ahí, no la veo hace años, pero no creo que se resista a un par de dólares. —dijo convencida.
—Siempre tan inteligente. —sonrió León para acercarse a darle un tierno beso en los labios.
Alguien golpeó la puerta y Sharpey se dirigió rápidamente a atender, no sin antes decirle a León que se escondiera. Aunque no se esperaba lo que iba a encontrar detrás de la puerta.
—Policía de los Estados Unidos, queda arrestada por homicidio. —dijo el oficial Keller con las esposas en su mano.
—León ayúdame, deciles que es un malentendido por favor. —rogó la peli rosa con algunas lágrimas cayendo por su rostro. su plan se había arruinado por completo.
El chico salió de su escondite y se enfrentó a los oficiales. —Fui yo, arréstenme a mí. —dijo poniendo sus manos al frente para que los oficiales le coloquen las esposas.
En ese punto Keller estaba confundió. El ADN encontrado en el arma y en la pulsera pertenecía a Sharpey William, pero ese chico estaba asumiendo la culpa. No le quedaba más opción que arrestar a ambos para interrogarlos, se venia un largo día.
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Falling In Your Lies
Misteri / ThrillerSaranac Lake, un pueblo infestado por la violencia de dos pandillas enfrentadas a muerte y una chica dispuesta a cambiarlo todo. Tú, ¿De qué lado estás?