Nick subió a la habitación de su hermana, se había quedado un poco preocupado ya que desde que llegó de la prisión se había encerrado. Él la entendía, cada vez que visitaba a su padre se sentía de la misma forma.
— ¿Puedo pasar? —preguntó del otro lado de la puerta, se le estrujó el corazón al oír los sollozos de su hermana.
Ella no contestó, pero él entró de igual manera, sabía que lo menos que necesitaba ahora era estar sola.
La vio hecha un bollo en la cama y entonces solo quiso abrazarla. La rodeó con sus brazos tomando por sorpresa a su hermana quien también lo abrazo. Los sollozos fueron más fuertes, tanto que retumban en toda la habitación.
En ese momento Nicolás se sintió una mierda por haberla dejado sola, por no acompañarla, por haberla tratado tan mal y por pensar que poniéndole guardaespaldas la estaba cuidando.
Se reprochó todas las decisiones que había tomado en los últimos años y en todo lo que había hecho mal, el llanto de Clarie le había demostrado la clase de monstruo en el que se había convertido.
Pasaron minutos hasta que Clarie parecía poder calmarse, pero de igual manera no era capaz de mirarla a la cara, sólo la abrazaba tan fuerte como queriendo remendar todos sus errores.
—Perdóname Clarie... —susurró Nick cerca de su hermana —perdóname por ser una mierda.
La chica no dijo nada solo se aferró más a él. Ella sabía que nada de esto era su culpa, él sólo fue otra víctima de los errores de su padre. Él no había tenido la posibilidad de ser mejor persona, no había tenido una mamá que lo apoyara y le mostrara la diferencia entre el bien y el mal. Nicolas vivió engañado toda su vida y sin darse cuenta había perdido su identidad, de solo imaginar cómo reaccionaría al enterarse que, quien piensa que es su mamá en realidad no lo es, y que su verdadera madre también lo abandonó, sentía que el alma se le destrozaba.
No, Clarie no era capaz de lastimarlo de esa manera. No tenía el derecho de revelar una verdad que no era suya.
Su hermana se quedó dormida en sus brazos y eso hizo que Nick se conmoviera. Recordó como solía ser su relación antes de que todo pasara y por primera vez sintió que quería remendar las cosas. Quería cambiar porque ahora tenía un motivo y ese era su hermana. Clarie no se merecía toda la mierda que él le había hecho pasar y estaba dispuesto a que las cosas fueran diferentes.
Era tiempo de un cambio que iba a lograr cueste lo que cueste.
El timbre de la casa sonó y sin despertar a su hermana salió de la habitación.
Cuando abrió la puerta pudo ver los cabellos dorados de Mara quien al verlo se puso un poco nerviosa.
—Estoy buscando a Clarie —dijo la chica esquivando la mirada de ese hombre.
—Pasa —se hizo a un lado dejando un espacio para que pasara —Esta dormida, tuvo un día difícil.
Mara se sorprendió al ver lo limpio que estaba el lugar.
—Puedo pasar mañana. No quiero molestar —amagó a irse, pero Nick la tomó del brazo y la hizo girar con suavidad.
—No, necesito que hablemos —la soltó al sentir la corriente que sintió con su tacto. La rubia lo miró sin entender.
— ¿De qué quieres hablar? —suspiro. Ella también había sentido esa corriente, pero la quiso ignorar.
—Quiero que me cuentes porque piensas que Sharpey es sospechosa de la muerte de Trevor —las palabras de Nick no salían como una orden, era más como una súplica. Necesitaba ver con claridad todo lo que pasaba a su alrededor.
Mara no estaba segura, no confiaba en él ni un poco. Pero algo en su mirada le decía que era necesario que él lo sepa.
—Si te cuento esto tienes que prometerme que no le vas a contar a nadie —hablo la rubia sintiendo una opresión en el pecho. Nicolás asintió. Ambos se sentaron en ese sofá viejo que ahora no se veía tan mal.
—Te escucho.
Mientras la escuchaba hablar Nicolás sentía como la piel se le erizaba, no entendía por qué, pero sabía que lo que Mara le decía era verdad. En el pasado hubiera pensado que estaba loca y hubiera defendido a Sharpey con su propia vida. Pero ahora era diferente, después de las cosas que había hecho su novia todo tenía sentido.
Cuando la chica terminó de hablar él solo apretó los ojos, ella no mentía. La pulsera de la que hablaba se la había visto puesta a Sharpey ya que el mismo se la había regalado. Un día dejó de usarla y él le preguntó por qué y la peli rosa le dijo que la había perdido.
—Tal vez pienses que estoy loca y me digas que deje a tu novia en paz —habló la chica —pero no lo voy a ser Nicolás, no importa cuánto me amenaces.
—No te lo iba a pedir —dijo sorprendiendo a la rubia —Esa pulsera de la que hablas se la regalé yo, me dijo que la perdió.
Mara se sorprendió.
El silencio se esparció por todo el lugar, no era uno incómodo sino todo lo contrario.
Nicolás se concentró en esa chica, por primera vez le estaba prestando atención. La había visto en el instituto, pero solo era una persona más para él, alguien que no merecía su atención. Nunca le había parecido atractiva, sabía que no era su tipo. Pero ahora la miraba por primera vez y sus ojos podían ver lo preciosa que era. No era nada comparada con Sharpey, no solo por el color de cabello, el podía notar la inocencia en su rostro, en su mirada. Era una de las personas más buenas que quedaban en este pueblo del diablo. Y odiaba el hecho de que alguien le quisiera hacer daño porque sabía que no lo merecía.
—Debería irme —dijo la chica arrastrándolo a la realidad.
La vio ponerse de pie y caminar a la puerta, pero algo dentro de él le decía que no la dejara ir.
—Espera por favor —avanzó hasta quedar cerca de ella. La miró a los ojos y por primera vez en su vida sentía que ese par de ojos le pertenecían.
Era ella la chica que debería estar a su lado, que podría ayudarlo a cambiar. Estaba seguro de que no debería dejarla escapar, pero también sabía que lo único que iba a lograr era destruirla.
—Quiero ayudarte, yo también necesito la verdad —hablo borrando de su cabeza cualquier otra intención.
No mintió, él necesitaba saber quién era en verdad la persona que estaba a su lado.
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Falling In Your Lies
Mystery / ThrillerSaranac Lake, un pueblo infestado por la violencia de dos pandillas enfrentadas a muerte y una chica dispuesta a cambiarlo todo. Tú, ¿De qué lado estás?