Capitulo XLVIII

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Después de dejar a Nick en su casa Clarie y Charlie se fueron por su parte. La castaña se sentía mal por su hermano y le daba bronca que no pueda ser feliz después de todo lo que había tenido que vivir. No era justo en lo absoluto y lo pero era que ella no podía hacer nada para cambiarlo. Era frustrante ver cómo su mundo se iba derrumbando de a poco, le dolía de solo pensarlo. Tampoco creía justo que solo ella pudiera estar con la persona que ama, sentía que no lo merecía.

Clarie se acostó en el pecho firme de su novio Charlie, sintiendo los latidos de su corazón. Ese sonido le transmitía paz, no había otro lugar en el mundo donde ella quisiera estar, ese era el lugar perfecto.

Él tenía las manos en su cabello acariciando su cabeza, le encantaba el suave pelo castaño de su novia y el aroma que desprendía. Ese era un momento de paz en el que el resto del mundo dejaba de existir y solo eran ellos dos.

—Te amo Clarie. —confesó de repente logrando que su chica lo mirara a los ojos, esos ojos verdes que eran imposibles de olvidar.

Hasta él se sorprendió, el anterior Charlie era incapaz de confesar una cosa así. Pero sabía que él ya no era el mismo.

—yo también a ti. —dijo acercándose a darle un cálido beso.

Si, lo amaba más de la cuenta, tanto que hasta la asustaba.

Clarie quiso cortar el beso, pero el chico de ojos oscuros no lo iba a permitir. Pasó su mano por debajo del cabello de la chica y suavemente la atrajo hacia él volviendo a unir sus labios.

—No quiero que nuestra relación sea todo sexo. —se alejó la castaña alejando al chico que ardía en temperatura.

—Lo nuestro no es sexo Clarie, yo contigo hago el amor. —sus ojos clavados en lo de esa chica le decían la verdad. Con ella había aprendido más que solo tener sexo.

Ella no se comparaba con ninguna de esas mujeres con las que había estado. Clarie era diferente desde dónde ella miraba y eso le encantaba.

Tomó su cara para darle un beso nuevamente, esta vez con más pasión Clarie se dejó llevar, no podía resistirse a semejante hombre que la hacía desear que este dentro suyo cada vez que lo veía.

Las manos de Charlie bajaron hasta la cintura de la chica pegándola su cuerpo.

Esos cuerpos que se conocían tan bien, a pesar de sólo haberse encontrado una vez, la química era demasiado fuerte.

Se deseaban, se querían, se amaban y se necesitaban como el aire para respirar.

No entendían cómo en tan poco tiempo eso que sentían había crecido tanto, hasta el punto de que no querer separarse ni un minuto.

—Eres hermosa Clarie. —suspiró Charlie mientras quitaba con delicadeza la ropa de la castaña.

—Tu eres hermoso Charlie. —suspiró al sentir las cálidas manos en su cuerpo quitando todo lo que se interponía ellos para sentir sus pieles calientes.

No podían expresar su amor solo con palabras, se quedaban demasiado cortos y si bien había muchas acciones que lo demostraban, no había nada mejor que cuando estaban a solas.

Clarie admiro el torso desnudo de su novio, era perfecto desde cualquier ángulo. Tenía mucha suerte de tener a alguien como él, se sentía orgullosa de sí misma.

La fricción de sus cuerpos no era suficiente, necesitaban sentirse mucho más, tocar sus almas.

—¿Tenes preservativos? —preguntó Clarie. Deseaba a ese chico más que a nada, pero no quería arriesgarse.

Charlie solo asintió con la cabeza mientras bajaba de su boca hasta su pecho dejando pequeños besos que le erizaban la piel. La castaña quiso agarrarle el cabello, pero cayó en la cuenta de que estaba rapado, eso le causó gracia.

El chico la miró unos segundos, pero siguió en lo suyo, no quería perder tiempo, la vida se pasaba demasiado rápido y a veces uno no se da cuenta.

Se alejó de la chica para colocarse la protección, ella lo miró divertida e impaciente a pesar de que solo se demoró unos segundos.

—Todo listo. —dijo Charlie con una sonrisa acercándose a la chica nuevamente, estaba por besarla, pero la castaña lo frenó.

Clarie lo miró fijamente mientras se posicionaba sobre él, estaba deseosa. Y sin esperar, ambos comenzaron a moverse a ritmo, se conocían bien.

El la miraba maravillado, esa chica sabía moverse y complacerlo a la perfección, se sentó para besarle el cuello y Clarie gimió de placer.

Cuando ese sonido se escapó de los labios de Clarie, Charlie enloqueció, se sentía en las nubes, esa chica le volaba la cabeza de formas inimaginables.

Tomó a la chica de la cintura, la movió ágilmente para que se recostara sobre las suaves sábanas rojas y se posicionó sobre ella, ahora era su turno de complacerla.

Clarie pasó las manos por la ancha espalda de su chico y con cada movimiento por parte de él, ella enterraba sus uñas demostrándole lo mucho que lo estaba disfrutando.

Cada vez el ritmo aumentaba junto con la excitación, sentían la necesidad de quedarse así para toda la vida, juntos se sentían en la gloria. Después de un rato llegaron a un orgasmo al mismo tiempo, uno que los dejó exhausto. Cayeron rendidos uno al lado del otro con las respiraciones agitadas. Ninguno podía creer lo que acababa de pasar.

—Eso fue increíble. —suspiró la castaña mirando a su chico, ese chico que la hacía sentir una mujer.

—Te juro que nunca me había sentido así. —suspiró Charlie con la respiración entre cortada.

—Charlie. —habló la chica con la mirada perdida.

— ¿Qué? —preguntó acercándose para abrazarla.

— ¿Qué es lo que más te gusta de mí? —está vez lo miro.

—Tú forma de ser, y esos ojos que derriten el corazón helado de cualquiera. —confesó. — ¿por qué preguntas? —cuestionó mirando esos ojos que parecían llenos de inocencia, pero luego de lo que acababan de vivir sabía que no era así.

—Curiosidad. —sonrió. —Charlie. —volvió a hablar.

—Siempre tan curiosa. —río el pelinegro- nunca cambies, eres maravillosa.

—Tengo miedo. —confesó la chica de repente

— ¿De qué? —preguntó interesado.

—De que me dejes. —esta vez una lágrima rodó por su mejilla

—Eso no va a pasar tontita. —dijo tocando su nariz. —no te dejaría por nada del mundo.

— ¿Lo prometes?

—Lo prometo. 

Falling In Your LiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora