Saranac Lake, un pueblo infestado por la violencia de dos pandillas enfrentadas a muerte y una chica dispuesta a cambiarlo todo. Tú, ¿De qué lado estás?
Nicolas se encontraba en el balcón de su casa mientras fumaba un cigarro. En mente tenía planeado hacer muchas cosas ese día, entre ellas hablar con Clarie y pasar tiempo con Sharpey, últimamente estaba descuidando mucho su relación.
El celular sonó en su bolsillo.
—Hola —habló de mala manera. Típico de él.
—Nick el alguacil Keller vino a verte —advirtió JP en un tono bastante bajo.
— ¿Qué demonios quiere Keller? —presionó su cien con los dedos.
—No me quiso decir, quiere hablar personalmente —JP no espero respuesta y solo colgó la llamada.
El líder de los Búfalos recibió a Keller con nada de amabilidad. No le agradaba, él siempre suele sospechar de su pandilla por cualquier cosa, hasta por la porquería de Charlie.
Keller dio un vistazo a la casa donde vivía Nicolás, era un verdadero desastre.
— ¿Conocías a Trevor Jones? —preguntó mientras observaba atentamente la reacción del chico.
— ¿Y usted? —contraatacó Nick queriendo hacerse el gracioso.
—Yo soy el que hace las preguntas Nicolás —suspiro. — ¿Por qué lo golpeaste? —lo menos que él quería era jugar al gato y al ratón.
—Se pasó de listo con mi novia alguacil. —se paró frente a él. —debería arrestarlo ¿No cree?
—Debería... —afirmó. —excepto que no puedo porque está muerto —soltó sin un poquito de júbilo.
— ¿Muerto? —preguntó Nicolás algo sorprendido.
—Si, muerto. Tú y tus chicos son los principales sospechosos —Keller apuntó al muchacho con el dedo acusador
—Nosotros no hicimos nada- dijo esta vez enojado —yo que usted lo pensaría dos veces antes de venir a mi casa a inculparme, pareciera que no conoce de lo que soy capaz- encaró Nick. De alguna forma sentía que ese estúpido oficial le estaba faltando el respeto.
— ¿Estás amenazando a un oficial de policía Stuart? Eso no te pone en una buena posición —está a diferencia de otras veces, Keller no se veía para nada asustado.
—Me da igual, nosotros no hicimos nada. Soy descarrilado, pero no un matón —se sentó en el sofá y miró al policía, desafiante.
—Haberlo golpeado te hace sospechoso. —Keller estaba perdiendo la paciencia.
— ¿Habló con Charlie y sus niños? O solo porque mi padre es un asesino, yo también tengo que serlo —le dio una sonrisa para nada amigable.
Erick Keller se estaba pasando de la raya, había ido a su casa a imponer algo que no era. A acusarlo de asesino y faltarle el respeto. Tenía que admitir que ese idiota tenía pelotas ya que nunca antes había hecho algo así. Se preguntaba qué bicho le picó como para que, de un momento a otro se hiciera el justiciero.
Nicolás camino de un lado a otro por la habitación, a su alrededor los miembros de la pandilla lo seguían con la mirada. Las cosas se le estaban saliendo de control, Trevor había muerto y ahora Charlie y sus secuaces estarían tras ellos. Y Clarie... que aún estaba enojada con él, había decidido quedarse en un hotel antes que, en su propia casa, eso era lo que más le preocupaba.
— Clarie por favor tienes que venir a casa es importante —suplicó a través del celular.
Ciertamente Clarie no tenía muchas ganas de aguantar a su fastidioso hermano, pero por el tono de su voz se notaba que era importante.
La chica decidió caminar, eran solo unas cuadras hasta su casa. La noche estaba más oscura que de costumbre y el frío le congelaba los huesos. Este lugar no se parecía nada a Nueva York, era más bien como una escena sacada de una película de terror.
A Clarie le pareció extraño ver a su hermano, JP, Sharpey, Ben, Tolboy y los demás, los cuales no se había aprendido los nombres, en el frente de la casa. Se preguntó si la estarían esperando, pero antes de poder hacer cualquier pregunta las respuestas llegaron solas.
Charlie avanzó a paso feroz hacia su enemigo mortal, quien lo esperaba a pocos metros, preparado para lo que sea que él fuera a hacerle.
El puño del pelinegro aterrizó en el rostro de Nick, quien cayó al suelo como un costal de papas. Tardó unos segundos en reponerse, pero una vez de pie avanzó hacia Charlie con todas las intenciones de destrozarlo.
—Nicolás ¡No! —el rostro de su hermana apareció frente a él. Una Clarie asustada, con lágrimas en los ojos le suplicaba con la mirada que se detuviera. — ¡Por favor! —la mirada se le ablandó, en los ojos de su hermana pudo volver a ver a esa niña temerosa, la misma que cuando eran niños.
— ¡Se que fuiste tú! —sentenció el hijo de Dominic Draco —tú mataste a Trevor y te juro que esta vez sí la vas a pagar.
Clarie miró a su hermano sin poder creer lo que Charlie decía «¿Su hermano un asesino? Eso era imposible ¿O no?» Se preguntó
Charlie avanzó de nuevo hacia Nicolás, pero Clarie lo detuvo poniendo las manos en su pecho. Los ojos del chico miraron fijamente los de ella y pudo ver el dolor en su mirada.
— ¿Qué estás diciendo? —sus palabras fueron débiles, no entendía absolutamente nada.
—Tu hermano lo golpeó por las estupideces que Sharpey le dijo, y casualmente después encontraron su cuerpo en el arroyo —escupió el pelinegro con odio.
— ¡Eso no es verdad, yo no lo maté! —se defendió Nick del otro lado. Su hermana lo miró por unos segundos y luego volvió la vista hacia Charlie.
— ¡Sácame de aquí! —suplicó la chica.
En otro momento de su existencia él solo la hubiera empujado y se hubiera abalanzado sobre Nicolás, pero al ver su mirada, lo lastimada y vulnerable que se veía, sintió pena. Ese Charlie cruel y frío por primera vez en mucho tiempo estaba sintiendo lástima por alguien, estaba teniendo compasión con la hermana de su peor enemigo.
La tomó de la mano y la guio hasta su motocicleta y sin mirar atrás se la llevó.
Nick quedó paralizado, ni siquiera fue capaz de comprender lo que había pasado, su hermana enserio había pensado que él era un asesino, que había matado a una persona. El dolor se instaló en medio de su pecho. Podía soportar muchos golpes, muchas acusaciones, pero que su hermana, su sangre de verdad pensara que él era un asesino lo había lastimado de tal manera que ni el mismo podía comprender.
—Ya volverá —quiso consolarlo Sharpey, colocando sus manos en el lánguido rostro de aquel chico.
Nicolás ni siquiera la miró, no se inmutó a su tacto como solía hacerlo, Sólo la apartó y se adentró a la casa. Ni siquiera su propia novia podía consolar el dolor, ella no podía entender cómo se sentía en ese momento.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.