Mara acostada en su cama sentía las lágrimas cayendo de sus ojos, nublando su visión y el pecho le dolía. Mara aún no podía creer que todo se halla arruinado, se sentía infeliz por no haber previsto que Nick la estaba usando.
—Hija ¿Estás bien? —preguntó su padre intentando ser comprensivo, ella solo lo miró de mala manera por no haberse dado cuenta que estaba deshecha.
—Si papá, esto que ves, —dijo señalando el rostro. —solo me estoy derritiendo por el calor. — habló de manera sarcástica.
—Cualquier cosa que necesites me avisas ¿Sí? —dijo en tono comprensivo. —yo también pase por algo parecido cuando tu madre me pidió el divorcio, pero ya vas a ver como el tiempo cura las heridas. —salió de la habitación de la chica mirándola con compasión.
—Mamá no tuvo un hijo con otra persona mientras estaba contigo. —dijo pensando que su padre no la había escuchado. Keller se sintió herido por el comentario de su hija, pero no iba a reprocharle nada en ese estado.
La chica estaba de un humor que no se aguantaba ni a sí misma, no quería hablar con nadie ni mucho menos comentar sus sentimientos.
El timbre de la casa sonó y fue Keller quien abrió la puerta. Al otro lado Nick esperaba a ser recibido por Mara, pero lo que vio fueron los ojos enojados de Keller.
—Keller... —dijo Nick tragando saliva —quisiera hablar con Mara. —sonó inseguro, sus ojos bajaron al arma que el oficial tenía en su cinturón, y su mano sobre ella.
—No, mi hija no está bien. La destrozaste estúpido. —dijo el oficial enojado.
—Vamos Keller, es solo un segundo. —insistió el chico.
Erick encabronado se acercó a él y lo tomó del cuello de la sudadera de una manera para nada sutil. Lo zamarreó un poco antes de hablar —te vuelvo a ver cerca de mi hija y te encierro en el calabozo más horrible y putrefacto que hay en la comisaría.
Mara al escuchar todo el alboroto bajó por las escaleras y vio aquella escena, no quería que su papá cometa una locura por un chico que no valía la pena.
—Papá ya suéltalo. —gritó Mara logrando apartar a esos hombres.
Nick la miró y se acercó -Mara por favor necesito que hablemos —Habló logrando que Keller lo mire de muy mala manera.
—Papá entra, necesito hablar con él. —habló Mara sin apartar la vista de ese chico. —a solas papá. —insistió al ver que el hombre seguía ahí apuñalando a Nicolas con la mirada.
—Ya, pero los estoy observando, —advirtió. —en especial a ti. —le dio una mirada a Nick.
— ¿Qué querías? —preguntó la rubia impaciente. —rápido que no tengo todo el día.
—Hablar... quiero explicarte. —suspiró. —no es lo que tú piensas. Yo no me acosté con Sharpey estando contigo, todo lo que te dije es verdad. —quiso acercarse a ella. —te amo Mara.
—Eso no es lo que importa, vas a tener un hijo con ella y yo no quiero ser una rompe hogares— dijo la rubia cabizbaja.
—Por favor... —insistió. —no me dejes Mara, te necesito. —sintió las lágrimas asomarse a sus ojos.
La chica ni siquiera lo miró a los ojos, se dio media vuelta y esbozó de manera fría. —Adiós Nick. —cerrando la puerta en la cara.
—¡MIERDA! —gritó dejando que algunas lágrimas se le escaparan.
Mara lo escuchó gritar, pero solo se quedó ahí apoyada en la puerta dejando que el llanto la posea.
Nick por otra parte se sentía miserable, una mierda por haberla lastimado así. Sabía que nunca se lo iba a perdonar y cayó en la cuenta de que si las cosas fueran al revés tal vez él tampoco podría. Se tenía que hacer cargo de sus actos, aunque eso significara perder al amor de su vida.
Se fue del lugar sin mirar atrás, de hacerlo las ganas de insistirle a esa chica volverían y no era justo.
De alguna manera necesitaba descargar todo el dolor que tenía dentro y pensó que la mejor manera era dirigirse al gimnasio a golpear la bolsa de box hasta cansarse y dejar de pensar.
Así que ahí estaba descargando toda su ira en ese saco, convirtiéndola en otra víctima de sus puños.
Estaba concentrado descargando toda su energía y los malos pensamientos, sacándolos de su cuerpo con cada golpe que daba, pero no se percató que un hombre al costado del lugar se estaba burlando de él y no fue hasta que lo escuchó decir "Se hace malo con esa bolsa, pero en el ring no duraría ni dos segundos"
Ese comentario lo sacó de sus casillas -Quieres ver si no me la aguanto hijo de puta- dijo haciéndole frente a ese tipo dos cabezas más alto que él y con músculos que lo superaban por cantidad.
—Prepárame el ring Carlos. —mandó el musculoso.
Nicolás subió al cuadrilátero y comenzó a moverse de un lado a otro. No le importaba que ese tipo lo pasé en peso, altura y masa muscular. Estaba tan furioso que hubiera peleado con el mismísimo Mike Tyson si le pusiera enfrente.
El otro chico también se subió, con los guantes de box ya puestos y preparado para pelear, cuando Nick ni siquiera tenía unos.
—Sin guantes, o tienes miedo de que te rompa toda la cara. —provocó el chico de ojos verdes.
—Como diga la nena. —contraataco el grandote con una sonrisa en el rostro.
La campana de metal sonó dando inicio a la pelea.
Nick fue el primero en tirar un puño, pero el otro tipo lo esquivó hábilmente, eso hizo que se enfurezca aún más, para nada le gustaba perder ni errar golpes.
Atacó nuevamente y esta vez logró pegarle un puñetazo en el hombro, quería pegarle en la cara, pero el musculoso era muy hábil y se le estaba haciendo muy difícil enfrentarlo.
Esta vez fue más inteligente y le dio un golpe en la panza que hizo que este se agache un poco, dándole la oportunidad perfecta de romperle la nariz.
Esa acción hizo que su oponente se enfurezca de una manera aterradora, se acercó a Nick y le pegó una piña que lo tiró al suelo casi sin darse cuenta, se abalanzó sobre el chico de ojos verdes y comenzó a golpearlo salvajemente.
Nick no pudo contraatacar ni defenderse, solo vio oscuridad mientras escuchaba como se desvanecían las voces de las demás personas que veían la pelea.
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Falling In Your Lies
Gizem / GerilimSaranac Lake, un pueblo infestado por la violencia de dos pandillas enfrentadas a muerte y una chica dispuesta a cambiarlo todo. Tú, ¿De qué lado estás?