Capitulo XXXIII

4 2 0
                                    

Sharpey caminó por el pasillo con algo de pereza, el olor a hospital le revolvió el estómago volviéndole a recordar lo que ahora cargaba dentro suyo.

Después de cortar esa llamada había salido disparada por la puerta, se había asustado de verdad.

Sabía que León había hecho un trato con un narcotraficante, pero lo que no sabía era que al estrechar las manos lo que en verdad estaba haciendo era ir a su lecho de muerte. Se sintió algo mal por haber sido ella quien le insistió para que el chico de cabello negro se convierta en un traficante de cocaína.

Cuando entró a la sala y lo vio sintió que el estómago se le contrajo. Se veía fatal desde dónde lo mirara.

— ¡Demonios León! — manifestó la peli rosa al ver las ojeras negras bajo sus ojos y los hematomas en su rostro a causa de la bolsa de aire.

— ¿Tan mal me veo? — preguntó con una sonrisa. Se alegró de al ver al fin una cara conocida y más si ese rostro el de la mujer de su vida.

—Solo un poco estropeado. —contestó la chica con una sonrisa en su rostro. Se acercó a él y le acarició el cabello.

— ¿Sigo igual de guapo? —bromeó a pesar de que le dolía hasta el alma.

—En efecto sí. —la chica plantó un beso en su frente y se sentó en la silla que estaba al lado de su camilla.

Se quedó ahí viéndolo mientras se imaginaba cómo sería tener un hijo con él. Se imaginaba en una enorme casa en las montañas con vista al más allá, donde en otoño el suelo se tiñera de hojas secas caídas de los árboles y por las noches pudiera apreciar las auroras boreales. Se imaginó junto a León y su bebé desayunando bajo la luz del sol de primavera y haciendo muñecos de nieve en el invierno más crudo. Tal vez encontrarán un lago cerca donde podrían ir a nadar en el verano y un lugar en el bosque donde pudieran apreciar la calma.

Aunque ella sabía que eso solo era una fantasía en su cabeza y por mucho que deseaba que se hiciera real, no iba a poder ser. No mientras esté con León, el tipo que había fracasado en la que para ella era la misión más patética del mundo, transportar cocaína es su baúl. Él había fracasado y había permitido que se la robaran perdiendo miles de dólares. Su hijo no podía tener un padre así, no lo permitiría.

— ¿Qué fue lo que pasó? — preguntó la chica esta vez con la voz fría. Estaba por decirle de su embarazo, pero se arrepintió

—Quisieron robarme la droga, si no fuera porque me dieron en la costilla, no lo hubieran logrado. —el chico negó con la cabeza. Se sentía frustrado, había perdido una gran fortuna en ese cargamento.

—Perdiste mucho dinero León. —dijo Sharpey en un tono más bajo. —Ya estaríamos lejos de acá si no lo hubieras echado a perder. —Reprocho olvidando el hecho de que casi mataban a ese pobre chico.

León frunció el ceño —Lo lamento. —no podía creer las palabras de esa mujer, él casi se había desangrado protegiendo esa carga y a ella parecía no importarle. Eso lo enojó —lamento que te importe poco el hecho de que casi me matan un montón de tipos armados que jugaban conmigo a tiro al blanco —escupió con bronca.

Sharpey le dio una mala mirada. A decir verdad, poco le importaba, ella lo único que quería era ese dinero que ahora no podría tener gracias a que lo perdió por no ser tan listo.

—Solo recupérate ¿Sí? —dijo ignorando por completo las palabras del pelinegro. —tienes que recuperar esa droga.

León la miró por unos instantes, tal vez se había pegado fuerte en la cabeza cuando la bolsa de aire de su coche estalló por el impacto, o había perdido demasiada sangre en el camino, pero ahora las palabras de Sharpey le resultaban crueles. Creía que no era justo que se enfade porque el solo quiso salvar su propia vida. Tampoco le parecía que tuviera que volver a poner en riesgo su culo por una droga que tal vez ya no existía.

—No lo voy a hacer Sharpey. —su voz se notaba herida. —Casi muero intentando escapar, la próxima no la contaré de eso estoy seguro.

La peli rosa estaba enfada porque ese chico se había rendido, ya no quería progresar, no quería obedecerla. En ese instante decidió dejarlo a un lado y seguir sola a su manera y ya sabía cómo iba hacerlo, solo esperaba que ese hombre no se entrometiera, aunque sospechaba que cuando se entere de su embarazo va a estar al cien por ciento seguro de que ese hijo es suyo. Solo debía rezar para que no se vaya de boca con Nicolás, pero si eso llegara a pasar sabría cómo manejarlo. A pesar de todo, León seguía siendo un tipo sensible y la peli rosa sabía que cuando se enterase que está embarazada haría cualquier cosa por su hijo/a y esa sería la ventaja que Sharpey William tendría sobre él.

—Me tengo que ir. — dijo la chica saliendo de la habitación sin mirar atrás.

León no la detuvo, tampoco es que pudiera hacer mucho ahí acostado con todos esos medicamentos que le pasan a través del suero, pero estaba seguro de que, si la situación fuera otra, donde él pudiera correr tras ella, tampoco lo haría.

Por primera vez ese chico ingenuo había visto el verdadero rostro de Sharpey, ese que había ignorado por tanto tiempo, solo por creer que lo que ellos tenían era amor, pero también se había dado cuenta de lo estúpido que había sido por dejarse manipular y hacer cada cosa que ella le pidió. Estaba seguro de que cuando todo explotara él sería el único perjudicado.

Había hecho cosas de las que se arrepentía, pero se sentía peor por el simple hecho de que él sí estaba enamorado, él amaba a esa mujer con toda su alma y no estaba seguro de que ella lo amara de verdad.

Nunca hubiera hecho nada para lastimarla ni se sentía capaz de delatarla, de confesar todo el mal que había hecho.

Estaba perdido, completamente inmerso  en un pozo sin salida reinado por una oscuridad eterna. 

Falling In Your LiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora