Capitulo XXII

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León iba pasando por aquella calle en el momento oportuno, Nick tenía a Sharpey de las muñecas mientras la zamarreaba gritándole -¿Por qué hiciste eso?

El chico no se pudo contener, a pesar de ser su enemigo se acercó a socorrer a Sharpey, no podía permitir que aquel estúpido la trate de esa manera.

-Ya déjala, ¿No ves que la estás lastimando? -León miró enfurecido al chico lleno de tatuajes en sus brazos.

-Tú no te metas, anda a olerle el culo a Charlie -respondió el chico de mirada clara sin siquiera darle un vistazo al pelinegro.

-Yo me meto si quiero ¿qué clase de ogro machista trata así a su novia? -preguntó intentando intervenir.

Nicolas soltó a Sharpey, pero solo para pegarle un puñetazo al entrometido de León, dejándole todo el ojo hinchado y amoratado.

La peli rosa aprovechó a escapar de la situación, sin importarle ni un poco si su novio mataba a su amante, ella solo quería zafar de Nicolás y hablar con él cuando esté más tranquilo.

Leila quien estaba siguiendo a León, vio aquella escena y se dio cuenta que Sharpey era la chica con la que León estaba hablando el otro día sobre la pulsera, y bien sabía que Sharpey no era una vendedora sino una zorra.

Al ver que Nicolás seguía golpeando a León se acercó a intervenir. -Ya déjalo -gritó interponiéndose entre ambos.

-Esto no va a quedar así, me dan asco -Nicolás le dio un escupitajo en la cara al chico golpeado y se fue del lugar.

- ¿Estás bien? -preguntó Leila ayudándolo a levantarse.

-Si, pero ¿Qué haces aquí? ¿Acaso eres mi ángel guardián? -bromeó a pesar del hilo de sangre que corría de su labio.

-Sabía que te traías algo entre manos, sólo quería estar segura-hizo una pausa- Ahora explícame ¿Qué haces saliendo con Sharpey? ¿No ves que es una zorra? -preguntó la chica de cabello corto con un tono de obviedad.

-Es una larga historia -contestó el pelinegro recordando aquella tarde de verano en la que fue al lago a despejarse. Un suave viento soplaba en el lugar, el sol brillaba iluminando las cristalinas aguas de aquel lago que a los ojos de cualquiera era un paraíso. El sonido del agua corriendo junto con el canto de los pájaros tranquilizaba a cualquiera.
León se tiró al lago en su traje de baño, el agua tenía una temperatura ideal y se quedó boca arriba flotando y dejándose llevar, estaba cansado de ver a los demás felices y sintiéndose útiles cuando él era infeliz y se sentía miserable, solo lo usaban para llevar a cabo trabajos muy fáciles, él sabía que podía hacer más. mucho más, incluso de hacerse cargo de la pandilla él solo.

-Hola -dijo una voz poco familiar. Una chica parada en bikini a punto de entrar al lago lo sacó de sus pensamientos.

-Hola -contestó. Se dirigía a la orilla a buscar su ropa para irse y dejar a la chica tranquila, no quería molestarla ni mucho menos, él ya había tenido su momento de relajación.

- ¿A dónde crees que vas? -preguntó haciendo detener al chico quien la miró y se quedó embelesado con su esbelta figura y su cabello rosado moviéndose al compás del viento -Tú te quedas conmigo -lo tomó de la mano y lo acercó a ella dándole un beso que lo sacó de su abismo, logrando que ya no se sintiera solo.

-Yo no sabía que era la novia de Nick, me enteré después de enamorarme de ella, le pedí que fuéramos novios y ella me dijo lo de Nick -confesó el pelinegro afligido.

-Nunca pensé que ibas a ser tan tonto como para enamorarte de una zorra León- comentó furiosa -pero entiendo lo que sentís, el amor no sabe de enemistades, color, sexo o lo que fuera, es algo que no podes controlar -dijo recordando a su amada Sheila, quien era su novia hace 4 años, ninguna de las dos había estado con una chica antes, pero lo que sentían era tan fuerte que no podían dejarlo pasar.

-Por favor no le digas nada a Charlie -suplicó el chico con una chispa de súplica en sus oscuros ojos.

-Está bien, pero prométeme que no te vas a meter en más problemas por esa zorra y por favor no hagas todo lo que ella te dice, es un demonio disfrazado de ángel -dijo la pelinegra preocupada, su instinto maternal con los suyos siempre surgía de maneras incontrolables.

Por otro lado, en el remolque de Charlie se encontraban hablando él y su mejor amigo Joaquín.

-Es la chica más hermosa que he visto, su cabello, sus ojos que transmiten tanta paz y esos labios tan carnosos que hacen que quiera ir corriendo a buscarla todo el tiempo me tienen cautivado -Le comentó a su amigo, quien por dentro estaba muerto de celos, no podía creer que en cuestión de unas semanas aquella chica había logrado conquistar a Charlie, cuando él después de tantos años a su lado apenas era su mejor amigo.

-Me alegro que estés tan feliz -Mintió, en realidad no le molestaba que esté feliz, sino que sea feliz con alguien más -pero ten cuidado, no olvides que es la hija del hombre que mató a tu padre, no tires para atrás todos estos años planeando la venganza para dejarlo en la nada.

Aquellas palabras resonaron en la mente de Charlie durante el resto del día, cada vez que pensaba en Clarie sentía que le estaba fallando a su padre.

En aquel lugar oscuro estaba lleno de sombras, el ambiente era muy frío, ecos de voces familiares y otras no tanto retumbaban en las paredes de aquel escalofriante lugar.
En su mano llevaba un arma con solo una bala y en frente suyo había dos personas, una era su padre y la otra era Clarie, alrededor las sombras irreconocibles susurraban -Tienes que elegir, ¿A quién vas a matar? -
Un sonido ensordecedor se pudo escuchar en todo el lugar, el eco hacía que se escuche una y otra vez aquel sonido que significaba la muerte, delante de él su padre se desvaneció cayendo al suelo con su frente brotando sangre, su propio hijo, Charlie le había disparado.

-¡Papá! - Gritó dando un salto en la cama -Yo no quise hacer esto, lo siento- Su ropa estaba empapada en sudor y su mente atormentada por la absurda venganza que no lo dejaba ser feliz con la chica de sus sueños.

Falling In Your LiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora