León estaba caminando por el pasillo de la escuela cuando se cruzó con Leila, su compañera de pandilla quien siempre estaba pendiente a todos, era como la mamá del grupo, siempre preocupándose porque todos estén bien.
— ¿En qué andas? —preguntó la pelinegra mirándolo a los ojos.
—En dos pies —bromeó León. Leila lo miró mal y con una de sus manos le dio un golpe en la cabeza.
—Te estoy hablando en serio tarado —suspiró impaciente. —El otro día te escuché hablar con tu" nueva conquista" —dijo haciendo comillas con sus dedos.
— ¿Mi qué? —preguntó haciéndose el estúpido.
—No te hagas el tonto, te escuché hablando la otra noche con una chica— contestó la chica de cabello corto.
— ¿Qué escuchaste Leila? —interrogó esta vez un poco asustado, pero sabía disimularlo.
—Algo sobre que la chica perdió la pulsera y le pedías que la encuentre ¿Qué tan importante podía ser una pulsera? —preguntó esperando que el chico le conteste con la verdad.
—Era un regalo para mi hermana —se excusó él. Leila solo lo miró a los ojos en busca de algo que le dijera que estaba mintiendo.
—Ah ya entiendo —comentó. Pero de todas formas dudaba de la respuesta de su compañero, no iba a parar hasta saber quién era la chica —y... ¿se puede saber quién es? —preguntó esta vez.
—Solo una vendedora, que perdió la pulsera que había elegido para mi hermana —respondió convenciéndose a sí mismo de que esa era la verdad.
—Bueno, me tengo que ir —dijo la pelinegra y se fue, sabía que la chica no era una vendedora y que entre ellos había algo más, pero León no iba a hablar, tenía que averiguarlo por su cuenta.
En el lado norte del pueblo Nicolás Stuart, está sentado en su sofá que ahora gracias a su hermana relucía como si fuera nuevo.
Miraba en todas direcciones, la casa se veía bien, como si una familia viviera en ella. Aunque al principio se enojó porque su hermana se metió donde no debía, al notar que hasta el olor era diferente, pensó que tal vez no había hecho tan mal.
—No entiendo cómo podías vivir en semejante chiquero —Clarie negó con la cabeza y arrugó la nariz.
—Era mi puto chiquero Clarie, ni siquiera te molestaba —rezongo.
— ¿Ah no? —se paró frente a él con los brazos cruzados —Mara vino el otro día y tuvo que esquivar la basura como si fueran rayos equis.
Nick la miró con una pizca de arrepentimiento, no era su intención cambiar nada, pero su hermana no tenía la culpa de querer arreglar las cosas. —Bueno, se ve bien— Suspiró luego de inhalar el limpio aire que rondaba en la casa ahora.
—Quería arreglar nuestra relación de hermanos y me pareció que el primer paso era ordenar el chiquero en el que vivíamos, necesitamos vivir como personas normales para poder hablar normalmente, el ambiente no ayudaba para nada- Claire estaba un poco frustrada, esperaba una mejor primera reacción de su hermano, pero al parecer le gustaba vivir en la mugre.
—Me parece bien ¿de qué querías hablar? —preguntó un tanto desganado. Hacia años no se veían y le resultaba muy difícil hablar con su hermana.
—De que siempre estás enojado, nunca hablamos de lo que nos pasó en el día ni siquiera me miras cuando llego del colegio —se quejó la castaña.
—No soy ese tipo de persona Clarie, yo sé lo que haces todo el día por JP, no necesito preguntarte nada —contestó el pelinegro manteniendo su necia postura.
—Si me preguntaras tú y te preocupara por mi como un hermano que me quiere y no como un tóxico las cosas serían más fáciles —se quejó mientras una lagrima corría por su mejilla.
—Siempre fui así Clarie, es algo que no puedes cambiar —contestó cortante.
—No, antes no eras así, pensé que al volver iba a tener a mi hermano el que se preocupaba por mí y estaba conmigo para apoyarme, no para retarme —dijo la chica recordando a su hermano de niño. Volvió a su habitación e ignoró a su hermano quien se había quedado dubitativo.
Aquellas palabras dejaron al chico de mirada clara pensando ¿en qué se había convertido? Su hermana tenía razón, se había convertido en una persona oscura que solo se preocupaba por sí mismo y por el chiquero que tenía a su alrededor.
—Hola —dijo Sharpey entrando enérgicamente por la puerta.
—Hola —contestó su novio, y antes de decir cualquier cosa volvió hablar — ¿Crees que me volví una persona oscura? —preguntó esperando que la respuesta sea si para comenzar a cambiar su personalidad.
— ¿Por qué preguntas? —contestó la peli rosa. Nick la miró y le hizo un ademán con las manos dando a entender que solo le preguntaba porque sí —No, yo creo que eres un chico muy bueno y que me encantas tal y cual eres— mintió. Lo que menos quería Sharpey era que las cosas cambien, lo único que debía cambiar para ella era Clarie, quien tenía que irse.
Eso era todo lo que Nicolás necesitaba escuchar para seguir siendo tal cual era, las palabras de su fiel compañera siempre eran en las que él iba a confiar.
Sharpey tenía el poder sobre él, sobre ese chico que se creía inteligente, pero era solo un pobre estúpido bajo el embrujo de unas bragas, bragas que otro olía al mismo tiempo que él.
—Deberíamos pasar un tiempo juntos —continuo Sharpey con la intención de sacarle esas ideas de la cabeza a su novio.
La peli rosa paso una de sus piernas por encima del chico hasta quedar sobre él. Comenzó a besarlo desde la oreja hasta los labios y a pesar de que eso excitaba Nicolás el solo la apartó dejando sorprendida a la chica.
— ¿Qué crees que haces? —preguntó Sharpey apretando los dientes.
Nicolás quien ahora estaba de pie, se quedó viéndola por unos instantes. —No creo que sea el momento —suspiró —Clarie está en su cuarto y podría bajar en cualquier momento.
Sharpey contuvo las ganas de rodar los ojos, pero solo se paró junto a su novio y le acarició el pecho con las manos —Vamos a tu habitación entonces —dijo en un tono seductor.
Nick la fulminó con la mirada. Él quería a Sharpey, pero a veces le molestaba la manera en que lo trataba, como si él fuera un peón en su juego de ajedrez.
—Demonios Sharpey, no todo se trata de sexo —su voz brusca hizo que la chica retrocediera un poco.
—¿De qué mierda hablas? —hizo su mayor esfuerzo por mantener la calma —Ni siquiera tenemos sexo Nicolás, no desde que tu hermana llegó a este pueblo de mierda —pero perdió los estribos enseguida.
—No metas a mi hermana en esto, ella no tiene la culpa de que no se me pare- él también subió la voz —Esa es tú maldita culpa.
La mano de Sharpey voló al rostro de ese chico al que ahora no reconocía, el impacto de la cachetada hizo que Nick volteara el rostro de lado. Cuando volvió la mirada hacia ella estaba hecho un demonio, y fue la primera vez desde que lo conoce que sintió miedo.
En ese punto Nick hubiera hecho muchas cosas, matarla era una opción. Pero solo la agarro de la muñeca y la acercó a él con brusquedad.
— ¡Que sea la última vez! —gruñó — ¡Que sea la última vez que te atreves hacer eso! —la peli rosa paralizada por el miedo no era capaz de emitir palabra — ¿¡Me escuchaste!? —siguió el. Sharpey parpadeo los ojos como obligándose así misma a dar una respuesta, pero no fue capaz solo asintió con la cabeza. —Quiero que te vayas —al ver que no se movía insistió —¡Ahora!
Dicho esto, subió las escaleras y se encerró en su cuarto. Dejando a una Sharpey perpleja, paralizada y horrorizada que sin querer había descubierto la otra cara de Nicolás Stuart.
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Falling In Your Lies
Mystery / ThrillerSaranac Lake, un pueblo infestado por la violencia de dos pandillas enfrentadas a muerte y una chica dispuesta a cambiarlo todo. Tú, ¿De qué lado estás?