Saranac Lake, un pueblo infestado por la violencia de dos pandillas enfrentadas a muerte y una chica dispuesta a cambiarlo todo. Tú, ¿De qué lado estás?
En el remolque de Charlie. Joaquín y León tenían una animada charla acerca del puño de JP, que había dejado un ojo negro a cada uno.
Mientras tanto su líder, sentado en el sillón pensaba en que ya era hora de acercarse por completo a Clarie. Creyó que sería buena idea hacer que suspendan a los monos que Nick le había puesto como guardaespaldas para así tener el camino liberado.
Su plan era que Leila Montgomery, miembro de los lobos, dejara en sus casilleros marihuana y algo de cocaína, para así después advertirle a la directora, sabían que esa mujer nunca permitiría ninguna clase de drogas en su institución.
— ¡Wow! —exclamó la chica sin una gota de sorpresa en su expresión. Charlie la miró —De verdad estás loco por esa chica —Leila podría parecer, pero la verdad es que no tenía ni un pelo de estúpida.
Leila había pertenecido a los lobos desde los 16, cuando sus padres la corrieron de la casa. Estuvo un tiempo en la calle hasta que Joaquín la llevó con Charlie y ahí se quedó; era una de esas chicas con un gran sentido del humor, siempre optimista, aunque el mundo se esté derrumbando. Sería como la otra cara de la moneda comparada con Charlie, ella había sido su apoyo en muchas ocasiones llegando a conocer facetas de él que ni siquiera Joaquín conocía, aprendió a escucharlo y comprender el dolor en su mirada.
Tenía muy en cuenta que por un lado buscaba venganza contra esa chica y su familia, pero al mirarlo podía notar que había algo más. A Charlie le gustaba, tal vez desde la primera vez que la vio, o en el segundo que sus ojos hicieron contacto visual.
Por eso lo entendía, entendía que su manera de acercarse a ella fuera disfrazada de una venganza que tal vez ya no existía.
—Vamos Leila, no me hagas una escena de celos ahora —río.
—Charlie amor, si tuvieras un par de tetas con gusto lo haría. —bromeó la pelinegra poniéndose de pie —Me encargaré de ese asunto con JP y Tolboy, pero me debes una cerveza.
—Lo que diga la princesa —le guiño un ojo y volvió la vista a su celular.
El líder de los lobos no dudaba ni por un segundo de que esa chica testaruda iba a lograr su objetivo.
Leila esperó el anochecer para escabullirse en el instituto, era el momento perfecto ya que no había nadie.
Sacó una horquilla de su cabello y la metió en la cerradura del locker que le pertenecía a JP y dejó la droga que había conseguido e hizo lo mismo con el de Tolboy.
Satisfecha porque su trabajo había sido un éxito, quiso marcharse y darse una buena ducha, pero una voz que se le hizo conocida la distrajo, esta provenía del salón de música. Se acercó lentamente para poder escuchar.
— ¡Cómo carajos vas a perder la puta pulsera! —dijo la voz masculina que Leila conocía a la perfección —Tienes que arreglarlo —continuó León en un tono mandón.
—Lo lamento, no me di cuenta ¿Okey? —la voz de la chica le parecía familiar pero no pudo saber a quién le pertenecía.
—Tengo que irme ahora, pero te llamaré —luego solo se escuchó silencio. Fue entonces cuando Leila salió disparada hacia la salida.
Se escondió detrás de un árbol a la espera de León, quien salió mirando hacia todos lados, lo vio irse, pero se quedó ahí otro rato esperando a que la chica misteriosa saliera, pero eso no pasó.
Pasaron unos minutos hasta que se fue. Mientras conducía su motocicleta iba haciendo cientos de hipótesis del por qué León estaba en la escuela a esa hora y con quién.
Hasta ahora sólo sabía que se trataba de una pulsera extraviada y que la voz de esa chica se le hacía familiar.
Hubiera pensado que solo era un encuentro casual con alguna mujer, pero la forma en la que León le habló le resultaba sospechosa.
—Tal vez volvió a las andadas —dijo para sí misma. Recordando que en el pasado fue encarcelado en varias ocasiones por robo.
Sólo debía descubrir la identidad de esa chica y mantener vigilado a León, creyó que lo mejor sería no mencionarle nada a Charlie, al menos hasta que esté segura de que ese tipo realmente andaba en algo raro.
A la mañana siguiente Leila dejó un aviso a la directora diciendo que había visto a JP y Tolboy guardar marihuana y cocaína en sus casilleros. Y tal como lo esperaba la directora decidió tomar cartas en el asunto, dictando una suspensión por tiempo indefinido.
La pelinegra con una sonrisa triunfal vio salir a eso dos de la oficina de la señorita Lochs con el culo en la mano.
Cuando la mirada de JP hizo contacto visual con la suya, Leia le guiño un ojo logrando que este avanzara hacia ella como una fiera.
—Debí habérmelo imaginado —dijo tomándola por el brazo.
—Tranquilo Julio, esto no se verá bien en tu historial —la chica apuntó con su barbilla a la directora quien miraba la escena con atención, dispuesta a intervenir si fuera necesario.
Él la soltó —Soy JP —escupió con rabia —Y si esto fue idea de tu jefe, mejor ve diciéndole que no se la va a llevar de arriba —luego sonrió. —También dile que solo expulsaron a Tolboy porque admitió que la droga era suya.
—No me digas —canturreo la chica tragándose toda la bronca.
— Clarie estará bien vigilada, y no me va a temblar el puño cuando vea a Charlie cerca de ella —sentenció.
Dicho esto, se fue dejando a Leila escupiendo fuego, no podía creer que su plan hubiera salido mal por culpa de Tolboy.
Nicolás ya enterado de la situación no dudó en agradecerle a Tolboy por su astucia y bien actuar ante la situación.
—Bien hecho —congratuló Nicolás —te prometo que esto no se va a quedar así, pero gracias por salvarle el pellejo a JP para que siga cuidando a mi hermana.
—Siempre a sus órdenes —contestó el grandulón.
Clarie y JP llegaron del colegio, venían riendo, al parecer comenzaban a llevarse bien, eso poco le agradó a Nicolás.
—JP, necesito hablar contigo —dijo señalando al joven sonriente quien lo miró extrañado —solo quería recordarte que tú papel solo es el de guardaespaldas, no el de su amigo. —hizo una pausa —y por favor, no la vayas a perder de vista ni un momento, ahora eres el único responsable de lo que le pueda suceder a mi hermana.
Luego, abandonó la sala dejando a un JP fastidiado, no lograba comprender a ese tipo y no se creía capaz de hacerlo nunca.
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