Capítulo IV

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El vaso de whisky viajó a la mano de Charlie, ya era su quinto trago, pero aun así se sentía estable. Las noches en ese viejo y sucio bar se habían convertido en rutina. Era su medio de escape, donde por unas horas podía olvidarse del mundo a su alrededor.

Tomó un último trago y se dirigió a la puerta, de reojo visualizó a una joven castaña, muy parecida a Clarie y pensó - ¿será ella? - volvió a dar una mirada, pero se decepcionó al ver que no lo era, sería un buen lugar para iniciar su plan.

El aire frío golpeó su rostro como una bofetada. Se tambaleó un poco, luego otro poco y casi sin darse cuenta tropezó, de no ser porque logró sostenerse con las manos hubiera estampado su lindo rostro contra el asfalto. — ¡Qué idiota! —exclamó riendo para sus adentros. Él veía su situación como un chiste.

—Oye ¿Te encuentras bien? —la voz femenina le resonó en alguna parte de su ebria cabeza.

Alzó la mirada y se concentró en la chica que se veía un poco borrosa pero no tanto como para no reconocerla. Clarie lo miraba extraña, como si fuera la primera vez que veía a alguien borracho.

Charlie logró reincorporarse con su ayuda, no estaba tan ebrio, después de tantos años haciendo la misma rutina el alcohol ya casi no le hacía efecto, pero era buen plan hacerle creer a Clarie que sí, solo para que ella intente ayudarlo y pasar más tiempo juntos.

Charlie no tenía experiencia con las mujeres, no sabía cómo tratarlas con respeto, ni cómo ser un caballero, él solo elegía chicas de una noche con las cuales se acostaba y nada más, la única mujer que había pasado de una sola noche era Samanta, pero para el no significaba nada, así que coquetear con Clarie era todo un desafío.

—Te me haces familiar —dijo después de un rato — ¿Te he visto antes? —preguntó haciéndose el tonto.

Clarie lo miraba fascinada, era un chico muy guapo, de esos a los que te volteas para seguir viendo.

—Si, puede ser que sea porque me chocaste hoy en el pasillo del colegio—dijo la castaña con una mueca de enojo.

—Ah sí... —dijo como si lo hubiera recordado —disculpa estaba distraído y no te vi —contestó Charlie.

—Espero que no vuelva a suceder porque te acabo de salvar de un fuerte golpe en la cabeza —afirmó.

—Bueno en realidad me salvé yo solito, solo me ayudaste a ponerme de pie —río. —no te agrandes, chiquita —esta vez esbozó una sonrisa más amplia. — ¿Te quedas? Te invito unos tragos —ofreció Charlie.

—No gracias, no me gusta el alcohol —sentenció la castaña.

—Bueno, tú te lo pierdes —bromeó.

La chica lo meditó un poco, al menos hasta que una voz lejana a la conversación la sacó de sus pensamientos.

Al otro lado de la calle estaba un Nicolás furioso, quien amenazaba con largarse hacia ellos como una bestia feroz.

Luego de soltarse del agarre de uno de sus secuaces, Nicolás se acercó a Clarie, sin decirle nada la tomó del brazo a la fuerza, la llevó hacia su auto dejándola con su acompañante y volvió hacia el viejo bar solo para advertirle a Charlie que si lo volvía a ver cerca de su hermana lo mataba sin dudarlo.

—¿Que pasa Nicky? —canturreo Char con algo de burla — ¿Sharpey sabe que le haces escenitas de celo a la chica nueva? —se hizo el estúpido, aunque a estas alturas Nicolás ya imaginaba que Charlie estaba al tanto de la identidad de su hermana.

Nicolas intentó contenerse, pero le ganó el coraje por lo que el pelinegro le dijo y no pudo evitar empujarlo antes de irse. Charlie casi le pega también, pero de haberle puesto un dedo encima perdería todas las chances con Clarie y eso no le convenía.

— ¡Que carajo miran! —gritó al sentir las miradas clavándose en su espalda como alfileres haciendo que uno por uno volviera a lo suyo, sabían que no les convenía provocar a ese chico.

Clarie iba sentada en medio de dos tipos robustos a los cuales no había visto antes. Se sentía como un secuestro, su propio hermano la había secuestrado. A eso se refería cuando pensaba que Nicolás la trataba como si fuera una persona cualquiera. Ella debería ir en el asiento del copiloto junto a su hermano, no atrás en medio de dos gorilones de mala muerte. Esta vez no se iba a callar, Nick la iba a escuchar.

El coche frenó frente a la que alguna vez fue su casa, Nick la bajó del auto de mala manera cosa que ella no pasó por alto.

— ¿Qué mierda te pasa Nicolás? —gritó zafándose de su agarre. Esa acción tomó por sorpresa a su hermano. —no me puedes tratar como una prisionera, soy tu hermana ¡Maldita sea! —su pecho subía y bajaba con brusquedad.

Clarie no era la clase de persona que se enojaba con facilidad, pero su hermano, ¡Dios! Su hermano se había pasado de la raya desde el instante que puso un pie en ese pueblo.

—Escúchame bien, te voy a decir dos cosas: —sentenció Nicolás con enojo. —Primero, no me grites y segundo, no te quiero cerca de ese tipo —la apuntó con su dedo índice. Esto hizo que una bola de fuego dentro de Clarie explotara, logrando que se sintiera de tal manera que nunca imaginó que podía llegar a sentirse.

Quiso gritar, pero en vez de eso apretó sus dientes y con odio escupió —No eres mi maldito padre Nicolás, no te confundas —le pasó por al lado dispuesta a largarse, pero su hermano aún no había terminado.

—Tu maldito padre está preso por matar al padre de ese tipo —manifestó. — ¿Piensas que lo único que quiere es ser tu noviecito y caminar de la mano solo para que los demás vean que pueden romper las barreras del rencor? —soltó una risa sarcástica —dime que no eres tan estúpida.

— ¿Cuál es tu puto problema Nicolás? —quiso golpearlo, de verdad quería hacerlo —el único rencoroso aquí eres tú ¿Sabes que pienso? que el maldito poder te está quemando las neuronas. Y que te quede claro que a mí no me vas a manejar como a tu noviecita —dicho esto último se dio la vuelta no sin antes enseñarle su dedo medio.

Nicolás solo la vio alejarse. No pudo evitar esbozar una sonrisa ante el carácter de mierda de su hermana. No podía juzgarla, después de todo se parecía tanto a él.

 No podía juzgarla, después de todo se parecía tanto a él

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Nicolás Stuart

Falling In Your LiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora