Supercorp del viejo oeste "Esmeralda salvaje"

Capítulo 26 El enamoramiento de Abay

Ya habían llegado a Tennessee y pasado por varios poblados que colindaban con el rio Mississippi, los días transcurrieron rápido con Abay contándole sobre no sé qué, mientras conducía su carruaje, a veces Abay preguntaba cómo se decían las cosas en inglés y poco a poco entendía las palabras, pero aun no formaba oraciones.

Nía por su parte parecía tener buena relación con el nativo y al bronceado le encantaba traerla en brazos para darle tiempo a Lena para descansar, hacia demasiado frio así que decidieron descansar en un pueblito hasta que subiera un poco la temperatura. Paso en una posada su cumpleaños número 19 sentía un hueco muy grande en  su corazón, a Lena la deprimió tanto el clima como el sentimiento de extrañar a su rubia y sabía que cada vez estaba cerca de su destino y no habría vuelta atrás.

A veces cuando se quedaban a la intemperie Abay cazaba algo como venados y liebres para que Lena hiciera algo para comer, Lena trataba de mantener su distancia pero Abay ya estaba enamorado de ella y lo sabía cada vez que lo cachaba observándola, lo sabía por como trataba a Nía, pero por más que se esforzaba no olvidaba a Kara.

Para cuando Nía cumplió los cuatro meses de edad ya estaban pasando por Arkansas y a Lena se le vino a la cabeza que podría pasar a fort Smith a ver si encontraba a Kara que para entonces podría estar buscando a su hermana Àlex, pero lo dejo pasar, Kara había sido muy clara, no había pedido esa familia y de nuevo Lena se deprimió.

Esa noche después de acampar esperando ya no llorar y poder dormir a Nía se despertó por un ruido que creyó era provocado por Abay, Lena salió de la carreta para ver si Abay seguía dormido cerca de la fogata pero no lo encontró, los caballos se mostraban intranquilos y Lena quiso subir a la carreta por sus seguridad pero alguien la tomo por la espalda y tapo la boca.

Lena se aterro tanto que casi se hacía pipi, pero reconoció enseguida la tostada piel y el torso desnudo de el nativo que la acompañaba, Abay estaba atento al ruido proveniente del bosque, le quito la mano de la boca a Lena y le hizo una señal para que no hiciera ruido – estar al asecho– dijo atento mientras sacaba su puñal y caminaba sigilosamente adentrándose a la oscuridad del bosque – tu a carreta– señaló el bronceado mientras hacía mímica con la boca, Lena asintió y con cuidado se metió con Nía.

–¡oh pero qué demonios!– una voz conocida hizo que Lena saliera de su refugio para ver a Abay que cargaba a una Kara dolorida mientras la traía tomada por las manos hacia su espalda –suéltame tonto ¿Qué no ves qué soy yo? – Lena se paró en seco y su corazón estaba a punto de salirse de sus costillas, tenía mes y medio que no veía a la rubia, Abay enojado la tiro al suelo.

– ¿Qué haces aquí Kara? – Soltó la azabache – estamos armados pudimos matarte – Kara no pasó desapercibido la forma en que Lena hablaba en plural

–yo.... Yo.... Yo seguí sus pasos, sabía que estaba punto de encontrarlos– Abay camino un poco hasta llegar al lado de Lena que sostenía a Nía en brazos, Kara no dejo pasar las atenciones del bronceado para con su esposa – Lena vine a pedirte que regreses conmigo– dijo con cara de animal herido

–halona– Abay se irguió mostrando su pecho y torso marcado, alzando la barbilla en posición orgullosa y protectora –Elú y Umi están conmigo ahora– al principio Kara quería interpretar lo que su amigo trataba de expresar pero todo quedó claro cuando vio al bronceado tomar a Lena por los hombros y acercarla a su cuerpo, lo que no podía descifrar era la cara de Lena que parecía estar sorprendida por el gesto del nativo

Kara bufo de coraje – CALVO DESRACIAD SUELTA A MI ESPOSA– ordenó al momento que se le iba encima a Abay, este la tomo por la chaqueta y la catapulto por los aires con ayuda de sus pies hasta que la rubia cayo a unos metros de el sobre su espalda, Abay se paró de un ágil brinco mientras veía a Kara retorcerse del golpe.