Capítulo 56

1.8K 75 2
                                    

Hugo

Es refrescante volver a casa. A pesar de sentirme echo una mierda, me merezco ser feliz durante al menos un tiempo, y evitar pensar en Eva. 

Esta mañana le di el billete para que venga a Barcelona conmigo. Una parte de mí quiere creer que va a venir; que la veré con su maleta para varios días, abriéndose paso entre la multitud hacia mí. Pero la otra parte, la más negativa y por ahora realista, piensa que Eva no va venir y que en nuestra historia, ya se ha escrito su último capítulo. 

Subo a mi pequeño cuarto. Mi perra Bella va detrás de mí, sin despegarse. La cojo en mis brazos y le planto un beso. No puedo evitar pensar que a Eva le gustaría mi perra. A ella le encantan los perros tanto como a mí y siento un pinchazo en el corazón al pensar que ahora podría estar jugando con su perra en su preciosa casa en Galicia. 

Mi madre y mi hermano me preguntan sobre Eva. No quiero decirles que todo está mal, ya que no quiero dar un disgusto a mi madre. Eva le encanta, y yo le dije que Eva probablemente podría ser el amor de mi vida; sigo pensando que es así. Nunca he querido a nadie como he querido a Eva, y pensar en que yo pueda amar a otra persona que no sea ella, se me hace imposible. 

Pero aunque quiera estar con ella para siempre, yo ya le dije que iba a estar con ella hasta que ella quisiera, y si ella me dice que no quiere estar conmigo más, aunque me mate poco a poco por dentro, lo tendré que aceptar. 

Decido salir con mi grupo de siempre por la noche. Un poco de fiesta y un par de cervezas no me vendrían mal, la verdad. Nos vamos a nuestro bar de siempre. Se me hace raro que Rafa no esté con nosotros ya que éramos del mismo grupo. No sé si él ha llegado ya a Córdoba, pero rezo por no encontrármelo.

Mis dos amigos, Marcos y Nico, ya están un poco al corriente de lo ocurrido en Madrid, y comprenden mi situación. El alivio que sentí al sentirme comprendido fue gratificante. Sí, lo hicimos mal al ocultarlo tanto tiempo, pero queríamos proteger a Rafa. Pero como he dicho mil veces, el amor no se puede controlar, y yo no elegí enamorarme de Eva. Yo estoy dispuesto a aceptar las consecuencias, cosa que Eva no, y me cabrea, ya que empiezo a sentir que todo esto ha sido en vano. 

—Venga, olvídate de esa chica —Me dice mi amigo colocándose a mi lado mientras me pilla viendo la historia de Instagram de Eva, donde sale con su mejor amiga Laura y otro chico de pelo castaño rizado. 

Parece que se lo está pasando genial. No entiendo por qué yo no puedo hacerlo, así que decido olvidarme de todo y disfrutar de la noche.

Esa filosofía la mantengo el resto de la madrugada. No paramos de pedir cervezas y más cervezas y al poco tiempo unas amigas se unen a nosotros. 

Bailamos, bebemos y reímos. 

Cuanto más borracho estoy, menos pienso en ella. 

Cuanto más borracho estoy, menos la echo de menos.

¿Tengo que llegar al borde del etílico para que su rostro no aparezca en mi mente cada cinco minutos? Puede ser.

¿Es factible? Claro que no, pero solo por esta noche, decido no seguir martirizándome.

·····

Me despierto con la cabeza dándome vueltas. Los pedos de cervezas bajo mi opinión son los más divertidos, pero por la mañana son matadores.

Cojo el móvil de la pequeña mesilla para ver lo que subí ayer casi inconscientemente. Rezo por no haber colgado nada en mi historia que tire mi dignidad por la ventana. 

Me alegro al comprobar que solo hay tres historias. La primera es la que hice nada más llegar, la segunda es una foto mía y de mis amigos y la última es con Marta; podría decir que es mi mejor amiga de aquí. 

EsperandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora