Capítulo 57

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Eva

Ya es año Nuevo. Las vacaciones están pasando de manera acelerada y cada vez está más cerca el día que he intentado no pensar durante estas semanas. Choco mi vaso de champán con mi familia, felicitándonos todos y dándonos besos. 

—¡Que tengas un buen Año mi vida! —Me dice mi padre. Yo sonrío con la boca pequeña. Espero que sea cierto. No sé porque tengo el presentimiento de que va a comenzar movidito...

Contesto a los mensajes que me van enviando la gente. Siento pinchazos en el corazón al ver que ninguno de mis amigos de Madrid, salvo Sam y Flavio, me escriben. Ni siquiera Anne. Podría escribirles yo, pero es muy probable que ni siquiera me abran el mensaje así que me ahorro pasarlo mal. 

Veo el nombre de Hugo escrito en mi pantalla y me tienta muchísimo pulsarlo y enviarle un mensaje. Pero no lo hago. Tampoco parece que él tenga intención de escribirme así que lo dejo ir.

Media hora más tarde, pasa Laura a por mí para reunirnos con nuestros amigos en un pub, para celebrar el cambio de año también juntos. Bebemos, bailamos y nos reímos. Me permito pasarme a mi misma un poco más de la cuenta. Total, no tengo nada que perder. 

Mis amigas y yo nos acercamos a la pequeña pista de baile y comenzamos a bailar. Hay más gente que conocemos. Al ser un pueblo pequeño, prácticamente te sabes las caras de casi todo el mundo. Mi amiga Laura me da unos golpecitos en la espalda para que me gire y mire en la dirección que está apuntando ella. 

Por la puerta del pub está entrando una persona que conozco bastante bien: Marcos. Mi ex novio. Me paro en seco.

—¿Cuándo ha vuelto este imbécil? —Le pregunto a mi mejor amiga alzando la voz para que me oiga.

—Vino de Londres justo cuando te fuiste a Madrid —Me cuenta Laura —. Preguntó por ti.

Yo dejo escapar una carcajada.

—Pues va listo.

Como si supiera que estamos hablando de él, Marcos se dirige a hacia nosotras con ese andar suyo como si fuera el rey del lugar; esa sonrisa pícara y esa mirada que hace un tiempo me volvía loca, ahora, solo me provocan querer echar las uvas que me he comido por las campanadas.

—Eva... me dijeron que te habías mudado a Madrid —Se sitúa al lado mío. Se aproxima tanto que doy una zancada al lado.

—Primero, distancia social y segundo, ¿se supone que estás hablándome porque...?

El chico de pelo castaño claro y rizado suelta una risilla y hace caso omiso a mi pregunta.

—Te has puesto muy guapa en este tiempo que no te he visto. 

Abro los ojos. Será imbécil. 

—Ah, ¿entonces no lo estaba cuando salimos? —Asiento con la cabeza irónicamente —. Debe de ser por eso por lo que me dejaste. Tranquilo, no te disculpes. Siempre he sabido que eres un superficial de mierda, pero estaba tan ciega que no me daba cuenta —. Me irrita hablar con él así que cojo a mi amiga del brazo y me dispongo a irme pero él me agarra  y me aproxima hacia él haciendo que me de de bruces contra su pecho. 

—Perdóname fui un imbécil. Siempre quise compensártelo pero me fui a estudiar a Londres...

—Ahórrate las disculpas —Me zafo de su agarre lo más deprisa posible y me voy. ¿Estoy todavía resentida? Puede que sí. Pero gracias a él se perfectamente lo que no quiero en al vida y siento un pinchazo en el pecho al pensar que justo había encontrado lo que sí que quería y necesitaba. No quiero pensar más en el chico rubio del cuello tatuado, y me concentro en emborracharme a base de chupitos. 

EsperandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora