Capítulo 41

1.9K 85 2
                                    

Eva

La piel se me eriza al escuchar cantar a Hugo Sirena.

He tenido la oportunidad de escuchar alguna de sus composiciones y tengo que decir que vivo enamorada de ellas, pero esta nunca la había escuchado y no puedo evitar que el corazón me lata con fuerza.

Me está mirando mientras la canta.

O eso quiero creer, porque ya no se si me lo estoy imaginado para consolarme con el hecho de que le siento muy lejos de mí y que necesito aferrarme a cualquier cosa que me de apenas un poco de esperanza para creer que puedo arreglar las cosas con él.

Todo lo que tú sientes me ha salvado

Eso es lo que dice el último verso.

Ay Hugo, ojalá supieses que todo lo que TÚ sientes me ha salvado a mí.

La clase estalla a aplausos que me despierten de mi estado de ensoñación. Observó como Hugo se pone colorado mientras da las gracias repetidamente y no puedo controlar que mi sonrisa se amplíe de orgullo por él mientras Antonio aplaude y le felicita por su canción.

Ojalá poder ser capaz de sacarle esa sonrisa todos los días y ser producto de su felicidad como él es el de la mía.

No puedo aguantar estar de esta manera más con él así que esta noche si encuentro oportunidad, le daré la carta a la que le he dado tantas vueltas a lo largo del fin de semana.

Quiero que sepa de una vez por todas que estoy enamorada de él y que no hay nadie en la faz de la tierra que pueda cambiar eso.

·······

Llega la noche. Hemos subido de cenar hace nada. Me he dado una ducha y estoy esperando al momento indicado para poder ver a Hugo y darle el sobre. Lo que no sé es cuando va a ser el momento.

Sam entra por la puerta de manera escandalosa.

—Vale, Flavio me ha pedido que vaya a pasear con él. ¿Qué hago? Me cambio o estoy bien así —al ver que estoy inmersa en mis pensamientos, chasquea los dedos delante de mi cara —. Tierra llamando a Eva María. ¿Has escuchado algo de lo que he dicho?

Yo la miro y ruedo los ojos.

—Así estás perfecta. Es de noche y vais a dar un paseo bajo cuatro farolas, no hace falta que vayas vestida de gala.

Mi amiga se lo piensa un momento pero al final acaba asintiendo con la cabeza.

—Tienes razón.

Tocan a la puerta.

—Debe de ser Flavio, le dije que me diese diez minutos pero con diez minutos me refería a un cuarto de hora. De verdad, voy a tener que empezar a enseñarle el idioma Samantha Gilbert.

Me río mientras Sam se dirige a abrir la puerta.

—¿Lista? —Pregunta Flavio. Sam le contesta afirmativamente y a los pocos segundos oigo la voz de Rafa despidiéndose de ellos. Mis amigos le dicen que se lo pase bien y en un abrir y cerrar de ojos tengo a Samantha delante de mi cama.

—Rafa se ha ido a la habitación de Bruno y Gèr tienes vía libre para solucionar las cosas con Hugo.

—¿Sí?

—¡Sí! No pierdas el tiempo. Estoy hasta las narices de verte lagrimear por las esquinas. Échale un par de ovarios y ve a hablar con él.

—En un rato voy —Le contesto. Tengo que pensar que hacer: si voy a dársela en mano o encuentro alguna forma de que la lea sin que esté yo presente. La verdad es que me da un poco de vergüenza estar delante cuando lo haga.

EsperandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora