Una cuestión de casas

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Todo se volvía más peligroso con cada día que avanzaba, Tonks tenía misiones demasiado riesgosas y menos personas circulaban por el Callejón Diagón.

Los gemelos insistían en seguir con su tienda abierta, tanto como yo insistía en seguir estudiando. Habíamos vuelto a vivir en La Madriguera por insistencia de los adultos, había varios cuartos libres con el regreso a Hogwarts y no había excusas válidas para negarnos.

Las persecuciones y visitas de diferentes mortífagos se volvían cada vez más frecuentes. Mis días se resumían en estudiar, tomar posición multijugos para cambiar de aspecto y volver a la casa. Algunos días iba a la tienda de los gemelos, pero después de un tiempo se volvió inseguro.

-Madison querida...- me recibió la Sra. Weasley- ¿Cómo te ha ido hoy? Te ha llegado una carta del colegio...-

Luego de saludar a la matriarca de la familia de pelirrojos, fui en busca de la carta con la Ilusión que fuera Draco. No se había vuelto a comunicar conmigo, podía sentir su miedo y no hacer nada, me estaba destrozando por dentro.

Mis ilusiones por comunicarme con mi primo se vieron esfumadas, la carta era una cita para asistir a una consulta secreta al colegio. Debía presentarme por la mañana en la oficina del Albus Dumbledore con suma discreción.

- ¡Buenas tardes familia! - saludaron los gemelos al entrar- ¿Nos han extrañado demasiado hoy? -

Escuche como los demás integrantes de la familia recibían a los gemelos y, al parecer a Bill Weasley. El mayor de los pelirrojos pasaba todas las semanas para ver como estaba su familia y compartir alguna comida.

-Dime que la francesa arrogante decidió quedarse en su casa por esta vez...-

Di un pequeño salto al escuchar la voz de Beth detrás mío, nunca me había percatado de su presencia.

-Beth...-

Iba a regañarla por llamar así a la novia de Bill, pero la entrada de una muy alegre Molly Weasley con varias cabezas pelirrojas detrás.

-Esa alegría es muy contagiosa...- susurro Beth- Creo que me gusta cuando mi cabellera rubia es la única que habita en esta casa...-

-Muy graciosa, pero tu hija también es rubia. - respondí divertida- No entiendo porque le tienen tanta manía a Fleur, parece una buena muchacha. -

-Espero que retires esas palabras en este preciso instante. - insistió la rubia- Puedo hacerte una lista con mis razones para mi desgrado por la joven Delacour...-

Estaba por responderle, pero nuevamente fuimos interrumpidas por un miembro de la familia pelirroja.

-Madd me ayudara a traerlos, no hay problema. - anuncio Fred- ¿Verdad, Black? -

-Claro, si...- respondí torpemente. - Yo te ayudo...-

Fred salió de la cocina, mientras yo seguía sus pasos intentando descifrar a donde nos dirigíamos y para que necesitaba mi ayuda.

-Vamos a buscar algunos platos al estudio de mi padre. - respondió mis silenciosas dudas el pelirrojo- ¿Estabas un poco perdida, preciosa? -

- ¿Volverás a llamarme preciosa? - pregunte molestando- Sabía perfectamente lo que íbamos a realizar. -

Escuche la risa de Fred, todavía no sabia porque me esmeraba en ocultar cuando me perdía. Tal vez era mi orgullo dañado o una pequeña gran necesidad de no querer ser tan transparente.

-Es difícil leerte, preciosa. - hablo nuevamente Fred- Solo alguien que te ame tanto como yo, podría hacerlo. -

Llegamos a la estantería donde estaban los platos, me adelanté para cogerlos y evitar darle importancia a la frase pronunciado por el pelirrojo segundo atrás.

La hija de Sirius Black (Fred Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora