Capítulo 17

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Pensar en tener un fin de semana atareado es lo más horrible, pero lamentablemente es así cuando se tiene que cumplir deberes. Al menos yo, que estudio en el colegio, mis trabajos no son tan estresantes. Además, lo que tengo que hacer ahora no es tanto forzado ni desagradable. ¿Cómo va a parecerme poco gustoso volver a usar mi instrumento favorito después de mucho tiempo?

La flauta traversa, desde que la vi por primera vez, fue un objeto que llamó por completo mi atención. Muchas personas dicen que hay algunos que sienten un ''amor a primera vista'' cuando miran a otro completamente desconocido, como un flechazo. En mi caso fue lo mismo, pero no con una persona, sino con aquel instrumento de madera. Siempre me he cuestionado por qué pertenece a un grupo de madera si es más bien de metal. Soy pésima con los conceptos, lo que sí sé es tocar. Eso creo.

Como es fin de semana, me encuentro sentada sobre mi cama recién tendida por mí misma mientras veo el estuche que descansa en mis piernas desnudas. Hace calor, por lo que tengo puesto un short blanco junto a un polo manga corta negro. Aún no he abierto el estuche donde tiene resguardado la flauta, pues, sin poder negarlo en lo absoluto, tengo esa inseguridad de si esto irá bien o no. Pero no puedo darme marcha atrás si ya me he decidido con practicar para la presentación que se dará al final del segundo bimestre. Tengo que saber cumplir mi palabra.

Mis dedos pasean delicadamente sobre el estuche de cuero, repasando cada rincón como si hubiera olvidado su textura. Es una buena sensación, por lo que inconscientemente sonrío y me deleito en su simpleza elegante. Con dudas la abro y lentamente, pues siento que de pronto algo malo puede suceder. Aunque sé que eso es difícil e imposible.

Curiosa saco las tres partes de la flauta y ubico el pie, la más pequeña, en la parte trasera del cuerpo, considerada la más grande. La cabeza claramente va hacia arriba. Lo ajusto bien y, de forma tan sutil, lo alzo a un lado y dirijo la embocadura hacia mis labios, pero solo rozando la zona inferior. Mi mente trata de recordar alguna canción que toqué en el pasado y preparo mis dedos. Decido tocar una canción clásica de Mozart: allegro.

Estoy tan sumida en el ritmo y en cómo lo estoy tocando que no me percato de la voz de mi papá llamándome. Vuelvo a mencionar que es fin de semana, y por ende mis padres están acá descansando, aunque cada corto rato hacen cosas del trabajo, nada del otro mundo. Pero ante ese grito suave del único hombre hace que pierda la inspiración y produzca con mi boca un chillido en la flauta, cortando todo tipo de relajación.

—Irem-... —me mira asombrado cuando entra a mi cuarto y luego sonríe—. Oh, no sabía que habías vuelto a usarla

—Solo es por la presentación —imito su última acción, solo que un poco avergonzada—. Cuando acabe regresará al cajón

—¿Por qué? Tienes talento para eso y tomarlo como hobby no habría de malo —resondra sin estar molesto mientras frunce el ceño—. Bueno, si te vas a presentar entonces ese día estaremos tu mamá y yo para verte... Y también supongo que alguien más

Iba a volver a tocar la flauta, pero esa inesperada confesión me hace alzar la mirada hacia mi papá. 

—¿Cómo que alguien más? —como él, también frunzo el ceño.

El mayor presiona sus labios como si quisiera evitar delatarse con una sonrisa, pero claramente no lo consigue, por lo que me siento más intrigada. Además porque creo que por eso él está acá conmigo. 

—Adivina quién vendrá a Corea en dos semanas-

—¡No seas así, no me gusta cuando la gente hace eso! —me indigno y me pongo de pie a la vez que dejo mi instrumento a un lado de la cama. Estoy por quejarme con mi papá, pero me quedo callada al recordar quién va a venir—. ¡Kano, cierto! ¡Qué estúpida!

Solo yo » Hyunjin; Stray KidsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora