Capítulo 21

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—¿Se puede saber en qué tanto piensas?

Una voz burlona y tierna a la vez me regresa a la realidad, causando que voltee confusa hacia el chico que me acaba de lanzar aquella inesperada pregunta. La mirada interesada de mi primo me hace pensar al respecto, aunque en verdad no estoy pensando en nada, solo estaba viendo por la luna de la ventana del taxi cómo pasamos los edificios o casas rumbo al colegio.

Quito mi único auricular derecho que estaba usando -porque teniéndolo a mi izquierda no quiero que piense que lo estoy ignorando o con indicios de no importarme su presencia-, en la que sonaba Willow de Taylor Swift, definitivamente mi cantante favorita, y respondo lo siguiente:

—En lo tonto que te ves usando ese uniforme —le contesto devolviéndole la broma junto a una sonrisa que acaba de mostrarse en mi rostro.

A continuación él frunce el ceño y abre los labios como si se sintiera indignado, a lo que con mi misma mueca me encojo de hombros varias veces como si no me importara su reacción. 

—Pero es el uniforme que tú también llevas puesto, Irem —entrecierra sus ojos.

—Y el cual a mí me queda muy bien

Muerdo mi labio inferior para evitar reír al observar por segunda vez su expresión seria, mas sé que no lo hace con verdadera intención de demostrar su molestia. Cómo va a ser así si son bromas demasiado tontas y básicas de un niño de cinco años. A pesar de eso nos agrada escuchar lo que uno de nosotros hablamos incluso sobre algún tema muy poco interesante. 

Soltando finalmente una risilla ante las actitudes infantiles que estamos teniendo, mis ojos de nuevo se posan en el vidrio totalmente alzado, pues el aire acondicionado del carro está refrescando lo suficiente para sentirnos bien. Kano, sin pedirme permiso (sabiendo que a mí no me molesta en lo absoluto por ser él), coge el otro auricular que no estaba usando y se lo coloca en su oído para acompañarme con la música que estoy escuchando. Ahora es Ivy la canción que se reproduce de la misma cantante estadounidense. No decimos nada más y solo esperamos a que lleguemos a la institución.

Kano, por obvias razones, se ha inscrito temporalmente en la misma escuela donde estudio hasta que tenga que volver, pero menos mal no será muy pronto, por lo que podré tener mucho tiempo para disfrutar de la presencia de mi amigo. No está en las mismas clases que yo, solo en unas cuantas, pero me basta para hablar con él sin ningún problema. Además que fuera de la escuela voy a estar varias veces con el chico que podremos hacer lo que queramos.

Después de unos minutos de viaje en carro llegamos al colegio, a lo que bajamos luego de haberle pagado al taxista lo correspondiente y cerramos la puerta para encaminarnos dentro del lugar. Estamos a tiempo para que comiencen las clases, así que nos tomamos nuestro tiempo con tranquilidad.

—¿Y sabes lo que me dijo mi mamá después de eso? —me pregunta con intriga el chico con ganas de reír en alto sin dejar de andar hacia nuestros salones. 

—No te hagas en interesante, dilo ya —exclamo con la voz un poco más alta debido a que realmente quiero saber qué pasó. Estaba contándome Kano una anécdota que pasó hace unos pocos meses y del cual se olvidó narrarme cuando estábamos a distancia.

—Me dijo que ya no debía usar esos trajeci-

—¡Niña rata!

Siento cómo alguien reposa todo su peso sobre mi espalda a la vez que me abraza por los hombros, causando que suelte por impulso un jadeo debido a lo inesperado que fue eso. Como puedo mi mirada se voltea hacia atrás en busca del rostro de aquella persona, aunque me es imposible no adivinar quién es, si a penas lo escuché le reconocí la voz y el apodo que de vez en cuando me lo dice sin malas intenciones.

Solo yo » Hyunjin; Stray KidsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora