prólogo

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Sheffield, Reino Unido

1 de febrero de 1999

Anne revisa que todo esté listo para celebrar adecuadamente el cumpleaños de su hijo. Se dirige a la recámara del pequeño para que baje con su familia a festejar.
—¡Harry, ya está todo listo!—dice mientras da golpecitos a su puerta.

—Y-ya voy.—responde el pequeño con voz nerviosa.

Anne nota ese tono de voz, pero no le da mucha importancia. Tiene tan solo cinco años y sabe que se debe a que va a ser el centro de atención. Todos iban a tener su mirada sobre él.
La mujer baja las escaleras. Decide esperar a que Harry se prepare y lo haga él por si solo.

Harry baja las escaleras con pasos sumamente cortos y temblorosos.

Cuando llega al comedor todas las miradas se posaron sobre él, lo que causa una tensión mayor en el pequeño. Gemma nota la preocupación de su hermano pequeño y rompe el silencio.

—¡¡Feliz cumpleaños, hermanito!!—La mayor corre sonrientemente para hundirlo en sus brazos.

—¡Glacias!—El ojiverde se destensa un poco devolviendo el abrazo.

Sirven los platillos con la comida favorita de Harry y todos quedan satisfechos.

—¡Hora del postre!—anuncia Anne mientras intenta no estropear el pastel en el trayecto mientras lo sostenía por el pasillo estrecho que daba lugar al banquete.

Cuando todo está listo le cantan el "feliz cumpleaños" a Harry, para que acto seguido, sople la velita con el número cinco.

—¿Que deseo pediste Harry?—Pregunta su padre con una pequeña sonrisa.

—Un deseo de amor.—Responde el pequeño.

—¿Que deseo de amor?—Pregunta Des sorprendido, pero sin preocupación.

—Solo pedí gustarle al chico que me gusta.— Dice con total seguridad, pensando que es lo más normal para él.
¿Lo será también para su familia?

Des remueve su sonrisa de inmediato, pero no dice nada.
Pasan unos minutos y Anne rompe el silencio.

—Querrás decir "chica", amor.

—No mami, es un chico.—Harry repite sin problemas.

Des solo se queda callado, frunce el seño y de pronto, la silla estaba vacía.

De pronto se sintió como estar en la peor parte de su peor pesadilla. Solo se escuchaba el silencio, acompañado de unos pasos, sin duda los de su padre subiendo escaleras. Luego una puerta abierta y la misma cerrándose en un movimiento brusco y solido.

Anne corre detrás de él, intentando alcanzar su paso.
Entra a su recámara y es ahí donde los gritos comienzan a inundar el hogar.

A Harry se le cristalizan los ojos.
Estos parecían estar a unos segundos de estallar en lágrimas.

Gemma lo nota y se le acerca para intentar calmarlo.

-Tranquilo, todo va a estar bien.-O no. Talvez no lo estaría.

Luego de unos largos minutos, Anne baja intentando esconder sus lágrimas muy vagamente y ordena que vayan a dormir con una sonrisa, que a simple vista, se veía muy forzada en su rostro.

Harry sigue la orden al instante, para no crear más problemas. No entiende porque siempre es él el principal causante de estos.

A la mañana siguiente Harry despierta y va directo a la habitación de su hermana para preguntarle si sabe algo de lo sucedido la noche anterior, pero no la encuentra.
Acto seguido va a la de sus padres y no encuentra a nadie, solo millones de objetos y pertenencias de su padre distribuidas por el suelo. 
Ya preocupado baja las escaleras y se encuentra a su madre con los ojos llenos de lágrimas.

—¿Dónde esta papá y Gemma?—pregunta tomando por sorpresa a la mujer, quien rápidamente, seca sus lágrimas son sus pulgares.

—E-están de vacaciones.—miente. Se hacia notar.

¿Pero porque mamá está llorando?
No veo ninguna cebolla cerca. 

—¿Y cuando volverán?— ignora sus pensamientos siguiendo con el tema.

—P-pronto.—dice la mujer mientras se le quiebra la voz.

Harry simplemente sube las escaleras y va a su recámara, ya que la única solución es esperar.

Pasan los minutos, las horas, los días, hasta que se cumple un año, y ahí es cuando Harry pierde la esperanza.

Ellos no volverán.


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Bueno esto fue el prólogo, ojalá les haya gustado.
Louis ya esta muy cerca de aparecer :)

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