Betty CooperRayos de sol entran por la ventana de mi habitación, siento un peso sobre mi que no me permite voltear pero en cuanto me libero del agarre me doy cuenta de que Jughead esta a mi lado.
¿Qué hace el aquí? En las mañanas tardo en procesar información pero yo no recuerdo volver a casa borracha, ni haberme acostado con Jughead.
Sus pestañas rozan sus pómulos, su cabello oscuro está totalmente despeinado y su torso está desnudo aunque lo cubre una simple sabana, su brazo rodea mi cintura como lo hacía cada vez que dormíamos juntos.
De a poco voy recordando lo que sucedió anoche, después de que me besó me trajo a mi casa y lo dejé quedarse ya que era tarde. ¿En qué demonios pensaba?
Me levanto y camino hacia el baño para tomar una ducha. Al salir solo llevo una toalla envuelta alrededor de mi cuerpo y otra sobre mi cabello, así que abro mi closet para buscar mi ropa.
—Que buena vista.— habla Jughead con su voz ronca tomándome por sorpresa, volteo y lo veo sentado en la cama con su espalda apoyada sobre el respaldo.
—¿Puedes dejar de mirarme?
—Por favor, ya te he visto así.
—Es una lástima, porque no lo harás otra vez, ahora deja de mirarme.
En sus ojos puedo ver esa mirada desafiante, camino hacia el y me inclino para que mi rostro quede a centímetros del suyo.
—He dicho que dejes de mirarme.— su mirada viaja a mis senos pero rápidamente sube a mis labios —Es una lástima que no puedas besarme ¿Verdad? ¿Ahora quién es el que no tiene auto-control?
—Yo si tengo auto-control.
—¿Quieres que me cambie frente a ti?
—No te atreverías.
—Tú no lo soportarías, pero no te daré ese gusto, Juggie.
Vuelvo hacia el closet para tomar mi ropa interior, antes de volver al baño le muestro mi dedo del medio a Jughead haciéndolo reír.
Salgo nuevamente pero esta vez llevo ropa interior, el sigue en la misma posición de antes solo que ahora mira su celular.
Nadie gana en mi juego, Juggy.
—¿Te quieres duchar?— preguntó para llamar su atención.
Jughead levanta su cabeza para verme, sus ojos se oscurecen y eso me hace sonreír, con su mirada recorre mi cuerpo.
—El negro te queda genial.
—Zayn opina lo mismo.— lo molesto.
Su sonrisa se borra y eso hace que yo sonría aún más al saber que esta celoso.
—A nadie le importa su opinión.— masculla.
—A mi si.
Jughead camina hacia mi pero yo le doy la espalda mientras busco una remera.
—Esa remera no es mía.— comenta al ver la prenda que tomé.
—Lo se, no escuchas Pink Floyd, es mía.
—Tú tampoco escuchas su música.
—No, pero fui a un concierto donde pasaron algunas canciones y me gustó.
Hace dos años acompañé a Zayn y a unos amigos a ese festival fuera de la ciudad, tomamos prestada la camioneta de sus padres y viajamos toda la tarde, fue una experiencia divertida y romántica. Esa era una de las diferencias que tienen los dos, Zayn es romántico y sabe cuando alejarse, en cambio, Jughead cuando se cansa de insistir con su personaje romántico, insiste con su personaje egocéntrico.
—¿Tuya o del idiota de tu ex novio?— pregunta fastidiado.
—Ya te dije que no es tuya.— bufo —Tampoco es de Zayn, y si fuese de el no es tu problema. ¿Desde cuándo te explicó de donde saco mi ropa?
—No tienes que explicarlo, pero tienes una pila de mis remeras para usar.
—¿Y quién dice que las sigo teniendo?
—Las estoy viendo.
Jughead posa sus manos sobre mi cintura para voltearme y poder verlo a la cara, señala hacia el closet, el cual deje abierto.
Mierda.
—Pero no las uso.
—Mejor, prefiero verte sin camiseta.
—Si, en tus sueños.
—También...— ladea su cabeza y yo golpeo su brazo derecho.
Además de idiota, pervertido.
—Saca tus manos de mi cuerpo porque te pateare ahí abajo.
—No te atreverías.— me reta.
—Lo mismo decías antes y salí en ropa interior, créeme, no quieres desafiarme.
—Tu lado de chica mala me gusta.
—No te pregunté. Voy a tener la actitud que quiera según como te portes.
Jughead solo me mira, nuestros rostros están muy cerca, la tentación me gana haciendo que baje la mirada a sus labios, me acerco y lo beso agresivamente. En cuanto nos falta el aire nos separamos y yo camino hacia el tocador con una sonrisa satisfecha en mi cara, mientras que el gruñe.
—¿No estaba prohibido besarme?
—Mi juego, mis reglas.
—Oh ¿Soy un juego?
Rio levemente viéndolo a través del espejo, está de brazos cruzados detrás de mi esperando una respuesta con el ceño fruncido.
—¿Soy una apuesta?
Jughead camina hacia mi para tomarme de la cintura y dejarme sobre el tocador.
—Para mi tú no eres un juego, ni una apuesta.— su es semblante serio, sus ojos están sobre los míos y sus manos a los costados de mis piernas.
—Tienes razón, soy la estúpida que confió en Jughead Jones.— digo con ironía.
—¿Eso es todo lo que soy? ¿Todos estos meses juntos te demostraron solo eso? ¿Qué soy Jughead Jones, el mujeriego?— no contesté —¡Por Dios, Betty! Me alejé por semanas, tengo en claro mis pensamientos y sentimientos, dime que hacer porque en verdad ya no lo sé.
Pasa una mano por su cabello frustrado, bajo la mirada hacia mis manos que juguetean entre ellas. En verdad necesito mejorar antes de volver a estar con Jughead.
—Necesito mi tiempo.
—¿Tiempo para que?—
—Necesito sanar ¿Ok? No todo es tan fácil, necesito dejar de ser tan insegura.— susurré.
Jughead se mantuvo en silencio durante unos segundos, tomó mi rostro entre sus manos obligándome a mirarlo a los ojos —Haré que te sientas segura, pero no te alejes, no esta vez.
Su voz sonó suave y con miedo, sus labios rosaron los míos para atraparlos de una manera lenta y dulce. Debía frenarlo aunque no quería, puse mis manos en su pecho separándonos.
—Jug...— advierto.
—Olvidémonos de esa regla por hoy, por favor.— murmuró sobre mis labios haciendo que yo cierre los ojos y vuelva a unirlos.
Sus besos me llenaban de seguridad, sus confusiones eran las que me derrumbaban. Con cada toque, con cada rose, me hacía sentir amada. El era como mi hogar: es mi lugar seguro y amado, un lugar al que siempre quiero regresar.
[Notas de la autora:]
-Bueno... ¿Lloramos?
-Perdón si tardo en subir capítulo, pero es el último mes de escuela y tengo muchos trabajos por entregar.
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¿Me hablas a mi? - Bughead
Random-¿Ves a otra persona más linda que tú? -Tal vez tu novia. -¿Celosa? Jughead y Betty fueron mejores amigos desde que eran niños. A los doce años el pelinegro comenzó a salir con nuevos amigos, los cuales trataban mal a la rubia. Ex mejores amigos. Ju...