ᴛᴀɴ ꜱᴏʟᴏ ᴛʀᴇꜱ ᴅÍᴀꜱ

3.4K 216 9
                                    

La luz del sol iluminó el cuarto de la rubia, haciendo que esta despierte. Betty comenzó a repartir besos por toda la cara de Jughead, quien se removió aun con los ojos cerrados.

—Que lindo despertar.— dijo con la voz ronca.

La rubia sonrió —Buen día.— murmuró.

—Ven aquí.— la acerco a el, dejando que ella apoye su cabeza en su pecho mientras dibujaba círculos sobre este —Eso me hace cosquillas.— se quejó.

Ella levanto su cabeza para mirarlo, admirando cada parte de su rostro. Sus ojos celestes, en los cuales se podía perder por horas; y sus labios, que encajaban perfectamente con los suyos, era lo que más le gustaba de el físicamente. Cada centímetro de de su cuerpo era perfecto.

—¿Qué tengo?— preguntó con una sonrisa nerviosa.

—Eres perfecto.— respondió mirándolo a los ojos.

Jughead la tomó de las mejillas y la besó antes de hablar —¿Qué le paso a mi Betty?—  preguntó divertido.

—Oh vamos.— soltó una pequeña risa.

El rio junto a ella —Odio interrumpir este momento, pero tengo hambre— hizo una mueca —¿Vamos a Pop's?

—Si. Ahora sal de mi cuarto que quiero vestirme.—

—Como si no te hubiese visto antes.— dijo divertido, a lo que recibió una mala cara de la chica.

—Sal ya.— ordenó.

Jughead levanto ambas manos en forma de rendición  —Bien...— habló para salir. 

Fuera de la habitación, tomó su celular y leyó un mensaje de su mejor amigo: -Apúrate en conquistarla, ya casi no te vemos. Mientras que dentro de la habitación, la rubia se vestía con un short negro y una remera gris, algunos talles más grande de las que solía usar; su cabello rubio y ondulado caía sobre sus hombros, se puso un poco de brillo labial y salido de su cuarto.

Minutos después, ambos caminaban hacia la cafetería cuando Jughead observo detalladamente la remera de la rubia

—¿Esa remera es tuya?

—Si, ¿Por qué?

—Me parece familiar.— se encogió de hombros.

Ella desvió la mirada algo nerviosa —Oh si, tal vez porque antes fue de otra persona.— murmuró, aunque el pudo escucharla.

—¿De quien?

—De Zayn.— respondió aun sin mirarlo.

—¿Por qué tendrías una...?— dejo de hablar —Salías con el— afirmó.

—Si.— confirmó ella.

—Aun usas sus remeras.— murmuró.

—¿Eso importa? Es solo ropa.— le quito importancia, aunque la conversación se volvió incomoda.

El dejo de caminar y giro hacia la izquierda para poder verla —Claro que importa, Betty. Quiero que uses mis remeras, abrazarte y besarte en publico, poder contarles a todos que eres mi novia.— dijo haciendo énfasis en las ultimas dos palabras.

Betty lo miró a los ojos y acarició su mejilla —Quisiera darte una respuesta, pero tienes que esperar.—

Jughead bufó —¿Cuándo me lo dirás?— preguntó ya cansado.

Ella le sonrió, en verdad le divertía verlo desesperado —Tan solo tres días.

Continuaron su caminata —¿Por qué no puedes decírmelo y ya?

—Porque aun no me enamoras.

El enarco una ceja —¿No?

—No,— mintió —y ya deja de hacer preguntas.— se quejó.

...

Luego del desayuno Fangs llamo a Betty para pedirle un favor.

—Bien, tengo que irme.— avisó.

—Espera, voy contigo.—

Ella lo miro y negó —Son asuntos de las Serpientes.—

—Déjame ayudar, puedo ser útil en... sus peleas de pandillas.— dijo haciéndola reír.

—Vienes pero mantendrás tu boca cerrada.— lo señaló con su dedo índice.

—Lo que digas, jefa.—bromeó.

Minutos después cruzaban las puertas del Whyte Wyrm. Jughead lucía asustado, era presa fácil para ellos, pero al verlo junto a Betty, quien caminaba con tanta seguridad, sabían que no podrían hacerle daño. Al notarlo tenso, las rubia decidió hablar.

—Relájate, nadie te lastimara.— susurró.

El pelinegro se relajo viendo como todos la respetaban en ese lugar.

—¡Elizabeth, amor de vida!— chilló Toni.

Jughead levantó ambas cejas —¿Disculpa?

La morena lo miro de reojo —Disculpado.

—Hola, linda— saludó Betty.

—No se que rol cumple el, pero tu vendrás conmigo.— la rubia miró a su amiga de mala manera —Esta bien, tu también puedes venir.— suspiró mirando al pelinegro.

Caminaron por un pasillo corto pero oscuro, al final de este había una habitación con cuatro mesas donde las Serpientes envolvían regalos.

—¿Qué es esto?— preguntó Jughead.

—Todos los años, damos obsequios a niños pequeños. Cosas como libros, juguetes, útiles para colorear, dulces...— explicó Toni.

El chico frunció el ceño —¿Qué clase de dulces?— preguntó haciendo referencia a las drogas, ya que solían ser normales para algunas pandillas.

—¡Jughead!— lo regañaron ambas chicas.

—Lo siento...— murmuró.

Betty suspiró y tomó su mano —Tu vendrás conmigo.— sonrió y lo arrastró hacia una de las mesas, para así, comenzar a envolver juguetes.

...

Jughead bajó de la motocicleta de la rubia —Si tu moto estaba en el bar, ¿Cómo regresaste a tu casa?

—Fangs me llevo a casa, estaba muy ebria para conducir.

—Que bonita historia.— dijo con sarcasmo.

—Lo se.— bromeó.

—Debo irme. Adiós, nena.

—Adiós.— se despidieron con un beso y el no entro a su casa hasta no perder de vista la motocicleta.

¿Me hablas a mi? - BugheadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora