36. El mejor regalo de todos

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Los rayos del sol que se colaron por mi ventana, llegaron hasta mi rostro consiguiendo despertarme. Sin embargo, estaba tan cómoda y calentita entre las sábanas que apenas me inmuté.

—¡Buenos días querida Reina de las Nieves! —escuché a Anne exclamar— ¡Por fin ha ocurrido! ¡Tengo dieciséis!

Al escuchar eso lo recordé al instante, hoy era nuestro cumpleaños. Me quité las sábanas de encima y me levanté.

—¡Anne! ¡Isabelle! —la voz de Marilla nos indicó que teníamos que bajar ya a desayunar—

Rápidamente fui a vestirme, con un vestido simple pero de precioso color amarillo primrose. Me peiné y recogí el pelo en dos largas trenzas.

Fui hacia mi armario en busca del regalo que le tenía preparado a Anne. Una vez lo encontré, salí de mi habitación y fui hasta la suya. Al llegar, la puerta se abrió dejándome ver a una Anne sonriente que al verme se sorprendió. Se hizo a un lado dejándome pasar y luego encajó la puerta.

—Felices dieciséis —saqué el libro que tenía escondido detrás de mí y se lo mostré—.

—No tenías por qué hacerme ningún regalo... —dijo feliz mientras le quitaba el papel ocre en el que estaba envuelto— Jane Austen...

—¿Te gusta? —pregunté por si acaso—

—¿Qué si me gusta? ¡Me encanta! —me abrazó—

—Lo vi en una librería y pensé que te gustaría.

—Pues has acertado de lleno —fue hacia su mesita de noche y dejó el libro encima de esta. Abrió el primer cajón, cogió algo que rápidamente lo escondió detrás de su espalda y volvió hacia mí—. Felices dieciséis a ti también —.

Me tendió lo que parecía ser un pequeño bordado en el cual decía con la propia letra de Anne:

"Eres el mayor regalo que la vida me ha podido dar"

Y junto a esa frase habían bordados de distintos tipos de flores.

—Oh Anne, es precioso —me llevé las manos a la cara para limpiarme varias lágrimas que se me habían escapado—. Habrás tardado mucho tiempo en hacerlo.

—Marilla me enseñó a bordar, al principio era muy tedioso y tardaba mucho tiempo, pero al final se le acaba cogiendo el truco. Si quieres te puedo enseñar.

—Me encantaría —sonreí aún mirando el bordado, le había quedado precioso—, muchas gracias Anne —la abracé—.

—¡Chicas! —Marilla nos volvió a llamar—

—Será mejor que bajemos antes de que se enfade —dijo Anne—.

—¿Crees que habrán preparado algo? —pregunté emocionada—

—Ahora lo veremos.

Al bajar miramos sonrientes a Marilla y Matthew esperando a que dijeran algo, pero no fue así. Matthew se encontraba leyendo algo en la mesa y Marilla preparando las cosas.

—Poned la mesa, no os entretengáis —nos dijo Marilla—.

Anne y yo nos miramos decepcionadas y fuimos a hacer lo que nos dijo. Anne cogió los platos y yo los vasos y colocamos todo sobre la mesa.

—Daros prisa, por favor —volvió a decirnos Marilla—.

Esta vez, con paso más acelerado, fuimos a coger la mantequilla, aceite y cubiertos.

—Matthew, el fuego se ha apagado, ven de inmediato —exclamó Marilla y Matthew se levantó de la silla al momento, para luego salir de la cocina—.

Entonces, Marilla y Matthew volvieron a entrar al comedor. Marilla sostenía una pequeña tarta con dos velas y decorada con piñas, un par de hojas y flores.

—Porque son unas chicas excelentes, porque son unas chicas excelentes... —canturreaban ambos— Porque son unas chicas excelentes y nadie lo va a negar.

—Y que nadie lo intente negar —cantó Matthew poniendo la voz más grave y chistosa—.

Marilla dejó la tarta sobre la mesa, entonces pude ver que en ella había dos monedas de cincuenta centavos.

—¿Cincuenta centavos? —preguntó Anne—

—Para cada una, podéis gastároslo en lo que queráis —respondió Marilla—.

—La tarta...

—Es perfecta —terminé la frase de Anne—.

—Soplad las velas antes de que se estropee.

Anne y yo nos acercamos y soplamos a la vez.

Luego, nos sentamos en la mesa junto a Matthew y este nos ofreció a cada una un pañuelo de tela con bordados de color azul para Anne y verde para mí.

—Oh Matthew —suspiró Anne al abrir su pañuelo y encontrar una pulsera dentro con un pequeño colgante de un sombrero—.

—No me imagino lo que habrá costado. En lo que a vosotras respecta, no tiene control —se quejó Marilla—.

Hice lo mismo que Anne y abrí mi pañuelo, pero acabé decepcionándome pues no había nada dentro.

—Tu regalo, no cabía dentro del pañuelo —habló Marilla mientras apartaba el plato, vaso y cubiertos que habían delante de mí—.

Matthew se levantó y trajo consigo un gran libro que abrió y puso delante de mí, y luego junto a este puso una pluma y tinta.

—Esta es vuestra biblia familiar —comenté—.

—Así es, creemos que debiste firmar hace tiempo, lamentablemente tuviste que irte y no pudimos hacerlo —dijo Marilla—.

—¿Sólo tengo que firmar y ya? —pregunté—

—Poner tu nombre completo, sí —me respondió Matthew—.

—Pero, mi nombre es super largo, serían tres apellidos los que llevaría por delante —dije confusa—.

—Tres apellidos, de tres familias que te criaron —habló Marilla de nuevo—. No le veo problema alguno.

—Llevas razón.

Decidida, cogí la pluma y la mojé en la tinta.

Y escribí justo debajo de la firma de Anne:

"Isabelle Shirley-McKinley-Cuthbert"

—Poder pertenecer a esta familia es el mejor regalo de todos —les dije emocionada una vez terminé de firmar—.

Oficialmente ya era una Cuthbert.


(~^.^)~ fin del capítulo ~(^.^~)

En principio no iba a subir cap hoy pero me entraron ganillas de escribir, y si empiezo un cap tengo que acabarlo, así que aquí estoy subiendo el cap en la madrugada pero no pasa na <3

Pd: cambié la portada, ¿os gusta? <3

Isabelle with an &quot;e&quot; ~ Moody Spurgeon (awae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora