Capítulo 21

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Rudo no comprendía lo que le pasaba, ¿Por qué le hablaba con esa frialdad? Sus ojos siempre fueron como dos cristales transparentes, fáciles de descifrar, pero ahora era diferente, estaban opacos, sin vida. Debía parar lo que fuera que quería hacer, no podía permitir que le hicieran daño.

Si salía de ahí con esa arma en la mano tratando de escapar, no llegaría lejos. La gente que estaba involucrada en el secuestro acabarían con él, no había salida de ese lugar.

Debía tranquilizarlo y asegurarle que todo estaría bien, pero para eso necesitaban estar solos.

— ¡Que lo saques de aquí! — le ordenó a Pecas.

Joaquín no dijo nada esta vez, ni siquiera desvío sus ojos de los de Rudo. Le dolía demasiado saberlo con otro, pero no le podría hacer daño.

Pecas jaló a Ratón y lo sacó de ese lugar, sabía que necesitaban estar solos y la mejor excusa era su cuidado. Al principio Ratón renegó y se quería regresar a darle su merecido a ese chico, pero Pecas lo impidió, diciéndole que Rudo se encargaría, que él si sabía cómo domar a esa fiera.

Rudo dio unos pasos acercándose a Joaquín, pero él no bajó el arma.

— No te acerques o te juro que disparo. — dijo entre dientes.

— Tranquilo no tengas miedo yo me encargo de Ratón, no te volverá a lastimar lo juró. — dio un paso más, él estiro más los brazos, listo para disparar. No lo quería cerca, sabía que si sentía el calor de su piel y de su olor no desistiría más. No era más que una marioneta el cual movía a su antojo y no pensaba permitirlo más.

— Dije que no te muevas. — respiraba profundo, lleno de rabia y dolor, sentía ahogarse. ¿Cómo le había creído? ¿Por qué era tan débil con él? Volteo a ver a su alrededor. — ¿Ratón? No te equivoques, todo esto lo puedo soportar, golpes, abusos, humillaciones, pero no la traición. Tú eres el peor de todos, tú me has hecho el daño más grande.

— ¿De qué hablas? — lo interrumpió.

— ¿De qué hablo? Que te burlaste de mí, haciéndome creer que era importante para ti.

Emilio no acababa de entender lo que decía ¿Por qué dudaba de él, si lo único que había hecho desde que lo conoció fue darle cada pensamiento del día, por Dios le había dado su corazón.

— Que te di todo incondicionalmente y todo era mentira. — sus lágrimas corrían incesantemente.

— Nunca te he mentido... — se defendió.

— ¡Mientes! Me usaste, me hiciste sentir importante para ti, pero solo he sido un escapé más.

— Nunca has sido un escape, para mi eres importante, no te he mentido.

— ¿Eres un dios en la cama eh? al menos eso dijo... ¿Cómo se llama...Leandro?

Comprendió a que se refería, se había dado cuenta de la noche que pasó con él.

— Él no significa nada para mí, tú sin embargo eres el ser más importante de mi vida, tú eres mío...

— No soy nada tuyo. — interrumpió una vez más.

— Si lo eres y lo sabes muy bien. — Dio un paso queriendo tocarlo, lo veía tan dolido que quería abrazarlo, consolarlo, pero Joaquín lo volvió a amenazar.

— No te acerques. — amenazó con el arma una vez más. A él no le importó sus amenazas y continúo caminando, tan cerca que su pecho toco la pistola.

— Dispara, pero asegurarte de dar en el corazón, a ver si así te puedo sacar de una maldita vez. — dijo sin quitar los ojos de los de él, mostrándole que no mentía.

Tu Amor Es Mi Redención *Emiliaco* (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora