Capítulo 25

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Joaquín escuchaba congelado la voz del hombre, exigiendo que lo sacara. Sabían trabajaba para Satán, pero no se saldrían con la suya, les haría pagar todo el dolor que le estaban causando.

Su corazón latía a mil por hora y sus manos temblaban al sentir como se abría la puerta de aquel pequeño compartimento.

Pum, pum, pum ¡maldita sea! no entendía como su corazón había aguantado tanto en estos tres meses, pero era fuerte y lo demostraría.

La puerta se abrió y apareció la cara de un hombre mal encachado. El escalofrío que sintió al verlo, le calo hasta los huesos y su mirada era más dura aun que la de Satán, que eso ya era mucho decir.

Metió la mano a su bolsillo, tomando la pistola en su mano. Debía ser paciente, eso siempre se lo recalcaba Sergio una y otra vez. Era muy bueno con las armas, pero sabía que la mejor defensa era la paciencia.

Cuando una persona actúa por miedo, las lleva de perder. Se debe pensar con mente fría y calcular cada uno de los movimientos. Cuando fue secuestrado, dejo que el miedo actuara por él, pero esta vez sería distinto.

El hombre lo tomó del pelo, bajándolo de la camioneta. Joaquín inmediatamente llevó su mano a la de él, tratando de minimizar el dolor en su cabeza.

Lo observo unos segundos y río cínicamente.

— ¿Con qué tratando de escapar eh? Quien diría que sería Rudo quien trataría de ayudarte. ¿En dónde quedo ese amor de hijo? A ver qué dicen nuestro gran amigo Satán y Facu cuando se enteren. — acercó su cara a la de él. — Aunque puedo entender porque Rudo te quiso ayudar, eres hermoso. Lástima, porque mañana amanece con un tiro entre ceja y oreja por su hazaña.

Esas palabras solo consiguieron que le hirviera la sangre y que el miedo que tenía se convirtiera en rabia. Nadie lastimaría, ni a su gran amor, ni a él, porque pagaría con su propia vida.

— Sin embargó, tú no vas a correr con la misma suerte, porque a ti te lleva la huesuda hoy. — quería asustarlo, porque sabía perfectamente que era vital conservarlo con vida. Le puso el arma en la cabeza y Joaquín pudo escuchar el click que hizo al prepararla.

Ahora era el momento de actuar, de dejar a un lado el miedo. Sin sacar el arma del saco disparó, dándole en el vientre. El disparo hizo que lo soltara de inmediato, dio un paso atrás para disparar él también.

En ese momento el hombre que los veía atónito e incrédulo de ver el valor de Joaquín tomó una pala y le pegó en las manos, tumbándole la pistola.

— Te equivocaste de chico y Satán nunca se va a enterar que fue él, el que me ayudo, porque al que se lleva la huesuda esta noche es a ti. El que se atreve a amenazarlo a él o a mí, lo MATO — resalto la última palabra y levantó las manos. Le apuntó a la cabeza listo para disparar, cuando un ruido ensordecedor y algo caliente le salpico la cara desconcentrándolo.

El hombre cayó al suelo muerto, con un balazo en la cabeza. Estaba confundido, aunque estaba a punto de hacerlo él mismo, alguien más se le adelanto ¿Pero quién fue?

Escucho ruido acercándose desde las sombras, he inmediatamente apunto con el arma.

— No se acerqué o disparo. — hablo nervioso. Un hombre salió de la oscuridad levantando las manos.

— No temas, Rudo me mando para asegurarme que estés bien. — Joaquín inmediatamente bajo las manos y se apoyó en sus rodillas tratando de respirar.

No podía creer que estuvo a punto de quitarle la vida a una persona, pero era su vida o la de él. Él hombre lo tomó del brazo enderezándolo.

— Por favor, señorito, es importante que suba a la camioneta y se marchen en este momento, no hay más tiempo que perder.

Tu Amor Es Mi Redención *Emiliaco* (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora