Joaquín sabía que después de lo que había hecho, venían las consecuencias. Rudo, como le decían a su Ángel se lo dejo claro. Así que una vez que termino de hablar, su mente, su cuerpo se puso en alta alerta e inmediatamente sus ojos volaron a ver la reacción de los demás.
Vio la cara llena de maldad y la sonrisa cínica de esos hombres formarse en sus caras, lo que causo que un escalofrío corriera por todo su cuerpo.
Las fuerzas lo abandonaron al ver como dieron unos pasos decididos hacia a él. El terror que sintió fue indescriptible, su pecho se apretó y la respiración se hizo pesada. Recordó el momento del secuestro y no podía reaccionar, no oía nada más que los latidos de su corazón.
¿Qué le pensaban hacer? Volteo a ver a Emilio, necesitaba verlo, eso le daría la tranquilidad que necesitaba. Él no permitiría que lo lastimaran, al menos eso creía. En ese momento cuando sus ojos se cruzaron con los de él vio miedo, inseguridad y rabia en ellos. Recordó las palabras que le dijo la noche anterior. — Si yo hago algo, el que te hará daño soy yo.
No pudo pensar en nada más, cuando sintió el duro cuerpo de su ángel tomarlo en brazos. La cara de esos hombres se llenó de confusión e incredulidad. Estaban atónitos ante lo que sucedía, pero no hicieron nada por detenerlo.
Aunque lo cargaba con cuidado, para no lastimarlo su cuerpo estaba tenso y su respiración agitada.
El instinto de supervivencia entro en acción y empezó a patalear y darle puñetazos. Alcanzó a oír a lo lejos la voz de su padre que suplicaba no lo lastimaran, pero no podía prestar atención, porque tenía un problema más grande cargándolo en brazos.
Al percatarse que lo llevaba a la cama, supo inmediatamente cual sería el acto seguido y entró en gran pánico.
— ¡Nooooo, no... por... favor! No... no lo hagas. — suplicaba entre sollozos y patadas. —Por favor, tú no eres como ellos... no, no por favor.
Sus palabras le rompían el corazón, sentía ahogarse y por un segundo pensó en dejarlo ir, pero escuchó cuando Satán le decía a Ratón. — Si no puede con él yo me encargo, le tengo unas ganas a ese gringo.
— Como no va a poder si el Rudo está más fuerte que tú. — respondió Ratón.
— No lo digo por la fuerza física, si no por la emocional. Rudo aunque es cabrón respeta a los hombres como él y no creo que se atreva a hacerle nada y para eso estoy yo aquí. — echó una carcajada que solo consiguió enojar más a su amigo.
Debía hacerlo no había otra opción, lo dejó claro, si él no lo hacía entraría en acción. No podía permitir que lo tocaran, sabía que se ganaría su odio, pero no permitiría que lo lastimaran.
Lo tiró a la cama y tomando sus manos esposadas las levantó sobre su cabeza, atorando la cadena en un hierro que salía de la pared.
Sus manos quedaron inmovilizadas, pero sus pies no, y los usaba dando patadas con todas las fuerzas que tenía. No eran muchas, ya que el miedo se había apodero de él, robándole todas sus energías.
Con una mano Emilio le detuvo las piernas y con la otra desabrocho el pantalón. Lo tomó por el cinturón, asegurándose de agarrar el bóxer y jaló con gran fuerza hasta quitárselos. Pasó saliva al ver su piel desnuda, era un dios.
Desde que lo había conocido se sentía sediento, hambriento por él, como si anduviera en un desierto y solo su piel pudiera saciar esa sed y esa hambre que lo enloquecía.
Deseaba tanto entrar en él, pero no así, no causándole ese daño que lo atormentaría por siempre. Él no era el tipo de hombre que abusaba de su fuerza con un chico más débil e indefenso.
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Tu Amor Es Mi Redención *Emiliaco* (Adaptación)
FanfictionJoaquín, hijo de uno de los magnates más poderosos de la industria en los Estados Unidos. Alegre, extrovertido, vivía una vida cómoda y sin preocupaciones, pero todo cambió de la noche a la mañana. Una llamada telefónica puso su mundo de cabeza, al...