Tu Amor Es Mi Redención *Emiliaco* (Adaptación)

Capítulo 46

— Se lo llevaron. — respondió Sergio.

No, no, no, por favor ¡no pueden hacerle daño! Empezó a hiperventilar.

— ¿Quien? ¡Qué hacemos aquí, vamos por él! — hablaba desesperado, ansioso. Quería salir de ese lugar e ir a buscarlo. ¡Él estaba herido! no le importaba poner su vida en peligro una vez más, con tal de salvarlo.

— ¡Joaquín, Emilio está bien! Recibimos una llamada telefónica al poco tiempo que despertó, dejándonos saber que vendrían por él. Esa fue la razón por la cual el doctor insistió que salieras del cuarto. Sabía que también querían acabar contigo y quería protegerte. Lo sacamos antes de que llegaran, él está bien.

Su corazón se tranquilizó un poco.

— ¡Vamos con él! Llévame a verlo.

— Lo siento, no hay nada que pueda hacer al respecto. Ahora él está bajo protección del gobierno de Estados Unidos. Se ha convertido en una pieza muy importante en la investigación, el que lo quisieran matar hace que el gobierno actué.

— ¿Cuándo lo podré ver?

— No lo sé, pero yo estaré al tanto y te mantendré informado. Al menos puedes tener la tranquilidad que estará a salvo.

*****

Seis meses después

— Joaquín hijo, tu madre y yo queremos ir al pueblo a hacer unas compras. — sonrió nerviosa la madre de Emilio. — ¡Es que si no salimos de aquí nos volveremos locas! — ha Joaquín no le gustaba mucho esa idea, aún no era seguro que salieran a la calle. — Bueno, lo que queríamos era pedirte permiso para llevarnos al pequeño Ángel con nosotras.

— No creo que sea prudente, no sabemos cómo están las cosas allá afuera... — respondió indeciso, pero amablemente.

— Llevaremos escolta, si te hace sentir más tranquilo. — lo interrumpió.

¡Qué imprudente era! ¿Cómo es que quería sacar al niño a la calle, cuando conocía muy bien la situación en la que estaban?

— No, hemos hablado con Sergio, para que nos diga como están las cosas allá afuera y no...

— ¿Hablan de mí? ¡Escuche mi nombre! — la voz de Sergio los interrumpió. El corazón de Joaquín se aceleró al escuchar su voz, estaba feliz de verlo y no solo eso, por fin sabría algo de él. Corrió a sus brazos feliz y se le colgó del cuello.

— ¡Sergio! tanto tiempo sin saber nada de ti. — se despegó de su cuerpo y dio un golpe en el hombro. — ¿Nunca vuelvas a hacer algo así, me estás oyendo?

Sergio rio y llevó la mano a su frente, en saludo militar.

— A sus órdenes jefe.

Los dos rieron y se volvieron a abrazar. Como extrañaba la sonrisa de su amigo.

— Escuché mi nombre cuando llegué, en qué puedo servirles. Miro a la madre de Emilio y le extendió la mano para saludarla.

— Quieren ir de compras y llevarse al niño, pero no creo que sea prudente...

— ¿Por qué no? Que vayan, solo que lleven a uno o dos...

— ¡Sergio! — dijo su nombre angustiado.

— Todo está bien, aquí no tienes por qué temer. Mandaré a mis mejores hombres si eso te da más tranquilidad.

— Está bien, pero mucho cuidado. — respondió viendo a la madre del amor de su vida, después de pensarlo unos segundos y la mujer se marchó feliz.