Capítulo 22

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— El poco tiempo que llevó conociéndote, no ha impedido que me enamore como un loco de ti. Es como si hubieras sido creado para mí, encajamos a la perfección, cada curva de tu cuerpo, cada beso de tus labios fue hecho solo para mí.

Lo veía con ojos llenos de amor, su corazón comenzó a latir incontrolablemente. ¡Es que ese hombre era perfecto! siempre sabía que hacer o decir para enloquecerlo.

— ¿No me estas mintiendo? — Emilio negó con la cabeza y le acaricio el pelo.

— No mi Tritón, si en algo he sido completamente sincero es en mis sentimientos por ti. Me he enamorado, no lo puedo negar más, desde que te vi te convertiste en algo vital para mí.

Sus palabras solo lograban que su corazón palpitaba descontroladamente y no podía ni respirar, él se dio cuenta y sonrío.

— Respira.

Le susurró al oído, era la segunda vez que se lo decía, es que el oírlo hablar y ver su hermosos ojos en él hacía que hasta ese detalle tan vital se le olvidara.

Emilio sabía exactamente lo que causaba en Joaquín y lo hacía feliz saber que lo amaba de la misma manera que él lo hacía. Por ese amor que estaba floreciendo entre ambos lucharía, haría cualquier cosa por su bienestar.

Leandro era un hombre hermoso no lo podía negar y aunque antes le era placentero estar íntimamente con él, ahora las cosa habían cambiado. La noche que pasaron juntos fue la más difícil de su vida, tuvo que cerrar los ojos he imaginar que era él, su Tritón. Lograrlo fue lo más difícil del mundo, porque no era su olor, ni era su delicioso sabor el que probaba en esos labios.

— Juro que lo que menos quiero es hacerte daño, pero hay cosas que no se pueden evitar y por ti soy capaz de lo que sea, con tal que estés bien.

Veía la sinceridad en sus ojos o simplemente eso quería creer, era tan fácil para él convencerlo, bien le podía decir que la tierra era cuadrada y Joaquín le creería. Pegó la cara a su cuello inhalando su aroma, lo extrañaba y quería embriagarse de él.

— Entonces no vayas a tu cita con él. — Suplicó. Sus lágrimas volvieron a salir, era imposible detenerlas. — Me mata imaginar tus manos en alguien más que no sea yo, sé que no hay nada entre nosotros, pero para mí ¡tú eres mío! — volvió a levantar la cara y volteo a verle los labios, llevando su mano a ellos, los acaricio suavemente. Él inmediatamente los tomó con su mano libre y besó. — Tus besos me pertenecen y la mirada llena de deseo de esos hermosos ojos chocolate son para mí, solo para mí. No quiero que lo veas, por favor.

Emilio lo abrazo con gran fuerza, su Tritón sufría por él. Joaquín era tan inocente y delicado que temía causarle un daño irreparable, pero haría lo que fuera por mantenerlo a salvo.

— Tritón mi corazón te pertenece, todo yo te pertenezco, pero ya te lo dije, por ti soy capaz de todo. No me perdonaría si algo te llegara suceder y yo lo hubiera podido evitar. Tú eres mío y te protegeré con mi propia vida si es necesario. — limpio el agua salina que corrían por sus mejillas y sin poder contenerse más, pegó sus labios a los de él. Éste beso fue diferente, era la primera vez que lo hacían después de declararle su amor.

Lo besó con ansiedad y gran amor, sus lenguas bailaban en son a los latidos de su corazón, era como si fuese la primera vez que se encontraban después de una larga ausencia. No había parte en su boca a la que no le diera la bienvenida, ese era el sabor que quería probar el resto de su vida.

Terminado el beso lo volteó a ver y le pidió las manos, para quitarle las esposas.

— Estoy muy orgulloso de ti, eres increíble y muy valiente. — dijo sonriendo.

Tu Amor Es Mi Redención *Emiliaco* (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora