Capítulo 36

444 58 28
                                    

No podía pensar por el dolor y rabia que lo carcomía por dentro. Lo cegaban completamente, dejando que sus emociones controlaran sus acciones.

Movió lentamente su índice, para jalar el gatillo, cuando algo dio un fuerte golpe a su mano, haciendo que la pistola saliera volando por el aire.

Ni uno de los dos se inmutó, continuaron viéndose a los ojos.

— ¡Están locos! — grito Sergio. Al darse cuenta de que lo ignoraban por completo, tomó a Joaquín de la mano y lo puso de pie, exigiendo que lo viera a los ojos. —¡¿Mierda Joaquín te das cuenta de lo que estabas a punto de hacer?! ¿Acaso ya olvidaste todo lo que viviste estos tres años, creyéndolo muerto? ¿Quieres volver a vivirlo? — Se pasó la mano por el pelo lleno de frustración. Tomándolo por los hombros lo sacudió — ¿Cómo crees que te sentirías una vez que lo vieras tirado en el suelo y saber que fuiste tú el que lo mató?

Joaquín abrió los ojos como platos, hasta ese momento no había reaccionado, ni cuenta se había dado cuando Sergio entro al cuarto, ni de lo que estaba a punto de hacer.

¿Matarlo? ¡Mierda! Estuvo a punto de... No terminó de responder a la pregunta en su mente, cuando empezó a llorar incontrolablemente. Se llevó las manos a la boca y volteo a verlo.

— ¡Sácame... de... aquí Sergio! No puedo seguir ni un segundo más en esta casa. — dijo con voz cortada.

Rudo se puso de pie inmediatamente y fue a agarrarlo, no podía permitir que se fuera. Sergio se metió en medio, impidiendo el paso.

— No creo que sea el momento adecuado. — amenazó.

— ¡Joaquín por favor escúchame!

— ¿No te das cuenta de lo que acaba de suceder? — le dijo furioso Sergio. — Estuvo a punto de matarte ¿Acaso no te importa tu vida?

— Mi vida me importa un bledo sin él, le pertenece y me la puede quitar cuando quiera. Lo que no puedo permitir es que se vaya de aquí. Le pueden hacer daño allá afuera, necesitó que me escuche, Tritón. — pidió suplicante.

— Yo no permitiré que le pase nada, necesita tranquilizarse un poco, volveremos más tarde.

Joaquín no podía ni ver a Rudo, estuvo a punto de matarlo. ¿Qué le pasó? ¿Cómo fue capaz de tal monstruosidad? Él era todo y estuvo a punto de acabar con su vida.

Rudo asintió, tal vez Sergio tenía razón y lo más inteligente sería estar solos por un momento, para que ambos se pudieran tranquilizar. Debían pensar en lo sucedido y arreglar las cosas, la única esperanza que le quedaba era que Sergio hablará con él y lo convenciera de que lo escuchará.

Sergio lo abrazo fuertemente, le dolía verlo así de quebrado, sabía el dolor que sentía en ese momento.

Joaquín en verdad amaba a ese hombre y si hubiera llevado a cabo lo que pensaba hacer, sería su propio fin.

Salieron del cuarto y en la sala se encontraron con Bruno, quien hablaba con Leandro. Joaquín lo vio e inmediatamente se dirigió a la salida, no podía estar en el mismo cuarto que él.

— ¿Sucede algo? — preguntó a su prometido.

— Ahora volvemos, Joaquín no se siente bien, lo voy a llevar a dar una vuelta para que se despeje un poco ¿Vienes? — preguntó dirigiéndose él mismo a la puerta.

— Claro que sí. — volteo a ver a Leandro. — Mucho gusto conocerte, si me disculpas al rato volvemos.

Leandro de inmediato se dirigió a la recamara de Emilio, quien no respondía a su llamado, porque aún se encontraba en el cuarto de su Tritón. Después de un rato salió.

Tu Amor Es Mi Redención *Emiliaco* (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora