Capitulo 1

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Cuatro niños, se encontraban en un pequeño parque. Corrían alegres entre los diferentes juegos, se dejaban caer por los resbalines, pasaban por los columpios y subían a los árboles mientras creaban su propia historia de grandes batallas y aventuras piratas.

Pero al estar corriendo, la más pequeña con sólo 5 años en ese momento, no miraba el suelo, estaba tan centrada en seguir a sus amigos que sin quererlo, tropezó con una piedra que le hizo perder el equilibrio e irse contra el suelo de forma brusca.

—¡¡(TN)!! ¡¿Estás bien!?

El niño con sombrero de paja y una cicatriz bajo su mejilla izquierda quien tenía la misma edad de la niña, dejó de correr para ir al encuentro de su amiga.
Los dos restantes que eran los mayores de 9 años, también se acercaron hasta la pequeña para asegurarse de que ella se encontraba bien, pues había sido una buena caída.

—S-si, creo que si. —respondió la pequeña aguantando una mueca de dolor, sentándose en el suelo.

Se sacudió las manos, y sólo en ese momento se dio cuenta que tenía raspones con sangre en sus palmas y rodillas.

—¿Te duelen mucho? —Preguntó el niño rubio con preocupación viendo las sucias heridas.

Ella hizo un gesto de "más o menos" como respuesta.

—¿Puedes pararte? —Esta vez fue el pelinegro con pecas.

Asintió. Trató de ponerse de pie para demostrarlo, pero al hacerlo sintió más dolor que se notó enseguida en su rostro. A pesar de eso, intentó dar unos pasos en muestra de que si podía sola.

—No te hagas la fuerte, se ve que te duele.

—Ace, creo que lo mejor será ir a dejarla en su casa por hoy.

—Si... Tiene que limpiar sus raspones.

—¡Yo puedo encargarme de eso! —Dijo sonriente.

El pequeño pelinegro, iba directo a usar su lengua en la rodilla de su amiga. Pero sus hermanos lo detuvieron enseguida.

—¡Luffy, no hagas eso! —Exclamaron al unísono.

Los mayores le dieron un golpe en la cabeza que hizo al monito morderse su lengua.

—¡Auch! ¿Por qué? Iba a quitar la sangre...

—¡Hazlo cuando tú te lastimes! —gritaron ambos.

Luffy puso un puchero por el reproche, que generó las risas en la más pequeña. Llamando la atención de sus tres amigos.

Ace se colocó frente a ella en silencio mientras se agachaba con sus manos hacia atrás, esperando a que se subiese en su espalda.
Algo dudosa y con cuidado, se subió a caballito del pecoso, el cual se levantó, la acomodó y comenzó a caminar junto a sus hermanos.

—Gracias, Ace... —agradeció la pequeña (c/p) abrazándose al cuello del mayor.

Los tres chicos sonrieron y el pecoso asintió.

El trayecto hasta la casa de (TN) fue entre conversaciones sin sentido y risas, que hicieron a la menor olvidarse que tenia las rodillas heridas durante esos minutos, pues su mente se mantenía distraída con las ocurrencias y discusiones de los tres chicos, especialmente entre el monito y el pecoso. Una vez estuvieron en su casa, Sabo con las llaves que (TN) traía en su ropa abrió la reja, y tocó la puerta esperando a que la mamá de la menor saliese. Cosa que no tardó mucho en pasar, y al abrir, les dedicó una sonrisa. Eso hasta que notó las rodillas de su hija.

—Vaya, (TN). ¿Qué pasó esta vez? —Preguntó viendo los raspones.

—No vi una piedra... De nuevo. —Su madre suspiró.

Pasado pisado. (Sabo, Ace x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora