Capítulo 37

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–¡Pija! – Dije cayendo al suelo – pero estoy pasada de gafa – murmure levantándome del piso y sacudiéndome el polvo.
No sé por cuanto tiempo he caminado, y después del último par de demonios, me siento muy cansada, estoy desesperada, estos túneles parecen convertirse en un laberinto lleno de oscuridad, saqué mi estela y me hice una runa de energía en el antebrazo.
Sintiéndome repotenciada, continué mi camino, el túnel frente a mi comenzó a tomar una forma más definida, ahora, era un pasillo que tenía puertas a los lados, intente abrir varías de las puertas, pero todas estaban trabadas.
Vi una luz al final del pasillo y pegué a la puerta ocultándome, era uno de esos demonios de gas que estaban por todos lados, se movió por el pasillo hacía mí, pero antes de llegar a verme, se dio la vuelta y regresó.
Estaba a punto de seguir caminando cuando escuche algo, más bien a alguien, estaba cantando, era una de mis canciones favoritas, era “Over again” de One Direction. ¿Quién podría estar cantando? Comencé a moverme, pegando mi oído a cada puerta, buscando el lugar de donde provenía aquella voz.
– If you’re pretending from the start, like this, with a tight grip, then my kiss; Can mend your broken heart; I might miss, everything you said to me…
Escuché con claridad, había encontrado el lugar, tomé impulsó y lancé una patada a la puerta, logrando sacarla de sus goznes.
– And I will give you all my heart… - quien cantaba se detuvo al verme - ¿Alana? – dijo Galileo, el cual estaba tirado el en suelo.
–So we can start it all over again – termine el verso que cantaba.
Y corrí hasta él lanzándome en el piso, y de forma deliberada, casi sin pensarlo, pegue mis labios con los del chico.
Me separe estupefacta por lo que había hecho, y extrañada de aquel sentimiento de cosquilleo en todo mi interior.
–Per- perdón – tartamudeé.
Galileo sonrió.
–Entonces eso ha sido tu primer beso – fue lo que dijo.
–¿Estás bien? – Dije ignorando lo que dijo y prestándole atención a su aspecto por primera vez.
El chico estaba sucio y tenía un golpe sobre la sien, tenía sangre seca.
–Ahora sí – estiro su mano derecha y acaricio mi mejilla – aunque – levanto su otra mano, la cual estaba atrapada por una cadena – un poco atrapado.
–Ya basta – quite su mano de mi mejilla – me haces sentir rara – me levante y saqué mi estela, dibujando una runa de apertura en la banda de metal que le cubría la muñeca – ya estas libre.
–¿Qué rayos es eso? – dijo confuso.
–No hay tiempo de explicarlo ahora – lo tomé de la mano y lo ayude a poner en pie – tengo que sacarte de aquí.
–Ok – camino a mi lado – no, necesito comprender que rayos pasa, una mujer vestida de terciopelo me dijo que necesitaba matarte, era muy normal, hasta que veías sus manos, eran como garras, aunque eso es lo de menos, ¿Por qué te quiere muerta? No entiendo nada de lo que ocurre.
–Solo puedo decirte, que todas las historias y cuentos de hadas que te contaron, son ciertas.
–Asombroso – dijo con rostro pensativo – No sé qué está pasando, pero me gusta.
–Estás loco – entramos por un pasillo que parecía no tener fin – tengo la ropa carcomida por icor, estoy cubierta de sucio y tengo hambre.
–Sí, pero me besaste.
–Ya, solo estaba emocionada por haberte encontrado – dije.
–¿Segura?
Empuje a Galileo hacía la pared para que quedara escondido entre la oscuridad de la piedra y yo me pegué a la otra pared justo cuando vi un enorme Behemoth arrastrarse varios metros frente a nosotros, le hice señas a Galileo para que hiciera silencio.
Él lo vio por el rabillo del ojo e hizo una mueca de asco. Unos segundos más y la asquerosa criatura se fue, suspiré.
–Alana – Galileo se acercó a mí, yo apuré el paso halándolo del brazo - ¿Quieres ser mi novia?
–En este momento solo quiero sacarte de aquí con vida – le respondí brusca.
–Que linda, te preocupas por mí.
–Ya basta, de verdad, no seas ladilloso.
Mi corazón estaba acelerado, y no solo por el hecho de estar caminando apresuradamente entre los pasillos de una cueva, sino porque el chico que me gusta estaba coqueteándome.
Me detuve en seco, cuando el Behemoth que antes habíamos evadido cruzó por el pasillo frente a nosotros, el monstruo sonrío mostrando una hilera de dientes.
–¿Qué mierda es eso? – dijo Galileo halándome hacía atrás.
–Quédate atrás – lo solté y saqué un cuchillo serafín.
–No, si te hace daño…
–Confía en mí.
–Hazle caso – el demonio habló expulsando baba – te haré daño, masticare tu piel, moleré tus huesos, nephilim.
–Nakir – dije y mi cuchillo seráfico se encendió – no soy cualquier nephilim – dije sintiendo la adrenalina moverse por mi cuerpo.
–Sí – respondió la cosa que era mucho más grande que una vaca – no eres cualquier nephilim, eres una muy estúpida nephilim – cuando habló su baba me chispeó en el brazo, quemándome.
El enorme demonio se abalanzó sobre mí, solo pude retroceder y empujar a Galileo hasta un lugar seguro y regrese envistiendo hacía el demonio clavándole el cuchillo en el estómago, y con fuerza lo abrí a la mitad.
–¿Quién es estúpido ahora? – dije viendo el demonio retorcerse en el suelo para desaparecer a su dimensión.
–Eso fue brutal – dijo Galileo acercándose a mí - ¿Por qué no sabía que podías hacer esas cosas?
– Porque no podía decirte sobre esto – comenzamos a movernos – y Jace te odia.
***
–Holy shit – se quejó en inglés Gil – quítate de encima – empujó a Elizabeth.
–Déjame idiota – se alejó de él.
–¡Chicos! – Gritó Briana - ¿Están aquí?
–Sí – Gritó Allison – hay algo raro junto a mí.
– Soy yo – Mariana dijo.
–Oriana y yo estamos por aquí – Gritó Ashley.
–Estoy con Briana – gritó Caleb.
Todos estaban en la misma habitación, la cual estaba completamente oscura, pero separados en “jaulas”, cubos transparente hechos con magia.
Elizabeth sacó su teléfono y encendió la linterna. Los chicos se encontraban dispersos en parejas.
–¿Qué es esto? – Allison se acercó y toco la pared transparente, que ondeo como la superficie de un lago.
–Más importante aún – dijo Oriana que tenía su teléfono con la linterna encendida en la mano - ¿Qué es eso?
Todos vieron hacia donde la gemela señalaba, la habitación donde estaban era amplia, y frente a ellos había una especie de ataúd de cristal.
–Parece la Urna de Blanca nieves – dijo Briana.
–No creo que la princesa más hermosa del reino este dentro – Caleb dijo.
–¿Por qué estás tan seguro? – Dijo Oriana.
–Porque la princesa más hermosa del reino está junto a ti.
Algunos de los jóvenes soltaron risas y comentarios sarcásticos, Gil puso los ojos en blanco.
–Si eres jala bola – le respondió Ashley, que se había sonrojado.
De pronto, la habitación se llenó de luz, y todos pudieron ver lo que había con caridad.
La urna de cristal frente a ellos estaba rodeada por velas y una especie de pentagrama, en cuanto lo que había dentro no se podía saber con exactitud, pues estaba llena de una espesa niebla grisácea.
–Vaya – se escuchó una voz proveniente de uno de los pasillos que daba entrada al lugar - ¿Pero que tenemos aquí?
Una mujer alta y delgada entro al lugar caminando lentamente, iba vestida con un largo vestido de color violeta, lleno de piedras preciosas, sus guantes de terciopelo negro que le llegaban hasta el codo también estaban adornados de joyas.
–Un montón de niños mundanos – continuó casi arrastrando las palabras – y… Un par de cachorros.
–Lamentablemente no podrás tener nuestras pieles, Cruela de Vil – le gritó Ashley con odio.
–Y se creen chistosos – La bruja camino hasta la urna de cristal – no esperaba tener muchos invitados, pero será divertido jugar con ustedes.
–¿Quién es usted? – Allison que parecía haber visto un fantasma habló.
–Oh – la bruja mostró una sonrisa en su rostro ojeroso – no creí ver rostros conocidos.
–¿Conocidos? – Dijo Elizabeth - ¿Quién rayos es usted?
–Yo soy la Sra. Dark.
–Bruja asquerosa –Ashley le dijo – tienes suerte de que este atrapada, porque si no, estuvieses hecha pedazos.
Ashley estaba sorprendida del odio y desprecio que sintió hacia aquella mujer, y quiso hacer con ella lo que dijo Alana, sin duda quería matarla.
Pisadas fuertes se acercaron al lugar, y un autómata que cargaba entre sus brazos a Rebeca entró.
–Una más – dijo la Sra. Dark – esto sí que no me lo esperabas.
–Maldita bruja – Rebeca le lanzó un escupitajo.
–Shh – la bruja hizo un ademan para que callara –no estoy para reproches.
Rebeca vio al grupo de jóvenes en las Jaulas y abrió los ojos como platos.
–¿Qué hacen aquí? ¡Suéltalos ya! – se dirigió a la Sra. Dark.
–No. Ellos vinieron aquí por su propia voluntad, son invitados, al igual que tú, no pueden irse hasta que yo lo decida.
–¿Dónde está mi hija?
La bruja mostró una media sonrisa.
–¿Cuál?
–¡Fuiste tú! – Rebeca forcejeo para soltarse del autómata – Tú, traidora, dijiste ser mi amiga solo para robarme a mi verdadera hija, y envenenar a la que me diste, Tú y seguramente Samuel.
–Sin rencores Rebeca – paso una garra por su rostro – por cierto, Samuel murió hace un tiempo, que te puedo decir, no te metas con los Kelpis.
–¿Qué hiciste con mi verdadera hija?
–¿Cómo te llamas niña rubia? – dijo dirigiéndose a Allison.
– Allison – soltó en un hilo de voz.
–¿Sabes por qué tienes esa sensación de haberme visto antes? Probablemente no. El punto es que conozco a tus padres, tantos los adoptivos como los biológicos. Quienes te criaron me pagaron por ti, querían una hija, realmente no entiendo para que, si ni siquiera están contigo, ellos viajan y viajan.
–¿Cómo sabe eso? – dijo secándose una lágrima.
–Sé muchas cosas. Rebeca – la vio con desdén – esa niña – señalo a Allison – es tú hija perdida.
Todos quedaron en silenció, tanto Rebeca, como Allison viéndose fijo a los ojos de forma estupefacta.
–¿Para eso querían saberlo? – La Sra. Dark rompió el silencio – para verse fijamente y no decir nada, los humanos son muy raros.
–¡Sácanos de aquí! – le gritó Ashley.
–No, mi creación vendrá hasta aquí por ustedes, además, si le dejó libres será aburrido.
–Oh no, te puedo asegurar que no te aburrirás si me sueltas, aunque tampoco divertido para ti.
–¿Y qué piensas hacer? – La bruja se acercó a la jaula de magia donde estaba – ¿gruñirme?
–Te destrozare esa fea cara.
–Já – la bruja golpeo la pared transparente – déjame verte como realmente eres, muéstrame esos colmillos.
La furia llenaba a Ashley, y lágrimas de rabia le brotaron por los ojos.
–Tal vez si te transformas pueda lograr salir de ahí, cachorrita.
Ashley le dio un gruñido, y sus colmillos comenzaron a brotar, no pudo contenerse, estaba furiosa.
–Ashley contrólate – le dijo Caleb – no te dejes llevar.
–Los perros no se controlan – dijo la bruja.
Y Ashley se convirtió en una enorme loba, la cara de sus amigos era una mezcla de terror y asombró, Oriana quien estaba junto a Ashley, se encontraba pegada a la pared contraria de la jaula donde estaban.
–Yo lo sabía – la bruja se alejó con lentitud.
Hizo un movimiento con su mano y por un momento, una pared de la jaula desapareció, momento que aprovecho Ashley para salir y atacar, pero la bruja le lanzó un chispazo de magia violeta que la lanzó lejos.
–Quiero ver que intentes destrozarme, ven.
***
Un fuerte aullido resonó en la cueva.
–Escuchaste eso – Le dijo Galileo.
–Sí –dije.
Un hombre lobo, reconocí, ¿Acaso la bruja tenía más gente aquí? ¿O… será posible que Ashley viniera por mí? Tal vez se encuentre en una pelea, es muy probable que Caleb la haya acompañado.
–Muévete – le dije a Galileo mientras apuraba mi paso.
–Ese ruido indica peligró, deberíamos ir en dirección contraria.
–Si ese ruido es lo que creo, es momento de ir lo más pronto posible.
Camine la más rápido posible, pero en un momento determinado estaba corriendo, el intrincado camino se convertía en una curva, donde al final se veía una luz y el ruido se hacía más claro. Gruñidos y gritos de… ¿esos son mis amigos?
Me paré en seco y le hice señas a Galileo para que hiciera silencio, me acerqué lentamente y vi aquella escena que hizo que mi corazón diera un vuelo.
Mi mamá estaba sostenida por un autómata, los chicos atrapados dentro de un “Cubo perfecto” y… Ashley, ella estaba tirada en el piso, perdió su forma de mujer lobo, y estaba acurrucada con las manos en el estómago, de donde vi, manaba sangre, tan roja como la que de su frente escurría. La Sra. Dark estaba cerca de ella, con una sonrisa.
–No creo que sigas luchando – le dijo la bruja – que venga el siguiente, es emocionante, al final terminaran muertos, como Alana – la bruja dio un giro observando todo - ¿Dónde Estás Alana? Puedo sentirte, ¿atacarás por la espalda? O te quedaras a ver como mueren tus amigos – la Sra. Dark rió – turno de Allisón – dijo y con un ademán la sacó de la jaula - ¿Intentaras luchar o te darás por vencido?
–Déjala – habló Rebeca – si le harás daño a alguien que sea a mí.
–No te preocupes querida, tú también morirás – la bruja se dio la vuelta y camino hacía una mesa.
Allison se agachó y tomó una roca, justo cuando la bruja volteó, Allisón se la lanzó dándole en la frente.
La mujer se tambaleó hacía atrás, pero rápidamente retomó la compostura.
–¡Corre! – le gritaron los jóvenes a la rubia.
Está salió corriendo lo más fuerte que pudo.
–Estúpida niña.
La Sra. Dark movió sus manos y con algún truco mágico, elevó a Allison por el aire y a lanzó contra la pared de la cueva. La chica quedo tendida en el suelo.
–Morirás más rápido de lo esperado – La Sra. Dark tomó una daga y caminó hasta donde Allison estaba tirada – Alana, como no te apresuras con tu sangre tendré que utilizar la de tus amigos – y tomó a Allison del cabelló levantándola y poniéndole la daga en el cuello.
Y no espere ni un segundo más y aparecí frente a ella.
–¡Detente! – grité.
La bruja soltó a Allison.
–Alana vete de aquí – dijo Rebeca.
–Cállate – La Sra. Dark le propició un fuerte golpe en el rostro dejándola inconsciente.
–Deja de hacerles daño – dije lo más serena que pude.
–Es todo tu culpa, debiste haber llegado más pronto, así hubieses evitado que tu madre y tu amiga estuvieran inconsciente y que ella – señalo a Ashley – se esté desangrando.
Quise correr hasta donde Ashley, pero me contuve, sé cómo detener esto, y lo haré.
—Para cualquier ritual de sangre, la sangre voluntaria es mejor que la involuntaria – dije –  Te daré la mía voluntariamente si juras que dejarás en paz a mi familia y a mis amigos.
—Alana, no lo hagas – Ashley me dijo.
Sentí una lágrima rodar por mi mejilla.
—Voluntariamente o no, igual morirás – La Sra. Dark se acercó a mí – pero está bien, los dejaré vivir, aunque dudo que ella sobreviva – vio  Ashley.
—Haz algo por ella – le supliqué.
Sentí un fuerte golpe en el estómago y la Sra. Dark me tomó con fuerza inmovilizándome. Galileo corrió hacía mí, pero una de aquellos demonios de gas lo tomó y lo alejó; Sentí como mi fuerza parecía dejarme, los gritos de los chicos que suplicaban porqué nos dejaran en paz, aunque forcejee no logré soltarme del agarre de la bruja que me arrastraba hasta un ataúd de cristal.
—Han pasado muchos años – lágrimas salieron de los ojos de la mujer que me puso boca arriba sobre el ataúd – un asqueroso Herondale le quito la vida a mi hermana, y otro se la dará.
La mujer empuño a daga, mantuve mis ojos abiertos. Entonces esto era todo, no importó que me hubiese entrenado, no pude proteger a mi papá, ni a mis amigos, y ni siquiera a mí misma, ¿de verdad es mi última Thule?
La Sra. Dark recitaba algo en voz baja, tomo impulsó y bajó su brazo con fuerza, apuntando a mi corazón.
Un gritó resonó en el lugar, pero no fue mío, de pronto estaba libre y la Sra. Dark se encontraba tirada en el suelo y una flecha le atravesaba el hombro.
—¿Cómo es posible? – dijo la bruja – mis demonios…
—Seguro – dijo una voz que conocía y en este momento me llenó de alegría escucharla – ya nos encargamos de tu fastidioso comité de bienvenida.
Me di la vuelta y vi a Jace con un cuchillo seráfico en sus manos y a Alec con su arco.
  —Me dio tiempo de escuchar tu feo discurso – Jace habló – que mal que tus planes no se den como quieres, tengo que darte la terrible noticia de qué otro Herondale, te matará.
La fuerza parecía haberme dejado, no podía moverme, me sentía como en aquellos días en los que tenía gripe, busqué un cuchillo arrojadizo, pero mis manos temblaban.
—Eso es lo que crees – La Sra. Dark se arrancó la flecha y la tiro, en su otra mano la daga con que pensaba asesinarme – mi hermana vivirá.
Y vi como lanzó la daga, no pude moverme, escuché a los chicos gritar asustados, vi alrededor, pero todos estaban bien, a excepción de Ashley, pero Clary había llegado y estaba junto a ella. Sentí algo que humedeció mis piernas y bajé mi vista, fijándola en mi abdomen, en donde la daga que la bruja había lanzado estaba clavada y ardía, como fuego.
Todo se volvió un borrón para mí, arranqué la daga tirándola lo más lejos que pude, la plata resonó al caer al suelo de roca y lo próximo que cayó al suelo fue mi cuerpo, mi boca se llenó de sangre y tuve que escupir, la velas del pentagrama se encendieron, no sé qué ocurrió, pero lo último que escuché fue la voz de Galileo, antes de que la oscuridad me tragara junto con un amargo dolor que crecía dentro de mí.

Nephilim VenezolanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora