Capítulo 30

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–Sal de ahí por favor – Me dijo Ashley viéndome con los brazos cruzados.
La había obligado a que nos viniésemos más temprano al colegio a pesar de que teníamos clases a la cuarta hora, y ahora estaba oculta en el baño, pues resulta que por alguna razón no quiero ver a Galileo, tan solo la idea me pone nerviosa.
–Ay wey.
–Sí, sí, a la chingada – dijo la frase de otro meme – sal de ahí por favor, no seas boba.
–Es que no lo quiero ver.
–Naguará chamo – dijo rascándose la cabeza – hay que ver que contigo no se puede,  lo mejor que puedes hacer es verlo, ¿A que le temes? Hasta mi mamá te dio permiso de fueras la novia de él, no tienes nada que te detenga.
Eso era cierto, anoche cuando llegué a casa ellas me sacaron toda la información, y mi mamá me dijo, “Si él te pidió que fueras su novia dile que sí” me sorprendió.
–Es que yo no quiero ser su novia – dije haciendo muecas.
–Te preguntó por ocasión número trecientos ¿Te gusta?
–No… Sí – suspiré – no sé.
–Entonces simplemente sal allá, si te vuelve a preguntar le dices que no quieres ser su novia, o al menos date la oportunidad de conocerlo mejor, tal vez sea el amor de tu vida y tú por estar asustada lo dejes ir.
–Es cierto – salí del cubículo donde estaba oculta – no me asusta un demonio rapiñador y me va asustar un chico, yo  puedo.
–¡Así se habla! – Ashley aplaudió.
Un grupo de chicas entro al baño y entre ellas una chica que había estado pendiente de mí, una pelirroja miope.
–Hola Alana – me sonrió – te vez muy bonita.
–Hola Kina – dijo sonriendo también intentando no mostrarme incomoda - Gracias.
–Sí Kina – Dijo Ashley – Gracias, pero nos tenemos que ir, cuídate.
Ashley y yo salimos del baño, pero alguien me tomó del brazo, cuando volteé era Kina.
–Espera por favor, quiero hablar contigo – vio a Ashley y dijo – a solas.
–Pues lo siento mucho – le dijo Ashley – no la voy a dejar sola.
–Eres una entrometida – Kina la vio con ojos entrecerrados - ¿Te lo habían dicho?
–Y Tú una cegata – Ashley se le fue encima y Kina también.
Si no hacía algo iban a pelear, pero sería divertido.
–Al menos tengo una forma de solucionarlo – le respondió  - ¿Pero tu como solucionaras tu fea cara?
– ¿Mi fea cara? – Ashley estaba muy molesta por eso – Más feo es tu teñido cabello, no te queda ese tono rojo puta.
Ashley le lanzó un gruñido y yo intervine, no necesitamos una mujer lobo transformada.
– ¡Alto! – Me puse en medio de las dos que estaban a punto de caerse a golpes - ¡Ya basta! – Empuje a ambas en direcciones contrarias – Ashley déjame hablar con Kina.
–Solo porque lo dices tú – le sacó la lengua a Kina y camino varios metros y se detuvo para esperarme.
– ¿Se quedara allí? – vio a Ashley.
–Sí, no escucha nada, puedes hablar – dije sorprendiéndome a mí misma de la forma en que estoy hablando.
– ¿Has recibido mis cartas? – Me preguntó.
–Todas y cada una de ellas – dije recordándolas al igual que las intenciones de la chica – La rosa estaba bonita, gracias.
–De nada pero ¿Qué piensas?
–Tienes una muy buena ortografía – dije desviando el tema del que era obvio que quería hablar.
– De lo que dice en las cartas – ella vio hacia el suelo en un gesto nervioso, vaya, yo puse nerviosa a alguien – no te voy a pedir algo que tú no quieras, pero sabes claramente que me gustas, quería preguntarte si querrías salir conmigo, tal vez hoy en la tarde, para conocernos mejor ¿Qué dices?
Ay Cristo, esto no puede ser.
–Veras Kina – me apreté la nariz – no.
– ¿No? – me vio decepcionada.
–Sí – rayos, la cagué – no es por ti, es solo que… a mí no me gustan las chicas.
– ¿Cómo estás tan segura? ¿Alguna vez has salido con una?
–No, nunca he salido con una.
–Entonces no lo sabes, deberías experimentar.
Esto no pude ser por dos, hora ella me dice que debo experimentar, prefiero ver  a Galileo que tener esta conversación.
–No, soy heterosexual, no me gustan las chicas.
– ¿Cómo lo sabes?
–Así como tú sabes que te gustan, simplemente lo sabes.
–Ok – dijo viéndome con una expresión indescifrable – te dejare en paz, pero si cambias de opinión… no estaré para ti, adiós.
Y volvió al baño, yo me fui hasta donde Ashley.
–¿Qué te dijo? – me preguntó ella.
– Que si cambio de opinión, no estará para mí – dije imitando la voz de Edna Moda
Ashley empezó a reír y yo con ella, hace tiempo que no hacía eso.
–Hola – Las Gemelas no saludaron hablando al unísono.
–Hola Chicas – las saludo Ashley.
– ¿Y esas ojeras? – le pregunté – ¿teníamos que estudiar y yo no sabía?
–No – hablo Oriana – es que anoche algo …
– Alguien – continuó Mariana – intento meterse en la casa.
– ¿Qué? – un vacío cayó en mi estómago - ¿Por qué no me avisaron?
–No queríamos molestarte, además, no creo que pudieses hacer algo contra esa cosa
– ¿Qué era exactamente? – Les preguntó Ahsley.
– Era como una especie de Robot – Respondió Oriana – fue muy raro, estuvo toda la madrugada golpeando nuestras puertas, no dormimos nada.
–Mi papá hoy contratara un servició de alarmas o algo así.
–Sí – saqué mi teléfono.
Le escribí un mensaje a Jace, diciéndole todo lo que las chicas dijeron.
–Alana – Ashley me susurró.
Las gemelas siguieron su camino hacia su aula.
–Sí – le dije a Ashley – fue la Sra. Dark, pero no entiendo porque envió un autómata.
–¿Autómata? ¿Cómo sabes que fue eso?
–A mí me ataco con una de esas cosas hace meses, pero es ridículo, porque funcionan con energía demoniaca, antes de venirme deje runas de protección alrededor de la casa, ella que según me vigila debe saberlo, es ridículo, ella tienen que estar haciendo algo para confundirnos.
–Probablemente, si tan solo pudiéramos localizarla, los cazadores de sombras podrían hacer algo con ella.
–Tiene que morir, es la única forma.
–Uy, ¿La mataras tú? Esto  no me parece.
–Si no la matamos ella nos matara a nosotros, esto es una guerra a muerte.
–Sí, pero… - Ashley dijo la frase en el aire y fijo su mirada detrás de mí – te dejo con tu bombón.
Y se metió en el aula. Voltee y vi a Galileo que se acercaba por el pasillo, junto a él estaba Gil, con su aura de belleza angelical, resultaba divertido ver como las chicas se quedaban embobadas viéndolo mientras el pasaba.
Galileo al verme sonrío, yo quería entrar al salón Y evitarlo, pero no pude moverme, me quede allí embobada con él, con sus bonitos ojos café.
Detrás de ellos los alcanzo Briana, Elizabeth y Allison.
–Hola Alana – Gil tocó mi hombro y entro al aula.
–¡Hola! – Grito Allison que corrió para saludar a Galileo y a mí, luego siguió de largo, puesto que ella estudiaba en la siguiente aula.
Pronto estaban Briana Subiendo sus lentes por el puente de su nariz sonriendo y luego Elizabeth besando nuestras mejillas.
Todos entraron al aula, y yo me quede sola con Galileo en la entrada, sintiéndome algo incomoda.
–Hola Lana – me besó la mejilla y eso envío una especie de choque eléctrico a mi cuerpo.
–Hola Gali – actué lo más normal posible - ¿Cómo estás?
–Genial, llegaste temprano.
–Sí, me levante temprano y decidí adelantarme, Por cierto ¿Llegaste temprano ayer?
–Sí, ¿Hoy puedo ir a tu casa?
– ¿Ah? – Me tomó por sorpresa - ¿Ah qué?
–Historia de Dos ciudades, he estado leyendo el libro, debemos hacer el ensayo.
–Cierto, aunque podría ir a tu casa – le sugerí.
–Claro.
–A clases – La profesora nos empujó dentro del salón – luego hablan tortolos.
– ¿Tortolos? – dijimos Galileo y yo al mismo tiempo mientras nos sentábamos.
– Disculpa Alana – Gil se acercó a mi asiento – me prestas los apuntes de esta clase, olvide hacer la tarea.
– ¿Hablas en serio Gil? – Saqué mi cuaderno y se lo tendí, pero justo cuando él lo iba a tomar lo hale - ¿Qué recibo a cambio?
Él sonrió, lo que lo hacía mucho más hermoso.
–Te haré el favor que quieras – dijo en un susurró, él hablaba lento, de forma seductora – pero claro, tengo mis límites.
–Ok – le di el cuaderno.
– ¿Qué quieres? – me preguntó.
–No necesitare el favor ahora, pero ten por seguro que lo usaré.
–Ok – se fue a su asiento y me guiño un ojo.
Ay Dios mío, Gil era una belleza que me gustaba apreciar.
Las clases de hoy parecieron ser interminables, largas como la pereza del mundo, Jace había respondido mi mensaje, y me dijo que esta noche su patrullaje iría directo a Gowanus, que estuviera tranquila, aunque es obvio que no será posible.
–Oye Alana – me dijo Galileo cuando nos íbamos del colegio - ¿A qué hora hoy?
–¿Qué te parece a las tres?
–Me paree bien, nos vemos – beso mi mejilla y se fue.
–¿Ese fue Galileo yéndose solo? – dijo Gil que venía acompañado de Elizabeth y Briana – Dios mío, ya olvido que soy su amigo.
–Yo también lo olvidaría – Dijo Elizabeth - ¿Sabes?  No eres precisamente un amor.
–Lo que digas Canelita.
–¿Te estás burlando de mí?
–Adiós –dijo apurando su paso y alejándose de todas.
–La próxima vez le pateare su bonito rostro – dijo molesta.
–No – Briana la  vio seria – Si le dañas eso ¿Qué le quedara?
–Es verdad.
Las gemelas nos alcanzaron, con ellas venía Allison.
–¿Qué tal todo chicas? – Ashley les sacó conversación.
Se supone que ella las distraerá mientras yo hago runas de protección sobre las ropas de las chicas, al menos en el camino estarán cuidadas.
–¿Alana cuando iras a casa? – me pregunto Oriana.
–Pronto, tal vez este fin de semana –oculte la estela entre mi saco.
–Eso dijiste la vez pasada – Mariana me vio con sus grises ojos entrecerrados – Puedes invitar a Jace también.
–¡Esooooooo! – Exclámo Ashley.
–¿Quién es Jace? – Pregunto Briana.
–Un Bombón de cabello rubio y ojos dorados.
– Se escucha prometedor ese tal Jace – Elizabeth sonrió.
–Yo he escuchado mucho de Jace – Alliso habló – y hasta ahora nunca lo he visto, es que alguien tan guapo de ser solo un mito.
–Mito – Dijeron a nuestras espaldas – Tal vez eso parezca, pero deben saber que todas esas historias son ciertas.
Todas volteamos para ver a mi hermanito con esa sonrisa egocéntrica, que igual lo hacía encantador.
–Chicas – me puse a su lado – les presento a Jace, Mi hermano.
Fue impresionante ver como soltaron un suspiro, pero Oriana me vio confusa.
–¿Hermano? – dijo.
–Claro – dijo Jace - ¿Cómo te va Mariana?
–De maravilla – Respondió está encantada.
– Ella es Briana.
–Hola.
–Elizabeht – la señale.
–¿Qué tal?
–Y Allison.
–Hola.
–Un gusto Conocerlas – Jace se inclinó ante ellas.
–Si eres mongólico – le dijo Ashley.
–Yo sé que te encanto – le guiño el ojo.
–Sí claro – Ashley no cambió su expresión.
–Adiós señoritas, solo vine a buscar a este par, cuídense – nos haló con él.
–¡Oye! – Nos quejamos Ashley y yo – ¡Nos vemos después! – gritamos a las chicas.
–Puedes soltarnos – Ashley le dijo malhumorada.
Él obedeció.
–¿Qué tal sus clases?
–Bien – dije yo.
–Del asco – dijo Ashley – la matemática me da náuseas y ni hablar de biología.
–Perfecto – Jace caminaba con las manos en los bolsillos de su pantalón negro – fui a registrar los niveles de actividad demoníaca.
–¿Cómo estaban?
–Muy bajos, no creo que realmente haya ido un autómata anoche, creo que fue más bien una ilusión, las salvaguardas que pusiste están intactas.
–¿Qué rayos? – fue lo que dije.
–Creo que esa bruja está buscando volverte loca – Ashley se quitó la mochila para llevarla en la mano.
–También pienso lo mismo – Dijo Jace.
–¿Para esto viniste a buscarnos? – le pregunté.
–Las vine a buscar porque entrenaran, las dos.
–¿Qué? – Dijo Ashley – se supone que yo ya termine mi entrenamiento.
–Y que hoy lo tengo libre – le dije.
–Pues no, quiero trabajar con ambas, las llevaré al instituto, ya hablé con su madre, estarán conmigo toda la tarde, iremos a su casa para que se cambien – nos detuvimos en la parada de autobús.
–Pero yo no puedo.
–Yo tampoco – Ashley espetó.
– ¿Por qué? – sacó sus manos de los bolsillos y las puso detrás de su cabeza.
–Tenemos tarea que hacer, quedé con Allison de ir a su casa.
– Y yo con Galileo.
– Ok, las dejaré libre hoy – Jace puso sus ojos en blanco – pero mañana no, además, tu no deberías pasar mucho tiempo con ese tal Galileo.
–Ay Jace – dijo Ashley –  si supieras.
–¿Qué debo saber? – dijo entrecerrando los ojos.
En ese momento el autobús se detuvo, nosotros subimos.
–Ashley no seas babosa, cállate.
–¿Por qué?  Déjala que hable.
Y eso hizo ella, con ese tono de meter cizañas que yo detestaba.
– ¿No pensabas decirme? – Me dijo Jace cuando Ashley termino – ¿No merezco saberlo? ¿No merezco saber que tienes novio?
–Galileo y yo no somos novios, y si pensaba decírtelo, solo que no había salido el tema.
–Es probable que no te lo dijera – dijo Ashley – pero debías saberlo, ¿No crees que debería decirle que sí?
–Creo que debe pensar muy bien las cosas – Jace vio por la ventana – Es un mundano tonto, y no me agrada realmente, pero… - me vio sonriendo – si te gusta el estúpido mundano, ¿Por qué no le dices que sí?
Vi a Jace fijamente con una mueca en el rostro, mi mente no comprendía, ¿Jace también estaba dándome aprobación?
–¿Estás jugando conmigo? – fue lo que le dije.
–No; claro, no significa que el chico me agrade.
– Vez Alana, no tienes nada que te detenga – dijo Ashley.
– Sí realmente quisiera tener algo con Galileo, y llego a tenerlo, La bruja  que va a matar a todas las personas que quiero, fijara sus ojos en él – la poca gente que estaba en el lugar volteo a vernos, me limite a bajar la voz – no quiero involucrar a más gente, no puedo poner a todos en riesgo.
Jace no respondió, solo me miró y eso me hizo sentir mejor, porque en su mirada me estaba diciendo que me entendía.
–¿Sabes algo? – Habló Ashley – tú eres la única que puede decidir, no debería inmiscuirme tanto.
Agradecí por eso a Dios, por fin la Ashley sensata había hablado.
Y ahora podía sentirme más tranquila en cuanto a este tema, de cierto modo, por alguna razón me dio tanto alivio que mi mamá, Ashley y Jace estuviesen de acuerdo en cuanto a Galileo y a mí, y ni siquiera podía entender, porque no quiero ser la novia del chico, pero el hecho de que parecía gustarme decía lo contrario.
Fije mi mirada en la ventana y bloqueé mis pensamientos, que buscaban volverme loca, como parece querer también la bruja.
***
Galileo según la dirección que me había dado, vivía a tan solo seis cuadras de mi casa, por lo que decidí aventurarme a pie, el aire frío azotaba mi rostro y hacía que los mechones de cabello que se habían escapado de mi moño bailaran a su gusto con el aire.
Revisé mi teléfono, eran las dos y cincuenta, si algo tenía yo, era el llegar temprano siempre, detestaba retardarme, me detuve frente a una casa de dos plantas, sus paredes tenían pintados ladrillos en un tono rojo oscuro, del balcón del segundo piso colgaban plantas con flores, en su porche había un columpio de madera pintado de color caoba, según la dirección y descripción de Galileo, esta era su casa.
Me encamine hacia la puerta, aún me ponía un poco nerviosa el hecho de ver a Galileo y estar sola con él, pero no podía ser tan tonta, somos amigos y no puedo dejar que eso se arruine.
Toqué el timbre y un gato siamés me dio la bienvenida, se pasó entre mis piernas ronroneando, me recordó a presidente Miau, volví a tocar el timbré y esta vez me abrieron la puerta.
–Hola – me dijo una chica con lentes y con el cabello tan largo que le rozaba los muslos – Oh, debes buscar a Galileo, pasa.
La seguí dentro de la casa, esta chica era la misma que había recitado el escrito ayer, ¿Por qué estaba aquí?
Dentro del lugar había aroma de galletas recién horneadas, el lugar era muy bonito y a su vez convencional, las paredes eran del mismo tono de rojo que afuera y blanco.
–Siéntate, iré a buscar a Galileo.
Me senté en el sofá de cuero blanco, y vi como la chica subía por las escaleras de cristal al segundo piso, observe que sobre la chimenea el retrato que había, estaba Galileo, la chica que me recibió y una niña más pequeña, probablemente sean familia.
En ese momento una niña (la misma de la foto pude darme cuenta) salió corriendo del pasillo a mi izquierda, cuando me vio se detuvo y me observo con el cejo fruncido.
–¿Tú quién eres? – antes de que pudiera responder volvió a hablar – Who are you? – lo dijo en inglés.
–Soy amiga de Galileo, vengo a hacer tareas con él – respondí viendo sus ojos que eran como los de Gali.
–¿Cuál es tu nombre? 
–Alana.
–¡Oh Dios! – exclamo – Tu eres Alana, yo soy Katherine, pero puedes llamarme Katy, soy la hermana más asombrosa que tiene Galileo.
–Mucho gusto, Katy.
–Alana – dijo una voz proveniente de la escalera, voltee y vi que era Galileo, la chica de cabello largo bajaba de prisa detrás de él.
–Hola Galileo.
Él llego a mi lado y beso mi mejilla, la chica se fue a la cocina.
–Veo que ya conociste a mis hermanas.
– A la más asombrosa, Katy – dije y la niña sonrió.
–Oh – Habló la otra hermana de Galileo – Yo soy Madeleine, ayer estabas muy bonita, eh.
–Gracias – dije sintiéndome algo apenada, ayer después de eso solo nos fuimos, seguro pensó que no me gusto lo que dijo.
–Vamos a mi habitación.
Él comenzó a caminar y yo lo seguí, sentí nervios de estar en su habitación, mi mamá siempre decía que a habitación de un chico, era una cueva de su personalidad, y en este momento yo conocería eso.
– ¡Gali! – Grito Katy cuando subíamos las escaleras, nos detuvimos – Sin jugueteos – y se echó a reír.
–Niña perversa – dijo Galileo y siguió su camino.
Continuamos nuestro camino, el piso de arriba era un pasillo largo con habitaciones, algunas tenían puertas de Cristal, como una biblioteca y un par de oficinas, galileo abrió la puerta de su habitación y entramos.
Estaba ordenada, su cama algo revuelta, sus paredes eran de color marrón y blanco, sobre su escritorio había una laptop, noté que en sus estantes (que eran cuadros) habían autos de juguetes cuidadosamente alineados, también pude darme cuenta de que tenía una pila de historietas de X-Men, al parecer su personaje favorito era Quicksilver, tenía un par de figuras de acción y el nombre real del personaje (Peter) en un  pequeño poster pegado en el fondo de uno de los estantes.
–Yo ya terminé el libro – dijo Galileo.
–Leíste rápido, tienes madera de lector aficionado – le dije dejando mi bolso en la esquina de su cama.
–En realidad busqué un resumen – sonrió y encendió su computadora – Yo redactaré, tu dime que dicen los sucesos.
–¿Eres bueno redactando? – le pregunté.
–¿Qué te pareció lo de ayer? – Se sentó frente al escritorio – lo hice con ayuda de mi hermana, pero un noventa por ciento fue mío.
–Estuvo bien – le dije aunque solo escuche las primeras oraciones de toda aquella declaración.
– Then… - estiro sus dedos – a escribir.
Realmente era bueno redactando, sabía usar las palabras, nos fue fácil componer nuestro ensayo, y muy rápido terminamos.
–Nunca había hecho tarea tan rápido – dijo Galileo mientras enviaba el ensayo al correo de la profesora.
–Sí, es temprano aún – dije, aun no quería irme –  ¿te molesta si me quedo un rato?
–Para nada, estaba a punto de pedírtelo.
–Me haces sentir alagada – dije y me senté sobre la cama - ¿Madeleine es mayor que tú?
–Sí, tiene diecisiete, una amante a la Poesía y a al Jazz, ella toca el saxofón, Katy tiene once.
–Y práctica acrobacias en la bicicleta – recordé aquél día en el parque.
–Ella es la más extrema de los Covey, también practica Ballet, Karate y participa cada tanto en concursos de belleza.
–Grácil como un cisne y peligrosa como una serpiente; ¿Y tú? – Dije queriendo saber más de él - ¿Un fan de X-Men y Hotweells?
– Se podría decir – se levantó del escritorio y se sentó frente a mí en el piso – me gustan los mutantes, me es fascinante su historia, de cómo los odiaban porque eran distintos, aunque en realidad mejores que los humanos.
Sus ojos brillaron al hablar de lo que le gustaba.
–También me gusta hacer música, toco el piano y la guitarra – el me vio fijamente – Dime que más quiere saber de mí, porque me doy cuenta de que solo quieres conocerme mejor.
Sentí mis orejas calientes, me dio algo de vergüenza.
–No te preocupes – continuó – a mi gusta que lo hagas, así como yo quiero conocerte a ti y algún día comprender porque siempre llevas un arma contigo.
– ¿Armas conmigo? – Dije asombrada y a su vez alarmada - Yo no llevo ningún arma conmigo.
El estiro su mano y halo un poco mi bota, dejando al descubierto la daga que estaba oculta allí.
– Es probable que también tengas una en tu bolso, siempre llevas oculta una entre el sacó del uniforme, te he visto acomodándola un par de veces.
Me sentía algo acorralada, ¿cómo podía explicarle esto?
– Tranquila – me dijo – no te presionare para que me digas algo que no quieres, pero si quiero conocerte más, me gustas Alana, pero creo que fui muy precipitado en decírtelo, me disculpo por ello.
–No te disculpes – solté sin pensar – fue lo mejor que pudiste haber hecho.
– ¿Ah sí? – Dijo él – No creo lo mismo, en realidad creo que ahora todo se siente raro.
– Pero… no importa, es mejor saberlo – le diré que también me gusta, lo hare – porque… - vacilé un momento, ¿Qué ocasionare con esto?
– ¿Por qué? – dijo el con expresión curiosa.
– Es fácil, supongo, porque… - mi garganta se puso seca  mi corazón latía a mil por minuto – Tienes que saber que tú…
Y fui interrumpida por la puerta de su cuarto abriéndose de golpe.
– ¡¿Qué están haciendo?! – Dijo Katy con una sonrisa.
–Katherine por favor – dijo Galileo tirándose al piso – no hagas esas cosas, ¿Acaso no sabes lo que es la privacidad?
– Si sé – dijo ella dando vueltas por toda a habitación – pero estaba aburrida y Maddie me pidió que les trajera galletas.
– ¿Y las galletas?
– Me las comí antes de subir.
Ante eso no pude evitar reírme, esta niña era impresionante.
–Pero no se preocupen, abajo hay más, pero deben ir por ellas, porque es probable que si las buscó yo, también me las coma.
–Está bien, iremos en un segundo.
– Adiós – salió de la habitación dando vueltas en el aire y dejando la puerta abierta.
Galileo y yo bajamos hasta la cocina, Madeleine tenía la televisión encendida.
–Aquí hay Galletas chicos, coman tantas como quieran.
Me senté en la barra y Gali fue hasta el refrigerador y saco un cartón de leche, sirvió en un par de vasos y me tendió uno.
Las galletas eran de chocolate y estaban muy buenas.
– ¿Las hiciste tú? – le pregunte a Madeleine.
– Sí.
– Está deliciosas.
– Gracias, el secreto es la nuez moscada.
– Sí, sí – dijo Galileo sentándose a mi lado – tú y la nuez moscada, ni están tan buenas.
– Tonto – ella se centró en el televisor.
Lo cual yo también hice, y me quedé sorprendida, más bien asustada, impresionada.
<<Ayer alrededor de las nueva treinta de la noche, fue encontrado el cuerpo de una mujer en la localidad de Brooklyn, junto a ella estaba en cuerpo de un hombre al cual le faltaba la mano izquierda, el cual presuntamente es el asesino de la mujer, lo que resulta más inquietante y a su vez extraño, es que había una nota que decía “He cambiado mi blanco, pero tú eres el mismo” firmado con el nombré de “Sra. Dark” ¿Acaso no estamos siendo acechados por un asesino serial? ¿A qué se refiere con este mensaje? El Jefe de policía de Brooklyn dijo que no descansaría hasta encontrar al culpable por estos hechos>>
–Que loco – dijo Katy – el karma fue directo a ese hombre.
– Si fue él quien asesino a la mujer – Dijo Madeleine – dijeron “Presuntamente”
– Igual es aberrante todo eso – Dijo Galileo comiéndose una galleta.
– Sí – me puse de pie – Tengo que irme a casa, gracias por las galletas.
– No te vayas – Katy me hizo puchero – quería mostrarte mis Tiaras.
– Lo lamento, pero mi madre me matará si llego tarde – mentí.
– Entonces te abriré la puerta – ella corrió a la entrada.
– Adiós, fue un placer conocerte Madeleine.
– Igual Alana.
Después de despedirme de Galileo salí de la casa, Katy me dio un abrazo que casi me asfixia, pero me soltó y fui libre.
Camine a paso apurado, aun repetía la información en mi cabeza, el mensaje transmitido.
“He cambiado mi blanco, pero tú eres el mismo”

Nephilim VenezolanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora