Maratón 2 Capítulo 22: La chica de la sudadera negra.

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Narra Alex:

La miro de nuevo un nuevo como duerme al lado izquierdo de mi cama hecha un pequeño ovillo, tratando de protegerse el frío. ¿Qué me ha hecho esta chica? Hacía tanto tiempo que una mujer me hacia sentir así. Me duele tanto verla sufrir, ver el miedo en su rostro. Quiero ver a la Sofía rebelde, loca y llena de vida que me dejaron impresionado. Haré lo que sea para protegerla de ese malnacido y ella no le tema como mujer valiente que es.

Beso su sien y la cubro con una manta antes de levantarme y calzarme unas zapatillas.

Busco el numero de Enzo, pongo el manos libres y dejo el teléfono sobre la encimera de la cocina. Mientras espero a que mi hermano conteste a la llamada, bato unos huevos para hacer unas crepes.

- ¿Alex?- contesta mi hermano al otro lado.

- Buenos días hermano. ¿Todo bien? ¿El pequeño Sam cómo está?

- Buenos días. Si, si todo bien, Sam ya se ha recuperado aunque parece que ahora la peque es quien tiene fiebre.-Explica mi hermano.- En cuanto pueda iré a ver a mis sobrinos.

- Espero que Noa se ponga bien pronto.- Agrego la leche a la mezcla, abro el armario para alcanzar la harina.- Enzo quería pedirte el numero de tú amigo abogado- trato de recordar el nombre- Carlos.

- Te recuerdo que los asuntos legales de la empresa los llevo yo.

- No es nada de la empresa, es un asunto personal- Pongo una sarten al fuego con un poco de mantequilla.

- ¿Tienes algún problema? ¿Puedo ayudar en algo?

- Es para una amiga. Necesita ayuda y me tiene preocupado.

- No lo puedo creer. Mi hermano mayor preocupado por alguien más que no sea él- Ruedo los ojos. Enzo cuando quiere es muy imbécil.

- ¡Que te den Lorenzo! Dame el jodido número de Carlos, es importante.

- Uuuuy ya de mal humor por la mañana. Esta chica te importa- Por desgracia tiene razón.- En un rato te mando el contacto de Carlos por mensaje.

Una vez mi hermano me ha mandado los datos de Carlos no dudo en escribirle para pedirle un encuentro. Hemos quedado para vernos mañana por la tarde en su oficina.

Aún medio dormida, frotándose los ojos, algo despeinada y quitándome el aliento como solo ella saber hacer, Sofía llega a la cocina. Su rostro se ilumina cuando ve el desayuno puesto en la mesa, cual pequeño mono se abalanza sobre mi para rodearme con sus brazos y sus piernas.

- ¿Dime que esas crepes son para mi?- sus ojos brillan llenos de ilusión, como un niño en Navidad.

- Todas no.-Frunzo mis labios- alguna tendré que comer yo.

- Eres el mejor.- Besa mi mejilla, no puedo evitar sonreír. Está chica me gusta demasiado.

- Venga vamos a desayunar.- Trato de apartarla de mi pero se agarra con mas fuerza- Sofía- Carraspeo- Si no te sueltas no podremos desayunar.

- Estoy muy bien aquí.- acurruca su cabeza sobre mi hombre. Puedo sentir su respiración contra mi nuca.

- ¿No tienes hambre?- juego con sus mechones rosados.

- Tengo un jodido agujero negro en el estomago del hambre que tengo.- Es una exagerada.

- Entonces bájate. Ya me está empezando a doler la espalda.- Me excuso. Realmente Sofía no pesa nada.

- ¿Tanto peso? Por que sepas que estoy en mi peso. Como lo más sano posible y hago ejercicio todas las semanas. Este culo aquí dónde lo ves y que tanto adoras tocar, es producto del ejercicio y alimentación sana.- Se suelta de mi agarra.-Espero que te sientas más ligero- Dice fingiendo estar indignada. Niego divertido.

Llegas tú #3 Saga Amor Destinado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora