Papá anti-novios

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Durante los siguientes días, Dai se dio cuenta de que era una tarea casi imposible cuidar y seguirle el paso a Zeno-Sama con una pierna rota, así que no tuvo otra alternativa más que pedirle de favor a su papá que se hiciera cargo del Rey del Todo por los siguientes dos meses.

Mientras tanto él debía descansar, sino no iba a reponerse y encima aparte del descanso tenía que recibir terapias por tres meses más, no hacía falta decir que estaba sumamente molesto con sus hijos, aunque debía admitir que en ese preciso momento sí que le vendría bien la ayuda de ellos, pero como era tan orgulloso no la pediría.

Tini, siendo la mayor, era la más razonable de los hermanos, por lo que estaba más que consciente de que Dai no podría hacer sus actividades diarias solo, así que llegó a su casa junto a los bebés para estar pendiente de su papá.

Tocó el timbre y Dai tardó en abrir, era normal ya que ahora se movilizaba con muletas y aún le costaba usarlas, era complicado y nunca se había roto un hueso de esa manera, solo el brazo cuando estaba pequeño pero era más fácil de sobrellevar en ese entonces.

- hija, qué bueno que viniste - dijo sincero, pero con una expresión muy amargada mezclada con cansancio.

- hola papá, no te preocupes que aquí estoy - entró con los niños y unas cuantas maletas, venía para quedarse hospedada una semana durante la cual iba a cuidarlo y ayudarlo lo más que podía, sacrificando a la vez el nivel de mortales de su universo ya que casi no le quedaría chance de trabajar en ello con los dioses, pero el bienestar de su papá era la prioridad.

Dai se sentó en el sofá y suspiró cansado, había estado ahí todo el día viendo la televisión.

- ¿cómo te sientes? - Tini se sentó con él luego de dejar a los bebés durmiendo en un cuarto para visitas.

- terrible - miró a otro lado - desde ayer no he podido bañarme porque la ducha es muy angosta y no puedo mojar el yeso.

- tranquilo, yo te ayudo - se ofreció.

- ¡claro que no! - se avergonzó mucho - el Gran Sacerdote se baña solo...

- pues en este caso el "Gran Sacerdote" está lisiado y necesita ayuda, vamos - lo ayudó a levantarse y se fueron caminando al patio.

- ¿dónde me llevas? la ducha está escaleras arriba...

- te bañaré aquí afuera - puso una silla de plástico en la grama - hay suficiente espacio como para que tu yeso no se moje.

- ¡los vecinos van a verme! - se sonrojó demasiado - de ninguna manera - trató de irse pero la ángel le quitó las muletas, así que se fue saltando pero se cayó golpeándose más.

- no seas loco papá - lo cargó como pudo y lo sentó en la silla de plástico - ¿te encuentras bien?

- he estado peor - dijo con una expresión de dolor.

- te bañaré antes de que los bebés despierten y no me dejen hacer nada - empezó a desvestirlo, obviamente Dai no quiso quitarse la ropa interior por lo que ella lo obligó.

- ¡me vas a ver! - cubrió su parte baja con sus manos.

- ¿y qué? no seas ridículo, eres mi papá y tampoco lo tomaré con morbosidad - lo miró a los ojos - solo quiero ayudarte porque sé que las tareas cotidianas ahora son un martirio para ti, no hagas todo más complicado - fue por una manguera, lastimosamente eso significaba que el ángel se bañaría con agua fría.

- yo me baño solo - no dejó de cubrirse.

- a ver - suspiró teniéndole bastante paciencia - de todas maneras vas a necesitar que uno de nosotros te ayude, ¿qué prefieres, que te bañe yo o Cognac?

1 multiverso, 12 pequeños problemasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora