El Rey León

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La semana en la que Tini se hizo cargo de Dai fue de maravilla para él, sintió verdaderamente un descanso aparte de que comía más delicioso que nunca, definitivamente deseaba que nunca se fuera y que esos días no terminaran, pero desafortunadamente no todo dura por siempre.

Ella fue por su propia voluntad a cuidarlo esa semana, pero tarde o temprano debía regresar a su castillo y ocuparse de su propio universo, de lo contrario el nivel de mortales iba a bajar mucho; el resto de sus hermanos no tenían una relación tan allegada a Dai, ya que eran más inmaduros que ella por lo que, para que fuera justo, tuvieron que rifar a quién le iba a tocar cuidar a Dai la siguiente semana, y el resultado fue muy inesperado y sobre todo, nadie creía que iba a ser una buena idea.

- oye Mojito - el ángel del noveno Universo recibió una llamada más o menos habitual de Cognac, eran ángeles pares, tenían la misma edad y ninguno estaba feliz siendo ángel guardián, así que tenían varias cosas en común.

- ¿qué pasó? - contestó de mala gana.

- uy, estás más irritable que de costumbre - lo molestó - no te preocupes, la noticia que voy a darte sin duda te alegrará el día.

- escucharé atentamente - el pobre se encontraba haciendo su maleta y la de los dioses bebés, a la vez que no podía perderlos de vista porque recientemente Rou había descubierto que el vidrio se quebraba cuando lo tirabas y ahora buscaba cualquier cosita de vidrio para lanzarla, según él era divertido.

- estoy organizando una fiesta de dos meses en mi castillo, de todas maneras papá no pasará por aquí en mucho tiempo - dijo con emoción.

- ¿dos meses? me parece mucho tiempo - se extrañó.

- ¿qué? ¿por qué? he escuchado que celebran fiestas de 15 años.

- eres un tonto - rodó los ojos - claro que no duran 15 años, conmemoran los 15 años de alguien, ¿no te acuerdas de la de Vados? 

- ¿esa fiesta donde su vestido se incendió? - empezó a reír - sí me acuerdo, y ahora que lo pienso la pobre tiene mala fortuna con el fuego - se refería a que recientemente su castillo se había quemado.

- es verdad - lo hizo sonreír y luego volvió a su expresión triste - por más que me gustaría asistir a tu fiesta de "dos meses" no podré, en el sorteo de quién cuidaba a papá esta semana salí yo, odio la suerte - rodó los ojos.

- oh, qué mal, invitaré a Campahri - se alzó de hombros - suerte con papá, no lo tires de las gradas a propósito.

- deja de estarme dando ideas - cortó la llamada antes de que le dieran ganas de hacer una maldad como esa y viajó hasta la casa de Dai, quien no tenía idea de qué hijo suyo llegaría, solo recibió indicaciones de Tini para que lo esperara.

Dai, cuando el otro llegó, abrió la puerta y quedó cara a cara con Mojito, ambos se miraron a los ojos sin decir una palabra hasta que el joven habló.

- ¿puedo pasar?

- ya estás aquí - le dio el paso y luego volvió a sentarse en el sofá.

- papá - Sidra corrió hacia la cocina, seguramente ahí habría cosas de comer más ricas que en su "aburrido castillo".

- no soy papá, dime Mojito - insistió, aunque habían algunos de sus hermanos a los que no les molestaba que los dioses los consideraran sus padres a él sí un poco, solo estaba ahí para trabajar, no para ser padre.

- Tito - hizo lo mejor que pudo y siguió señalando la cocina.

- ¿qué es lo que quieres? - rodó los ojos y fue a buscar una galleta o algo para que se callara y justo cuando logró calmar a uno se escuchó un ruido muy estruendoso como de algo quebrarse.

1 multiverso, 12 pequeños problemasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora