Capítulo 55

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Hora de encontrar respuestas

Llegué a casa el otro día. Por supuesto, aunque el ángel ya no me iba a ver, no quería dejarme ir. Pero les insistí a todas las enfermeras que vinieron que ya estaba mejor. Resultó que un médico al que nunca había visto en mi vida vino a examinarme y me dio el alta.

De camino al hospital, Anahí me esperaba. Subí al coche y poco después nos fuimos. Nos fuimos todo el camino sin hablar. Realmente me molestó, porque no me gustó esa atmósfera tensa. Más era más que obvio que sucedería después de todo lo que pasó ...

Al llegar a casa, encontré al ángel acostado en el sofá viendo la televisión. Fue la primera vez que lo vi haciendo algo más que estar encerrado en esa habitación o cocinar para nosotros.

Desde donde estaba, podía decir que ni siquiera quería intercambiar una palabra conmigo. Decidí ir a mi habitación. Me recosté en mi cama respirando profundamente y agradeciendo la sensación de comodidad que traje allí. Mis próximas decisiones serían extremas y necesitaba fuerzas para continuar, tanto por Christopher como por Anahí.

Finalmente supe una forma de recuperar mis recuerdos. Para saber qué pasó con mis padres, Miguel y mi hijo. No lo creí cuando pensé en la palabra "hijo". Me preguntaba cómo podría ser... si tendría mis ojos o los de Miguel ...

A mi mente vino el recuerdo que tuve con Miguel durante el festival. La persona a la que probablemente llamaría debería ser nuestro hijo ... Y pensar que tenía un hijo hizo que surgieran más preguntas.

¿Por qué ni siquiera mi hijo vino a verme? ¿Por qué vine a esta ciudad sola? Y mis padres, ¿también se habían olvidado de mí? Todo era confuso, las lápidas de la pintura y la carta que venía en el sobre. Por no hablar de los secretos de Christopher de que, por mucho que no debiera, era inevitable no preguntarme por ellos. ¿Quién era esa mujer de la foto? ¿Por qué me dio ese vestido que se suponía que era suyo para mí? ¿Dónde debería estar ella? Y todavía tenía las palabras de Anahí en mi cabeza que decían que me estaba usando ...

Había tantas preguntas que casi me volví loca tratando de responderlas. Tal vez ni siquiera encuentre la respuesta para todas, pero no me rendiría.

Ha llegado la noche. Me dirigí a la cocina para cenar. Esta vez Anahí cenaría con nosotros. Me senté en la mesa junto a ella. El ángel colocó los platos y luego las ollas. Empezamos a servirnos y pronto estábamos comiendo. Nada especial, como siempre, pero aún así tenía un sabor encantador.

Y como era de esperar, el silencio pareció acompañarnos. Fue entonces que, inesperadamente, el ángel dijo:

- Te ruego que no entres más a mi habitación ...

Tomé una respiración profunda.

- Te pido disculpas y te garantizo que no lo haré más ... pero, no quiero que escondas nada más en relación a mí.

Él me miró.

- No te puedo garantizar eso. Tengo una promesa que cumplir ...

Nuevamente respiré hondo.

- ¿Está incluida la mentira?

Simplemente volvió a su comida. Anahí le puso la mano en la cabeza, contemplando la tensa situación allí presente.

- La llave de tu apartamento está en el escritorio- dijo el ángel.

- ¿No me vas a prohibir ir allí? - insinué.

Anahí me dio un codazo en la barriga pidiéndome que me detuviera.

Una vez más, no dijo nada. Debo decir que odié esa situación. Intercambiar esas palabras con el ángel me daban ganas de llorar, de pedirle disculpas incluso si pensaba que no tenía que hacerlo, de intentar meter en su cabeza que mi decisión ya estaba tomada. Pero allí sería una pérdida de tiempo.

Debería haber abierto el juego desde el principio. Desde el día en que decidí recuperar la memoria ... ahora era demasiado tarde.

La cena terminó sin decir una palabra más. Me lavé los dientes y me dirigí hasta mi habitación. La llave del apartamento estaba allí. Y al mirarlo, me di cuenta de que no podía perder más tiempo, tenía que tener respuestas ya. Eso es porque sentí que el ángel podía terminar haciéndome cambiar de opinión ...

Abrí la mesa del escritorio y conté el dinero que había ganado hace unos días. Fue suficiente. Cogí la guía telefónica y llamé a un taxista.

-Sí ... mañana por la mañana-  dije al final de la conversación. - Estaré esperando...

Colgué de inmediato. Así que tomé el sobre y puse la llave del apartamento en mi bolso, junto con algo de ropa. Era hora de volver a mi ciudad natal ... hora de volver a casa ... hora de encontrar las respuestas ...

Memoria PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora