II.40

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Erick

Me dolía la cabeza pero mal, no me acordaba de qué hueá había pasado anoche. Solo que tomé más que la cresta. Ay me sentía como el hoyo. Escuché una voz llamándome. ¿Quién me llamaba? ¿Sería el Jean? Ay que deje de huevear quiero dormir.

― ¡Erick despierta! ―pegué un salto ante el grito. Abrí los ojos y conchesumadre no era náh el Jean, era la Diana. Miré a mi alrededor y no estaba en mi pieza, probablemente estaba en la suya. ¿Qué hueá pasó anoche?

― ¿Qué? ¿Qué pasó? ¿Qué hago aquí? ―oh, hueón nunca más tomo tanto

― ¿No te acuerdas del show que te pegaste anoche? ―dijo hablando demasiado fuerte, haciéndome que mi cabeza martillara.

―Ay no grites―se rió, haciendo que mi cabeza doliera más, maldita.

―No estoy gritando―rodó los ojos―solo tienes resaca porque tomaste que la cresta anoche tanto que perdiste tu ropa― ¿Qué mierda? Me miré y efectivamente estaba solo en calzoncillos. ¿Dónde cresta había dejado mi ropa? Piensa Erick, piensa. Fui al carrete que me invitó el Arturo a la pieza de la Fran y luego...

―Ay no...―ahora lo recuerdo todo, estábamos jugando a las cartas y el que perdía se sacaba una prenda de ropa y en algún momento entró el Alexis y me pegó porque creyó que estaba toqueteando a la Fran...―Media cagá.

― ¿Qué cosa? ―no me di cuenta que lo había dicho en voz alta. Ay Dios. Miré a la Diana y, oh no, hice el ridículo con ella, solo recuerdo que me puse a llorar porque sentía un horrible dolor en el corazón y definitivamente perdí mi dignidad anoche.

―Nada...―le respondí a la Diana, probablemente se iba a enojar conmigo porque toqueteé a la Fran, aunque no tenía derecho en enojarse porque ella tenía pololo, pero igual no quería que se enojara conmigo― Yo solo estoy que me meo―dije porque en verdad estaba que me hacía hueón, tanto que me dolía. Corrí hacia el baño. Fue un alivio maravilloso cuando por fin pude hacer pipí, luego tiré la cadena y me lavé las manos. Me miré al espejo y me veía asqueroso, tenía las medias ojeras, todos iban a cachar que no dormí casi nada. Suspiré. Pero lo hecho, hecho está, soy un imbécil. Salí del baño y enfrenté a la Diana―Di lo siento si dije alguna estupidez anoche, tomé mucho y no sé, enloquecí―le dije. Haciéndome el que no me acordaba del ridículo que hice.

―Está bien, no importa, solo te digo que tienes que bajar a desayunar ahora o sino no llegas a tu entrenamiento―dijo ella mirándome con desaprobación. Miré mi reloj, que era lo único que tenía sobre mi cuerpo aparte de mis calzoncillos.

― ¡Por la cresta es re tarde! ―el profe me iba a matar si no me apuraba―yo voy a mi pieza, te veo abajo―salí rápidamente de la pieza. Solo esperaba que ningún hueón me viera caminando por el pasillo solo en calzoncillos o sino sería un gran escándalo. Así que me fui con mucho cuidado a mi pieza y tomé las escaleras ya que no circulaba mucha gente por ahí. Por suerte no me encontré con nadie, cuando llegué a mi pieza me di cuenta que no tenía cómo entrar, la tarjeta estaba en mi polerón ¡Maldición! No pensaba ir donde a la Fran a buscarlo porque punto uno su pieza no estaba en este piso y ya bastante me costó llegar aquí sin que nadie me viera y punto dos podía estar el Alexis ahí y quizás me querría pegar de nuevo, así que mi única opción era rezar que estuviera el Bose dentro.

―Erick―pegué el medio salto al escuchar la voz de la Fran―¿Qué hueá te pasa?―me miró con el ceño fruncido.

―Me asustaste―ella rodó los ojos.

―Ay lo siento, no pensé que mi voz fuera tan aterradora―no podía mirarla, me daba vergüenza y no sé por qué si en verdad no es haya pasado algo entre nosotros, pero no sé, soy estúpido, lo sé.

Just Give me a Reason || Erick PulgarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora