II.42

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Erick

                  Ya estábamos en Porto Alegre para jugar la semifinal contra Perú. Teníamos la tarde libre así que mi panorama era ir a una cena familiar en la casa de la Di y el Paolo. La Diana ni siquiera se había dignado a invitarme, pero la Sherry me vino con el cahuín por suerte así que obvio que iba a ir. O sea yo igual era parte de la familia.

Así que actué mi papel, el papel del hermano mayor pesado. Apenas llegué me hice re amigo de la mamá del Paolo lo cual era obvio que al hueón le molestaba, mejor para mí, además la señora Petro era re simpática, era como una abuelita re buena onda. Lo siguiente que hice fue contar cosas para avergonzar a la Di. Y bueno gracias a eso tenía ganas de matarme lo veía en su mirada, la verdad es que yo lo estaba disfrutando porque ya estaba chato de estar con ella a escondidas y que en frente del mundo estuviera con ese hueón feo y viejo del Paolo Guerrero. Me daba rabia solo de pensarlo.

—Me tienes chata. Puedes dejar de decir hueás por favor—dijo la Diana apenas entramos a la cocina. Era el primer momento en que la tenía a solas, la iba a ayudar a servir los postres.

—Pero ¿por qué? —dije haciéndome el inocente—Pensé que no querías que el Paolo y su mamá se enteraran de lo nuestro, así que por hoy solo somos hermanos y eso es lo que hacen los hermanos avergonzar a sus hermanas menores frente a sus pololos.

—Te odio—dijo ella enojada, no le creía, veía en sus ojos que no me odiaba. Ella comenzó a alejarse de mí, yo la seguí y la acorralé contra uno de los muebles de la cocina.

—Mentirosa—dije cerca de su rostro. Ella solo me miró a través de sus largas pestañas. Sonreí y la besé. Dios, la extrañaba caleta, a pesar de que no la había visto desde ayer no más, pero es que la necesitaba, ya no podía seguir ocultando lo que pasaba entre nosotros.

—Suéltame—empujó mi pecho suavemente—No hagas eso, no aquí.

—¿Por qué no Di? —dije con voz coqueta—Una aventura es más divertida si huele a peligro—acaricié suavemente su mejilla con mi mano. Y la besé, esta vez ella se entregó al beso y yo igual, mi corazón latía muy rápido a causa de ella. La amaba tanto.

—Suficiente alguien puede entrar—dijo alejándome. Maldición. Que alguien entre, nada me importa. Necesito terminar con esta tortura rápido.

—Sí y sería muy malo que fuera tu querido "cari"—dije. Ya estaba chato de ese hueón

—Eso es lo que quieres ¿no? Que entre el Paolo y nos pille así y que después esté desconcentrado en el partido—ojalá se desconcentrara el hueón y jugara como la callampa.

—Bueno sería de mucha ayuda que esté desconcentrado, pero lo mejor sería que terminara contigo para así poder estar juntos.

—No, Erick eso sería cruel—más cruel era lo que me hacía ella a mí, que me daba esperanzas pero al final no hacía nada, seguía con el hueón.

—Tú eres la cruel que lo engañas—dije. Me alejé de ella porque si seguíamos así la iba a besar otra vez y ahora ella se veía un poco enojada—y más encima juegas con los dos, eso no se hace Di—ahí arrugó la nariz y se puso roja. Sí, está furiosa. Lo que me daban ganas de sonreír porque se veía adorable.

—Nopo, no se hace, pero tú no eres nadie para darme lecciones de lo que no se hace, por si se te olvidó hace tres años tú me engañaste con la vieja esa, la polola de Puch...—uuh, la vieja rica, bueno sí, soy culpable, me tiré a la vieja esa y le mentí a la Diana—tú maldito tuviste el descaro de mentirme en la cara y decirme que no había pasado nada con ella, pero ¿Sabes? Antes de irme de Estados Unidos ella me abrió los ojos y me contó todo, que te acostaste con ella. Eres un maldito mentiroso e infiel así que no tienes derecho a decirme nada—tenía un punto ahí la Di, pero lo que pasó con esa vieja fue una hueá de una sola noche, fue solo sexo, no había ningún sentimiento de por medio.

Just Give me a Reason || Erick PulgarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora