Diana
Había ignorado al Erick como por dos días, a pesar de sus intentos de hablarme y de invitarme a salir, pero es que no podía ser tan fácil, él nunca se creería que yo lo perdonaría tan fácil y nadie lo haría la verdad, porque la hueá que me había hecho había sido re penca, tanto que tenía demasiado odio en mi corazón y necesitaba vengarme por todo lo que me habían hecho, por todas las veces que me pasaron a llevar, por todas las veces que me hicieron sentir inferior a ellos por ser fea, porque este odio que siento no es solamente por lo de la apuesta, sino que fueron años y años de humillaciones, desde que mi papá empezó a pololear con la Karina. La Sherry y el Erick me hicieron pasarla mal y el Jeans fue su cómplice en todo sentido, nunca me ayudó, solo se quedaba callado mientras ellos me trataban mal, pero yo era hueona en ese tiempo, demasiado ingenua, tanto que me acostumbré y cuando el Erick me mostró un poquito de amor caí rendida a sus pies inmediatamente. Era tan estúpida, tan estúpida a pesar de que la mitad del tiempo el Erick me decía cosas pesadas aún así estaba enamorada de él. Cada vez que volvía a pensar en la Diana antigua me daba una rabia por lo hueona que fui. Nunca más sería así, había prometido cambiar en todos los sentidos y lo había hecho, ahora todos lo que jugaron conmigo y los que me trataron mal iban a sufrir las consecuencias de sus actos y me aseguraría de ello.
Hoy jugaba Chile v/s Japón, por lo que estaba preparando mis cosas para el partido. Es decir mi cámara y los lentes de ésta y sus baterías también. Estaba cargando todas las baterías.
Mientras ordenaba todas las cosas, alguien tocó mi puerta. Fui a abrirla. Me encontré con el Jeans Pool, quién estaba vestido con ropa negra. ¿Por qué estos hueones se vestían siempre de negro? No lo comprendía.
―Hola Jeans―dije parándome en el marco de la puerta.
―Hola Diana ¿podemos hablar? ―preguntó él. Aún tenía hora antes de que la selección saliera del hotel y tuviera que tomarles fotos.
―Está bien, entra―dije haciéndome a un lado. El Jeans entró a mi pieza.
― ¡Qué orden! Antes siempre tenías todo desordenado―solté una risa mientras cerraba la puerta. Tenía razón, hasta en eso había cambiado, ahora prefería tener controlado y ordenado, cada aspecto de mi vida. Me había convertido en una especie de obsesa del control como diría Anastasia Steele de Christian Grey.
―Descubrí que es mejor ordenar, así no se me pierden las cosas―y así tampoco me perdía a mí misma, como lo hice hace tres años, que me perdí tanto en el Erick, en el amor que sentía por él que no me di cuenta de la señales que me gritaban que todo era una farsa.
―Excelente idea―dijo el Jeans―¿Me puedo sentar?―preguntó indicando mi cama. Asentí. Así que él se sentó en ella, luego yo me senté a su lado.
―¿Y bien? ¿Qué querías hablar conmigo?―pregunté.
―Bueno, desde que nos reencontramos no hemos hablado mucho, excepto cuando fuimos al McDonalds, pero ahí no tuve la oportunidad de hablar mucho contigo, no tuve la oportunidad de decirte que...―tomó una respiración profunda y miró sus manos, se veía algo nervioso, luego me miró y conectó nuestras miradas―perdón, perdón Diana por no decirte la hueá de la apuesta, nunca estuve de acuerdo con esa hueá.
―No lo estuviste, pero igual eras cómplice―afirmé. Maldito Jeans, yo confiaba caleta en él, incluso más que en el Erick. Fue una decepción saber que él había sido cómplice de todo, pero debí habérmelo esperado, los tres hermanitos siempre se cubrían todo.
―Sí, lo sé y me he sentido como el hoyo por tres años Diana, yo podría haber detenido esa hueá, pero no hice nada, porque soy un cobarde, un imbécil o al menos debí decírtelo antes de que el Erick te hiciera daño, pero no, soy tan ahueonao que me lo callé, fui un tonto Diana, espero que puedas perdonarme―ojalá pudiera, pero él era como mi hermano mayor además, según él yo le gustaba, él dijo que sentía cosas por mí, sin embargo si las hubiera sentido nunca debió haber permitido que me hicieran daño, aunque él siempre iba a proteger a sus hermanos, siempre iba a ser su cómplice, lo cuál era un mal menor comparado con la Sherry y el Erick, pero un mal al fin al cabo. Él también tenía que pagar, también tenía que vengarme de él...
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Just Give me a Reason || Erick Pulgar
Hayran KurguSolo dame una razón para amarte otra vez... Saga futbolistas de la Roja Todas mis novelas están conectadas entre sí, pero no es necesario leer las otras para entender ésta.