II.27

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Diana

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Diana

                Desde el día que supe que iba a tener que fotografiar a la selección Chilena, sabía que me iba a tener que encontrar con él tarde o temprano, sin embargo nunca pensé que sería tan temprano, el primer maldito día y ya me encontré con él, de hecho choqué con él. Maldito Erick Pulgar, mil veces maldito, lo peor de todo es que cuando chocamos y recogió mi cámara, me dio una mirada lasciva, recorrió todo mi maldito cuerpo  y luego me miró a la cara y me dio una sonrisa, era obvio que no me había reconocido, nadie que me hubiese visto hace tres años y me viera ahora me reconocería porque me aseguré malditamente de ello, los frenillos se fueron, los lentes igual, tuve una operación con láser que arregló mis problemas de vista, mi cara cambió completamente, me hice una rinoplastia, una bichectomia, lifting de cejas y varios tratamientos faciales, mi cuerpo también cambió por completo ya no era aquella flacuchenta sin gracia con ayuda de un buen implante mamario y de mucho ejercicio, en especial pesas de manera constante logré mejorar mi figura, ahora tenía unos pechos decentes porque antes no tenía absolutamente nada y tengo poto y piernas. Todos esos cambios físicos más terapias y el amor y cariño de mi gente cercana, es decir mi familia y amigos nuevos, me hizo florecer, me hizo cambiar, ya nada quedaba de la Diana de hace tres años, absolutamente nada, pero al verlo frente a mí mirándome de esa manera apareció el odio, un odio que ya había olvidado, un odio que me había afectado por un año de mi vida...

―Lo vi―fue lo primero que dije cuando llegué a mi habitación y marqué el número de mi mejor amigo, de la persona en que más confiaba en el mundo.

― ¿Te reconoció? ―preguntó.

―No, cari, no me reconoció, estoy segura que ni en joda se imagina que soy yo, pero hueón te juro que aparecieron todos esos putos sentimientos de odio...y no sé qué mierda hacer con ellos―dije tirándome a la cama como un saco de papas.

―Oye cálmate, tú puedes con esto Diana, vas a estar bien hermosa, te lo juro...―suspiré ruidosamente.

―Sí, lo sé, estaré bien y si lo veo seguiré el plan al pie de la letra―él rió.

―Me encanta lo mala que eres, espero que nunca eso se vuelva en mi contra bebé

―Obvio que no washi―sonreí― ¿Sabes? Cuando me siento mal no hay nada mejor que escuchar tu voz porque me calmas altiro―sentí su sonrisa al otro lado de la línea.

― ¿Y cómo van esas fotos? ―preguntó.

―Ahora tengo que editarlas para mandarlas... Oye washi ¿fuiste a ver al Cookie? ―pregunté. El Cookie era mi perro, mi hijo técnicamente el cual era un peludo de color café. Lo amaba.

―Ayer fui, y está perfecto―sonreí pensando en mi perro―sabes que mientras esté en Porto Alegre lo puedo ir a ver de vez en cuando...

                ¿Cómo fue que llegué a vivir a Porto Alegre, Brasil? Yo creo que es la pregunta del millón. Todo comenzó cuando pasó lo del maldito Erick Pulgar, ese día yo me fui a Chile con mi papá, nos fuimos directamente a Antofagasta, mi mamá estaba en plena preparación de la mudanza a Copiapó, yo apenas llegué le dije que me iba a ir con ella, ya no había nada que me atara a Antofagasta, nadie en realidad, solo tenía una amiga en el colegio y nadie más que me importara. Así que todo estaba listo y dispuesto para irnos, sin embargo hubo un cambio de planes a mi padrastro le ofrecieron un puesto de trabajo en una mina a tajo abierto especializada en la extracción de Hierro en el estado de Minas Gerais en Brasil, él aceptó porque el aumento de sueldo era bastante, así que con mi mamá y mi padrastro nos fuimos a vivir a Belo Horizonte en Minas Gerais. Luego de aquello, no había pasado mucho tiempo desde todo lo del Erick así que para animarme fuimos de paseo a Rio de Janeiro, al Pan de azúcar, obviamente yo llevé mi cámara, a pesar de que me la había regalado el idiota, era demasiado buena para botarla. Mientras fotografiaba todo desde el Pan de Azúcar, mi cámara se enfocó en él, mi mejor amigo, ahí yo aún estaba mal y seguía igual de fea que siempre, lo único que había cambiado era que se habían ido los frenillos. Ese día que conocí a mi mejor amigo mi vida cambió, gracias a él descubrí que lo quería hacer era ser fotógrafa, así que tomé varios cursos de fotografía y él me consiguió varios trabajitos y me ayudó con el idioma. Finalmente pude terminar el colegio aunque no entendía tan bien el portugués, luego conseguí un trabajo en Rio de Janeiro de fotografía, y este año conseguí un trabajo en el Inter de Porto Alegre de tomarles fotos a los jugadores para las redes sociales y decidí entrar a estudiar en la Universidad Federal de Rio Grande del Sur, periodismo, ya tomé una decisión de lo que quiero ser y es ser reportera gráfica. Ese día todo cambió porque él me ayudó a empoderarme, a sentirme segura de mi cuerpo, me hizo como un lavado mental.

Just Give me a Reason || Erick PulgarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora