Es como si una aplanadora me hubiese pasado por encima, me dolía todo, en especial mi cabecita. Ay que dolor. No sé por qué me dolía tanto, pero no me importaba porque había tenido un sueño bacán donde yo iba a la pieza del Erick, nos besábamos y después llegaban algunos cabros de la selección a hacer un carrete. Era un sueño bacán. ¡Paren todo! No fue un sueño, oh Dios, todo fue real, ay no ¿Qué fue lo que hice? Recuerdo que le empecé a decir cosas al Erick que jamás en mi vida diría, ay no que horror.
Un fuerte golpeteo sonó. ¡Ay mi cabecita! Sentía que iba a explotar. Abrí mis ojos y ¡Oh Dios! Pensé que nada podía ser peor que el dolor de cabeza, pero sí, la luz en mis ojos dolió demasiado.
―Abre tú la puerta hueón, si tú la metiste en la pieza. Yo no tengo nah que ver, si retan a alguien que te reten a ti―Ay. ¿Quién gritaba tan fuerte?
―Enzo culiao, erís el peor―abrí mis ojos y busqué las procedencias de esos gritos y me encontré con Enzo Roco y el Erick, los dos solo en calzoncillos discutiendo no sé qué. Ay me gustaría saber donde están mis lentes para poder observarlos bien, porque sinceramente ahora veía todo borroso. Pero igual estaban papos.
― ¿Por qué gritan tan fuerte? ―dije. Auch.
―No estamos gritando―respondió el Erick.
― ¿Alguien me va a abrir la puerta? ― escuché de nuevo los golpes y una voz masculina, la cual me era totalmente desconocida. Nunca la había escuchado en mi vida, así que no sé quién era.
― ¡Por la chucha! ―exclamó el Erick. ¡Ay! ¡En cualquier momento la cabeza me explotaba! ―Yo voy, Diana solo mantente en silencio. Lo miré con el ceño fruncido. No entendía nada. Solo sé que se dirigió a la puerta. Y la abrió.
―Hasta que al fin abres... Me enteré que anoche hubo un carrete en tu pieza...
―Sí, Jarita con respecto a eso―dijo el Erick rascándose la nuca. Gonzalo Jara estaba en la puerta, interesante. Un nuevo jugador al que conocer.
―Eres como el hoyo Erick, yo que siempre te cuento todo, todas las copuchas y tú ni invitas a tu amigo Jarita. Más encima no me querís abrir la puerta...
―Estábamos durmiendo Gonzalo―dijo el Enzo caminando hacia la puerta. Tanteé en el velador hasta que encontré mis malditos lentes. Me los puse
―Mm... ustedes me esconden algo, a ver déjenme pasar.
― ¡NO! ―exclamaron el Erick y el Enzo al mismo tiempo, pero no lo pudieron detener. Gonzalo Jara entró a la habitación. Me miró por unos segundos. Luego una sonrisa se le formó en el rostro.
―Hola ¿y tú quién eres? ―dijo dándome una miradita extraña.
―Es mi hermanastra―dijo el Erick apareciendo a mi lado y tirándome las tapas de la cama encima. Fruncí el ceño. ¿Para qué me tapaba? Tenía un calor sofocante.
―Ah, yo pensé que estaban en un trío y por eso no me querían abrir―sentí la sangre acumularse en mis mejillas. Ay. Mis mejillas se tiñeron de rojo. ¡Pero qué cosas decía este hombre!
―No seai hueón Jara, si es mi hermanita―miré súper feo al Erick porque me dijo "hermanita" ―se tuvo que quedar porque estaba re enferma anoche entonces tuve que cuidarla.
―Enferma de curá―rodó los ojos Gonzalo Jara―todos vimos los vídeos del carrete de anoche al que no me invitaste hueón, muy feo. Esto no se perdona
―Pero si yo no tenía idea del carrete po Gonzalo, el Eduardo inventó todo
―Ni perdón ni olvido, Erick―ay ¡Que pararan de gritar de una vez!
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Just Give me a Reason || Erick Pulgar
أدب الهواةSolo dame una razón para amarte otra vez... Saga futbolistas de la Roja Todas mis novelas están conectadas entre sí, pero no es necesario leer las otras para entender ésta.