II.26

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Erick

Desperté como un hombre nuevo, miré la hora eran las nueve de la noche, había dormido toda la tarde, me levanté y me fui a cenar porque estaba cagao de hambre si al desayuno comí re poco. Me senté en la mesa con el Arturo, el Jara y el Beausejour y después de comer me devolví a la pieza para arreglarme para la noche, ducharme, perfumarme y vestirme bonito, es decir, un pantalón, polera y polerón con capucha negra.

Nos juntamos con los cabros a eso de las once en la recepción, algunos no fueron, onda el Alexis que se durmió temprano, el Charles que no sé en qué lio andaba metido, algo con una pendeja, la típica, el Ángelo tampoco fue. Más fomes los cabros, pero bueno.

―Hola Erick―dijo la Fran agarrándose de mi brazo. La miré extrañado, se supone que me odiaba y además no pensé que vendría como el Alexis estaba durmiendo.

―Hola Fran ¿qué ondi? Pensé que no ibas a venir como el Alexis se durmió―ella soltó una risa.

―Mira para tu información amigo, a pesar de que esté casada yo soy una mujer independiente no necesito andar pegada todo el día al Alexis, así que no seas machista―asentí―además mi amigo Arturo me invitó―se encogió de hombros―y al Alexis no le gusta andar de carrete antes de los partidos. Así que ahora andaré de tu brazo para no sacarme la chucha en la calle si es que piso con el taco en algún desnivel o en un hoyo―mi mirada recorrió sus piernas, tenía re buenas piernas, maldito Alexis que comía bien... Mi mirada luego se dirigió a sus pies y hueón la Fran andaba como con unos tacos agujas de más de diez centímetros...

― ¿Cómo caminai con esas hueás?

―Años de práctica Erickcito, y ¿cómo has estado? ―preguntó.

― ¿Ya no me vas a insultar? ―pregunté sorprendido. Ella me miró con una sonrisa.

―No, ya fue suficiente tortura y me diste pena―soltó una risa―igual fue feo lo que le hiciste a la Diana―dijo con reproche.

―Sí sé Fran, no hay nadie que se sienta más culpable que yo créeme, ¿sabes? Una vez el hueón del Charles me dijo a veces el amor no es suficiente y yo no le creí, le dije que todo con amor se podía superar, pero al final resultó que él tenía razón porque yo te juro que la amaba más que la chucha y ¿De qué sirvió? Ella no me perdonó porque la hueá que hice fue imperdonable―suspiré.

―Así es la vida no más, hay amores que no están destinados a ser...―se encogió de hombros.

―Oye ahora que estamos hablando civilizadamente, ¿sabes algo de ella? ¿Dónde está? Cuando pasó toda la hueá la busqué por todos lados, creí que iba a estar en Copiapó con su mamá pero recorrí toda la puta ciudad y no había rastros de ella...―la Fran me miró con pena. Alzó su mano y tocó mi mejilla con suavidad.

―Bucha Erick, lo siento―luego alejó su mano de mí―no está en Copiapó, está muy lejos de ahí, pero no puedo decírtelo...

―Fran, cuéntame más po, no seas mala―supliqué. Era la primera pista que tenía, pero hueón si no estaba en Copiapó ¿Dónde? Quizás estaba donde su abuela materna en Arica, pero llamé a esa señora y dijo que no sabía nada, pero probablemente le dijo que no me contara.

―Lo único que puedo decirte Erick es que está bien, no te preocupes por ella, yo creo que está mejor que tú... que por lo que me contaron andai llorando por los rincones y tomando a la par con el Arturo...―quizás debería insistirle más a la Fran, pero era obvio que no me iba a decir nada si probablemente ella siempre supo dónde está la Di y nunca me dijo. Debería intentar más tarde cuando tenga alcohol en sus venas.

Just Give me a Reason || Erick PulgarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora