I.1

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El avión descendió en San Diego, California. No daba más de la emoción. Al fin estaba en Estados Unidos, nunca antes había estado aquí. De hecho nunca había salido de Chile. Este era el mejor regalo que me habían dado en la vida. Estaba en Estados Unidos para ver la Copa Centenario. Para ver a la selección chilena ganar esa copa, porque estaba segura que la ganaríamos al igual que habíamos ganado el año pasado la copa en Chile.

― ¡Nana ya llegamos! ―exclamó mi hermanito pequeño Cristóbal que iba sentado a mi lado. Le sonreí.

―Sí, llegamos enano―él arrugó su nariz no le gustaba que le dijeran enano, pero no me importaba, era un enano.

―No soy enano, Didi―le revolví el cabello con mi mano dejándolo todo despeinado. Y seguí con mi vista hacia afuera del avión.

                Cuando el avión se detuvo agarramos nuestras cosas y nos bajamos. No pasamos por policía internacional ni nada de eso, eso ya lo habíamos en nuestra escala en Atlanta. Habíamos viajado casi un día para llegar desde Antofagasta a San Diego, pero no estaba cansada para nada, estaba demasiado emocionada.

                Tomamos nuestras maletas y nos dirigimos al Hotel Omni, donde además de hospedarnos nosotros se hospedaba la selección chilena. Quería saltar de la emoción o gritar eso también funcionaba. Es que los amaba demasiado, tenía un crush demasiado grande por Eduardo Vargas y Charles Aránguiz, ¡Qué daría yo porque se enamoraran de mí! Onda como le pasa a rayita, la protagonista de la mayoría de los fanfics que leo. Pero sé que eso nunca va a pasar, yo Diana Cristina Chepilla Pizarro, era lo totalmente opuesto a lo que quería un hombre, era fea. Y no lo digo porque tengo una autoestima baja sino porque en verdad soy fea, mi pelo es un asco, rizado, muy difícil de controlar, tengo miopía y astigmatismo por lo que prácticamente estoy ciega, por lo que tengo que usar unos lentes horrendos y más encima el señor me dio la desgracia de que me crecieran los dientes chuecos por lo que tengo unos horribles frenillos.

―Estamos aquí―dijo mi papá quién se veía realmente emocionado. Abrió la puerta de la van en la que veníamos. Todos se bajaron rápidamente y cada uno agarró su maleta. Yo caminé lentamente hacia la entrada del hotel. Todos lo estaban saludando muy efusivamente, yo me quedé atrás y le di una mirada, al parecer él sintió mi mirada porque dirigió su mirada hacia mí. Mi estómago se revolvió y las mariposas empezaron a aparecer, no lo había visto de aquella vez y ahora al verlo mi vergüenza se hizo presente, mis manos empezaron a sudar y mis mejillas enrojecieron. Maldición. Él me dio una sonrisa burlona, sabía el efecto que provocaba en mí y lo disfrutaba, el muy maldito, luego volvió su atención a su hermana que lo estaba saludando.

                ¿Cómo demonios lo iba a saludar? Me moría de vergüenza, de mortificación. No, yo no debí aceptar venir a la Copa Centenario a pesar de lo emocionada que estaba...

― ¿Yapo dime quién te gusta? ―preguntó mi amiga Marisol quien estaba tirada en la cama a mi lado mientras veía su celular.

―Nadie―respondí. Lo cuál era mentira, sí me gustaba alguien, pero era obvio que ese alguien no me iba a tomar en cuenta ni por si acaso.

―Eres una mentirosa Diana. Dime quién te gusta.

―Ay Mari te dije que nadie―respondí. Ella rodó los ojos y me dio una mirada fea.

―Bueno yo solo te digo que si te gusta alguien tienes que lanzarte, o sea mujer tienes malditos dieciséis años y aún no has dado tu primer beso. O sea ya es tiempo Di. Y no te vas a quedar todo el tiempo esperando para que te pase lo de rayita porque esas cosas no pasan, One Direction no va a volver y no los vas a conocer―le tiré el cojín por la cabeza. Ponía justo el dedo en la llaga.

Just Give me a Reason || Erick PulgarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora