II.44

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 Al final la Consu estaba bien, estaba embarazada aunque no quería que le contáramos al Eduardo porque se odiaban en este momento, así que hicimos un pacto de silencio que ninguno de nosotros le contaría. Me amenazaron caleta porque dijeron que yo era muy hueón, pero bueno, iba a cumplir lo que prometí, no se me podía salir por nada del mundo.

Ahora iba en el auto de ese hueón del Paolo, iba enojadísimo porque el culiao había quedado como el héroe de la jornada, estaba re amigui de mis amigos, onda el Arturo hasta ya le decía hermano, la Consu le agradecía todo el rato el llevarla al hospital y haberse preocupado por ella y la Fran le coqueteaba todo el rato. Maldita sea, lo odio. Además la Diana iba sentada al lado de él, los dos tenían las manos juntas sobre el cambio del auto. Ah, me daban ganas de tirarme del puto auto, pero justo cuando se me ocurrió esa idea un poco suicida el auto se detuvo frente al hotel.

—Gracias por traernos hermano—dijo el Arturo palmeándole la espalda al Paolo. Rodé los ojos.

—De nada hermano—respondió el Paolo—nos vemos para el partido.

—Nos vemos ahí—El Arturo abrió la puerta del auto y se bajó.

—Oye gracias por todo Paolo y Di—dijo la Consu, el Arturo le tendió la mano y la ayudó a bajar del auto.

—Un gusto en conocerte guapo—dijo la Fran guiñándole el ojo al Paolo. Rodé los ojos. Maldito Paolo tenía a todos mis amigos comiendo de la palma de su mano.

—Un gustazo en conocerte a ti—respondió el Paolo, la Fran sonrió coqueta, la iba acusar al Alexis.

—Nos vemos Di—dijo la Fran para luego bajar del auto. Ahora solo quedaba yo adentro y la verdad era muy incómodo.

—Buenas noches—fue lo único que dije, aunque no eran nada de buenas, eran terribles. Luego me bajé del auto y pegué un portazo. Luego me fui caminando hacia el hotel sin mirar atrás, cuando estaba a punto de alcanzar la puerta sentí una mano en mi brazo que me detuvo el andar. Giré enojado. Era la Diana.

—Se te olvidó esto en el auto—extendió mi celular hacia mí, lo tomé a regañadientes. Más encima la hueá estaba toda la pantalla rota de cuando lo tiré al piso cuando íbamos saliendo del hotel.

—Gracias—dije, pretendía seguir mi camino, pero ella no soltaba mi brazo—¿Me podrías soltar? Mañana tengo que levantarme temprano y tengo bastante sueño.

—Oye ¿por qué tan pesado?

—¿En serio preguntas por qué? Te pasas para cara de raja.

—¿Qué hueá Erick?

—Que estoy chato de ese culiao del Paolo, no lo soporto, no soporto que esté cerca de ti, no soporto que además ahora se quiera robar a mis amigos. ¿Cuándo chucha vas a terminar con él?—ella frunció los labios y me miró a través de sus pestañas largas. ¡Maldita sea! Cuando me ponía esa mirada conseguía que yo hiciera todo lo que ella quería, pero no me iba a dejar manipular esta vez.

—Erick querido—me tomó la mano entre las suyas—mi jirafa querido, te dije que cuando termine la Copa América estaremos juntos bebé—quité mi mano de entre las suyas.

—No te creo nada. Además ya estoy aburrido de esta situación.

—Bueno entonces si estás aburrido, olvidemos que esto alguna vez sucedió—suspiré. Quizás era lo mejor pero había algo que no me dejaba soltarla.

—Hasta que termine la Copa América entonces—dije. Ella me miró a través de sus pestañas y asintió.

—Buenas noches Erick.

—Buenas noches Diana—respondí. Ella se dio media vuelta y caminó hacia el auto, la vi subirse con el Paolo. Una sensación horrible se asentó en mi estómago, un nudo se formó en mi maldita garganta, no sé si iba a ser capaz de seguir con esta situación, pero solo tenía que aguantar un poquito más... solo eso...

—Deja de mirar a la Diana con esos ojos de cordero—me sobresalté al escuchar la voz de la Fran. Me tragué mis ganas de llorar.

—Es que no soporto verla con él—dije. La Consu se acercó a mí y me tomó la mano, dándome fuerzas.

—Sé que duele Erick—suspiró—por eso te lo digo porque soy tu amiga y te quiero aléjate de ahí, no es sano para ti continuar prologando esto.

—Es muy tóxico, y yo te hablo de la experiencia, sé de relaciones tóxicas—soltó una risa—pero esto es demasiada toxicidad para mí. Tienes que alejarte de la Diana, Erick, no te hace bien.

—Pero es que la amo—las dos me miraron tristes. La Consu acarició mi espalda y eso hizo que me dieran más ganas de llorar—Nunca voy a amar a nadie como a ella.

—A veces hay relaciones que no están destinadas a ser a pesar del gran amor que se tengan—dijo la Consu mirándome triste—Ahora vamos dentro antes que se den cuenta que no estás y te castiguen...—asentí. Y caminé hacia dentro del hotel, pensando en la Diana, la verdad no soy capaz de alejarme de ella a pesar de todo...

Diana.

Me subí al auto junto al Paolo quien se iba a ir de vuelta a su hotel ahora, antes de que de verdad lo retaran porque ya era bien entrada la madrugada.

—Flaca—dijo el Paolo llamando mi atención. Lo miré—deberías terminar eso que tienes con el Erick, no es bueno que le des ilusiones—fruncí el ceño. ¿Por qué me decía eso? Él mismo me dio permiso para hacerlo.

—¿Por qué mierda me dices eso cari? —pregunté.

—Sabes por qué, ese chico te ama y tú solo estás jugando con él, me hace sentir un poco mal...

—¿Te hace sentir mal o celoso? —pregunté. Él sonrió.

—Siempre tengo un poco de celos, pero sé que no me vas a dejar—y en eso tenía razón, no lo iba a dejar y menos por el Erick—pero este juego tuyo se está volviendo peligroso flaca, o sea ¿viste lo que hizo hoy? Fue a tirar piedras al hotel de mi selección y después cuando lo saqué de la cárcel, cuando acompañamos a su amiga al hospital se veía que quería golpearme, no sé flaca, ya lo has hecho sufrir bastante, creo que es hora de acabar con esto—suspiré.

—Lo sé—exclamé—pero aunque ya lo he hecho sufrir harto nunca será suficiente, nunca será lo mismo que me hizo sufrir él—un nudo se formó en mi garganta y mis ojos se llenaron de lágrimas—yo era tan ingenua, tan tonta cuando hizo mierda mi corazón, y no sé cuando lo veo solo pienso en aquella niña tonta que fui, en lo mucho que sufrió—el Paolo tomó mi mano entre las suyas.

—Flaca, pero ya no eres esa niña, cambiaste, no dejes que él te vuelva a arrastrar al pasado, es hora de caminar hacia el futuro y cortar el juego.

—Tienes razón cari, te amo ¿sabes?

—Y yo a ti, flaca de mi corazón—detuvo el auto—ya llegamos, hora de despedirse—hice un puchero. Me acerqué a él y lo besé.

—Que te vaya bien en el partido mi amor—dije cuando me separé de él.

—Eso espero flaca, y piensa en lo que hablamos—asentí con la cabeza. El Paolo se bajó del auto, al igual que yo, lo abracé antes de que se fuera y luego me subí en el lado del piloto y manejé hasta mi casa.

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⏰ Última actualización: May 24, 2022 ⏰

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Just Give me a Reason || Erick PulgarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora