II.43

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                 Me subieron a la fuerza al furgón policial, malditos policías, no quería subirme hueón, pero me empujaron y me pegaron con sus palos para que me subiera. Iba a estar todo adolorido mañana probablemente. Maldita vida.

—Suéltenme pacos culiaos—exclamé. Pero obvio que no me entendieron. Finalmente me subieron y cerraron la reja detrás de mí.

—Ahora sí que te pasaste hueón—dijo la Fran mirándome feo.

—Pero...—dije, yo aún seguía en el piso, mientras ellos estaban sentados.

—Pero nada, nos metieron presos por tu culpa y tú más encima escapai, bonita la hueá—luego me llegó un zapatazo en la cara. La miré feo, pero ella me miró más feo, así que mejor dejaba de mirarla o quizás me mataba.

—En esta no te voy a defender cachorro, pero la Fran tiene razón hueón, si se entera la prensa de esta hueá, cagamos y vóh vai a ser el culpable—dijo el Arturo. Maldición, el Arturo siempre me defendía y ahora no me decía nada.

—¿Consu?—dije. Ella era más amigable normalmente.

—No le pidai ayuda a la Consu, si ella está igual de enojada que nosotros—dijo la Fran interrumpiendo—eres un ahueonao—la miré de reojo y se cruzó de brazos—Consu rétalo también.

—La verdad es que yo...—dijo la Consu—no me siento muy bien—la miré y en verdad se veía pálida, más de lo que era—yo...—no pudo seguir hablando porque comenzó a vomitar, encima de mí más encima porque yo estaba tirado en el piso del furgón policial. Maldición.

—Consu ¿estay bien? —pregunté.

—Obvio que no está bien po ahuenao, ¿no ves que está vomitando? —dijo la Fran rodando los ojos. Me paré del piso como pude para que no me siguiera vomitando y me senté al lado de ella.

—¿Tomaste mucho Consu? —preguntó el Arturo quien estaba sentado al otro lado de ella y le estaba agarrando el pelo para que no se lo manchara.

—No, si no tomé casi nada, no sé qué onda, pero desde que me subí a este furgón que tengo náuseas, y ahora el olor no lo hace mejor—dijo puso cara de asco.

—Ay amiga, es que este furgón está asqueroso—la Consu asintió—esperemos que lleguemos luego a la comisaría—Ahora Erick, cuídala porque es tu culpa que esté así—mejor no repliqué porque me daba miedo. Además igual tenía razón.

Llegamos a la comisaría y la Fran se engrupió a los pacos para que le dieran ropa limpia a la Consu ya que su ropa se había ensuciado, obviamente no intercedió por mí, así que aquí estaba sin polera, ya que la mía estaba toda vomitada. Ahora estábamos los cuatro en una celda inhóspita. La Consu tenía una taza de té en la mano, que también la había conseguido la Fran. Literal que los pacos eran re buenas ondas con ellas, pero conmigo eran como la callampa.

Vino un paco y dijo alguna hueá que obvio no entendí porque hablaban portugués, maldita vida.

—¿Qué hueá dijo?—pregunté.

—Que nos iba a dejar hacer una llamada—contestó la Fran.

—¿Y tú cómo sabes portugués? —preguntó la Consu que estaba sentada a su lado. La Fran se encogió de hombros.

—El Neymar me enseñó hace unos años, pero detalles—soltó una risa—ahora la cosa es que Erick tienes que llamar a alguien para que nos venga a sacar.

—¿Y por qué yo? —pregunté. Claro mandan al más hueón a la guerra.

—Porque por tu culpa estamos en la cárcel cachorro—intervino el Arturo.

Just Give me a Reason || Erick PulgarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora