Capítulo 15: " Fiesta (parte 2) "

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Las miradas estaban puestas en ellos, caminaban a la par, sus pasos sincronizados, la mano de Desmond se colaba por la espalda baja de Hanna provocando una chispa que le recorrió la piel y le sonrojó las mejillas

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Las miradas estaban puestas en ellos, caminaban a la par, sus pasos sincronizados, la mano de Desmond se colaba por la espalda baja de Hanna provocando una chispa que le recorrió la piel y le sonrojó las mejillas.

No les quedó más remedio que sentarse el uno junto al otro, los demás ya estaban en su sitio. Se encontraban lo suficientemente cerca como para moderar las copas que le servían a ella, lo suficientemente lejos para que él no se atreviera a tocarla de nuevo.

—Hanna querida, esta noche es espectacular ¿no te parece? —dijo Verónica, para su desgracia estaba sentada frente a ella, con una cara cargada de soberbia y muchas ganas de burlarse de ella.

Usaba un bello vestido color ocre con el escote pronunciado, su cintura se acentuaba a la perfección. Su cabello caía por la espalda luciendo un lujoso broche de oro por detrás. Sus parpados cubiertos de una fina sombra dorada. Había escondido bien sus intenciones, aún no encontraba cuales eran, pero pronto se le saldría el veneno por alguna parte.

—Es espectacular —comentó cuidando su genio, sus padres aguardaban atentos— Igual que tu vestido, hoy estas radiante —halagó cortésmente, ella agradeció con una enorme sonrisa que quiso borrarle en seguida.

—Claro que esta noche es espectacular, Desmond se ha encargado de todo, debía ser así. ¿De qué otra forma si no? —alardeo el señor Huggle con un trozo de carne en el tenedor, nunca esperaba a que sirvieran a toda la mesa.

La señora Susi lo miró con mala cara para después dirigirle la palabra al resto.

—Haden se ha superado —dijo mirándolo con cariño—... ha incluido en el postre la tarta que tanto te gusta Hanna —le comentó con una sonrisa esperanzada. Seguro había sido idea suya— La de fresas, aunque también ha pedido la de moras, por si te apetecía.

Hanna solo asintió en agradecimiento. El último plato fue servido dando entrada a todos para comer. Su padre no contento empezó a hablar en su nombre.

—Para el final de la noche, Hanna habrá pedido todos los platos de tarta disponibles, de mi se acordarán —su distinguida risa se dispersó por la mesa, más no contagió a nadie.

Cristóbal quien se encontraba a dos sillas de Verónica, se animó a conversar con Hanna.

—Hanna ¿recuerdas ese tatuaje que quería hacerme? —la madre lo miró disgustada, ese tema tan particular no debía sacarse si no les competía a todos. Además, jamás lo dejaría tatuarse.

—Claro, ¿la moto no? o ¿el lazo? —se rio ella. El rostro del joven estaba lleno de entusiasmo, le hacía mucha ilusión tener una conversación cotidiana con ella.

—Ninguno, he cambiado de idea, me tatuare una golondrina —sonrió. Hanna lo veía curiosa.

—¿Una golondrina? vaya elección, ¿por qué? —cuestiono entusiasmada.

El sonido de tu alma (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora