Capítulo 17: Sediento

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Culpa, eso era lo único que Cristóbal podía sentir desde que se despertó

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Culpa, eso era lo único que Cristóbal podía sentir desde que se despertó. Culpa por ser un idiota, por besar a Hanna y comer demás en el bufete.

Culpa que esperó quitar de su cuerpo con un baño. Con el agua corriendo en su rostro, el jabón resbalando entre sus manos, sus manos sosteniendo entre ellas su rostro; la culpa no se fue un segundo, persistió en sus dedos con un repiqueteo insistente.

¿Por qué se sentía tan basura?

Salió de la ducha sediento, su garganta seca le exigía un trago. Perder la conciencia era lo menos oportuno en ese momento; su hermano había insistido en hacer una fiesta después de la fiesta—esta vez en el terreno—para "darle buenas vibras" al lugar antes de comenzar la construcción, pero lo merecía, un trago para olvidar sus malas decisiones.

Besar a Hanna lo elevó al cielo, un simple roce de labios había bastado para poner una boba sonrisa en su rostro... pero cuando el efecto había pasado, crudamente fue devuelto a la realidad. Pasó del cielo al frío piso en un segundo.

¿Así se había sentido Desmond un año atrás? ¿Una caricia y una bofetada?

Existía un Cristóbal un segundo antes de pegar sus labios con los de esa chica; uno que añoraba besarla, hacerla sentir segura, en casa... uno de buen corazón. Y existía otro un segundo después, uno muy arrepentido por haber aprovechado su vulnerabilidad, por haber cruzado esa delgada línea.

Se sentía estúpido y muy... decepcionado. Tanto tiempo había deseado el cielo, pero ¿Qué razón había en desear lo de alguien más?

No podía sacarse de la mente su rostro, al irse lo había visto preocupada, pero más importante... se había quedado estática ante él, sintiendo nada ¿Cómo la vería a los ojos... después de eso?

Desmond lo llamó un par de horas después para que lo ayudase a elegir un atuendo. Acudió por el simple hecho de aliviar el daño.

Solo ver como elegía un traje lo puso pensativo, Des estaba en paz... a pesar de todos los problemas que tenía encima, se encontraba en calma, creía a ciencia cierta poder recuperar a Hanna. Pero... dentro de toda esa calma algo no cuadraba, su rostro ocultaba un reflejo turbio, el mismo que lo hacía recorrer el armario una y otra vez sin poder decidirse. Estaba atolondrado.

—¿Te gusta esta? ¿Me queda bien no?

Cristóbal no contestó, lo observó unos minutos y se puso de pie para auxiliarlo, le ofreció una mirada desaprobatoria, Des se dio la vuelta indeciso recorriendo el pasillo de nuevo.

El silencio se estableció por un largo rato, prometía quedarse por más tiempo.

—Qué paz... hoy estás más callado de lo normal —dijo Haden pensativo— ¿Qué piensas de esto?

Cris desvió la mirada del techo prestando atención, Desmond vestía un traje color negro y un pañuelo blanco. Asintió sin mirar a detalle el atuendo, aún estaba lidiando consigo mismo.

El sonido de tu alma (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora