Ese día no hacía mal tiempo, todo lo contrario; el calor del sol le pareció a Hanna de lo más agradable; la luz le pegaba en la frente con deslumbre, sus ojos se veían más vivos que nunca, había elegido un atuendo primaveral y en sus manos había un brazalete muy atinado.
No había sudor en ninguna parte de su cuerpo ni incomoda sed en su garganta, sus mejillas tenían un color carmesí bello y sus labios humectantes daban gozo.
De su rollo mental no podía decir lo mismo.
Tenía un lío tremendo armado en la cabeza que daba pena, y es que no podía dejar de leer la carta de Desmond esperando, que, una vez leída de nuevo, encontrase una cosita más que haya pasado por alto, pero como no era de aquellos con comprensión nata terminaba leyendo una y otra vez sin parar las mismas líneas obteniendo la misma percepción que la primera vez.
Su problema radicaba en ciertas partes del papel, todas relacionadas con la misma pregunta, derivadas de un solo origen.
¿Por qué habiéndose enterado de todo aquello...aún no se sentía tranquila?
Un gran dilema.
Entendía que sus padres se lo hubiesen pedido ocultar, pero ¿Cómo podía confiar en un hombre que cedía ante cualquier orden sin valorarla como buena o mala?
¿Cómo podía ella, número uno, estar segura de que sus acciones se habían movido en condición de sus progenitores, y número dos, que tanto podía gustarle aquello? Es decir, ¡Sus padres lo habían convencido de que era lo mejor! ¡Que era mejor ocultárselo! ¿Le había parecido congruente?
Que terrible noticia era esa...
Estaba decepcionada de sus padres ¿Cómo debía sentirse sabiéndolos capaces de omitirle información tan relevante? ¿Cuántas veces habían hecho lo mismo? ¿Qué otras cosas preferían no mencionarle? ¡Porque siempre se esmeraban en hacerla pasar por tonta, por débil, por frágil!
Se sabía melodramática pero no creía poseer tanta insensatez como para no entender la situación. ¿Por qué habían armado plan tan elaborado y como es que Desmond había aceptado ser participe?
Hanna estaba contrariada, el sol no le ayudo en nada a su cabeza, no hacía más que divagar y divagar una y otra vez en las mismas líneas, obteniendo siempre el mismo resultado. Hicieron falta dos copas de vino y un descanso de diez minutos para que armase su primera conclusión del tema.
Se odiaba a sí misma por juzgarlo terriblemente interesado. Detestaba la forma en que había permitido a Verónica jugar con la información y en la poca firmeza con la que había actuado sin confirmarlo antes. Pero habiendo leído hasta el punto de memorizar las letras en esa hoja, no había coma ni acento que dejara menos culpable a su exnovio como ella lo había creído.
No. Todo en esa carta le dejaba más claro. A su percepción y de acuerdo a las últimas palabras escritas en ella:
De lo que no me arrepiento es de haberme involucrado más de lo que debía. Eso lo repetiría sin importar cuantas veces pudiera cambiarlo
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El sonido de tu alma (EN EDICIÓN)
RomanceTras la reciente ruptura, Haden Desmond Huggle y Hanna Crawford experimentan el amargo sabor de la separación. Hanna es una mujer veinteañera que ha lidiado con insuficiencia cardiaca desde los 15 años; un marcapasos aguarda en su pecho controlando...