Capítulo 10: Delito 🔞

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En cuanto le confirmaron que Hanna había aceptado su invitación, la señora Huggle se tomó la molestia de cocinar como nunca y lavar cada imperfección del piso

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En cuanto le confirmaron que Hanna había aceptado su invitación, la señora Huggle se tomó la molestia de cocinar como nunca y lavar cada imperfección del piso. Personalmente puso el vino en cada copa y acomodo las servilletas y cubiertos ¡Cosa que siempre dejaba en manos del servicio!

Está era su oportunidad de darle solución a todo. Debía ser perfecto.

Hanna llegó puntual a la hora de la comida.

La casa era mucho más linda de lo que parecía por fuera; de lejos lucía fría y deshabitada, los ladrillos viejos y las estatuillas de la entrada podían pasar de un siglo.

Pero por dentro... era todo tan fresco como la señora Susy.

Una vez que entro lo primero que vio fueron los cuadros que colgaban en las paredes, el arte en ellos era tan peculiar... tan natural, nada similar a lo que había visto antes. La luz cálida entraba por el gran ventanal de la puerta y los enmarcaba como un reflector haciéndolos ver majestuosos.

—Señor Huggle, gracias por recibirme tan agradablemente —haciendo uso de su razón saludo lo más cordialmente posible. Después de todo sabía a qué se atenía al acudir esa tarde. Él solo le dedicó una mala cara.

A pesar de querer evitarlo, la llamada había sido un buen incentivo para asistir. Adorar a Desmond en secreto y platicar lo con la almohada no estaba resultando del todo. Cuando él fruncía el ceño cada que la veía le resultaba encantador; cuando mordía sus labios arrebatadores le robaba el aliento. Cuando sonreía, cuando imaginaba cómo se vería ese hermoso rostro enfilando sus dientes, que agonía.

Esperaba poder verlo esa tarde.

—Señorita Crawford, nos volvemos a encontrar —asintió borde— Si me disculpa, voy de salida —como si representara un obstáculo imposible de evitar, pasó rozando sus hombros.

Ella se hizo a un lado para dejarlo pasar apresurado hacia su coche. Jamás entendería sus acciones. El maletín café, los papeles en la mano, el bolígrafo salido de su pantalón, los tickets en su bolsillo izquierdo le dieron una mala impresión. O era un hombre muy desorganizado, o uno muy desobligado.

—No le pongas atención, algo pasó en la empresa y se refleja en su cara —Cristóbal la recibió con una sonrisa reluciente. Era agradable ser comprendida por la familia, aminoraba las molestias que generaba el señor.

—Pensé que el ceño fruncido era el mismo de siempre —dijo haciéndose la simpática.

—Lo es, pero la nariz se le unió esta mañana —Imitando a su padre arrugó su nariz para después hacerla pasar tomándole de la mano y llevándola a la cocina.

La vestimenta de él era fresca y juvenil, tan amarilla que podría remplazar al sol si quisiese. ¿No era que estaba de pasante?

—Ya veo —ambos rieron—¿Cómo has estado Cris? ¿todo bien? —dijo recordando cómo habían colgado.

El sonido de tu alma (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora