Cuando crees que el momento de tirarse por la borda ha llegado, y reconoces el sabor de la sangre entre tus dientes; cuando el pulso acelerado te recorre el cuerpo centímetro a centímetro acumulándose desesperadamente en la garganta y las ganas de salir corriendo obligan a tus piernas a temblar sin ritmo.
Cuando sientes que solo hace falta un paso para dar marcha atrás...
El mundo se detiene.
Y sientes... que todo podría ser mejor así. Con el silencio alzando la voz en tu cabeza; como un fiel acompañante.
¿Qué había de malo en vivir como un cobarde? Muchos lo hacían. Podía dar la vuelta, ignorar el deterioro de su corazón y esperar en su apartamento que todo fuera un sueño; o mejor aún: esperar que se solucionase solo.
¿Era posible? ¿Vivir siempre en el silencio de su voz?
Hanna se lamentaba internamente, apenas sintiendo el caminar de sus pies. Su madre la arrastraba por los blancos pasillos del hospital como cuando tenía quince años, con la gran diferencia de que ahora, detrás de ellas no solo estaba su padre.
Desmond caminaba contrariado tres pasos atrás. No había querido mirarla con temor de espantarla, pues él estaba tan preocupado del tema como ella. Era difícil verla tan atemorizada.
—Hanna— llamó su madre con serenidad, sostenía de su mano con firmeza, más había dejado de escucharla desde que cruzaron la puerta del hospital.
Sus manos se anudaban, encontrando valor. Margaret podía sentir el tambaleo de los dedos de su hija.
—¿Y si volvemos otro día? — cuestionó consciente de lo infantil que se había escuchado.
— No haremos eso, ya estamos aquí— regañó dándole ánimos con una de sus palmas en su espalda. Obligándola a ponerle frente y apresurar el paso.
Faltaban algunas puertas para llegar ante el estimado doctor Coleman, tres para ser exactos. Hanna contó los peldaños en el piso, las grietas que de pequeña saltaba. Contó sus propias pisadas con la intención de hacerlas eternas.
Una... dos...tres...
Suspiro tanto como el tiempo se lo permitió, hasta que escucho la voz de su padre hablándole a su madre a mitad de camino, haciendo que todos se detuviesen.
—Quiero hablar con Cole antes— informó, Margaret asintió y se giró a verlo de inmediato— Dejemos que se espabile un poco— sugirió.
Hanna no presto atención, movía sus uñas provocando un tin tan en el costado de su pantalón
Su madre la observó, estaba ida. Creyéndolo prudente rogo a Desmond con la mirada que la alentase un poco. Solo cuando tuvo un asentimiento de su parte se adelantó con su esposo.
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El sonido de tu alma (EN EDICIÓN)
RomanceTras la reciente ruptura, Haden Desmond Huggle y Hanna Crawford experimentan el amargo sabor de la separación. Hanna es una mujer veinteañera que ha lidiado con insuficiencia cardiaca desde los 15 años; un marcapasos aguarda en su pecho controlando...