Capítulo 7: Yo quiero verte todos los días.

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Su situación sentimental parecía pertenecer a todos.

Saliendo de esa oficina y con el corazón encogido, se dirigió a pie hacia el departamento de Drake. Henry no se encontraba en condiciones de llevarla y persuadirlo sería una tarea difícil.

Recorrió las calles como hace tiempo no hacía, sin compañía que sostuviera su mano, sin una voz y risa gruesa que le dijera que enderezara sus pasos y caminara despacio, sin un "el auto Hanna" cada vez que cruzaba la calle como si fuese una niña despreocupada.

Por un lado, la carretera era transitada por los autos, el sonido de las ruedas en el asfalto ocupó parte de su ruido mental. Por el otro, pasaba los edificios y parques, a veces cruzando miradas con los transeúntes apresurados.

Extrañó los "Cuidado" y los "Me haces caminar cuando tengo un lujoso auto en el garaje, ya debería devolverlo". El odiaba caminar, se lo decía tantas veces como podía, sin embargo, se mantuvo a su lado en cada paseo con una paciencia irreconocible, callado y cercano.

"Las caminatas son para sentir tu silencio" solía responderle cuando ella le atacaba con preguntas extrañas, ahora concordaba con él, era placentero caminar con el ruido de las calles y perderse en sus pensamientos.

"Amargado..." respondía ella con cariño recalcando su actitud, lo que muchas veces lo hacía sonreír. Una pareja tan extraña y deleitante.

Llegó al departamento de Drake con una sonrisa nostálgica y un saludo desganado.

—A juzgar por tu sonrisa diría que has pensado en él de camino aquí, ¿o me equivoco? —le permitió la entrada— Hay chocolate caliente en la estufa —ofreció.

Hanna tomó una taza y sirviéndose se sentó en la barra de desayunos donde le aguardaban unas galletas.

—Mi madre se emocionó cuando le conté de tu visita y me ha pedido que te las dé —la acompañó con un café.

—Le agradeceré mañana mismo en persona —dijo enternecida y agradecida con la delicia que estaba probando. Tenía que pedirle la receta.

—¿Qué es lo que querías contarme? —inició el tema que interesaba.

—No era lo que deseaba decirte, pero... Desmond se ha enterado de "nuestro regreso", nos han tomado una foto en el cine —Se quejó bebiendo de su taza—... y no ha reaccionado del todo bien, me ha obligado a verlo esta mañana. Hagas lo que hagas, no te cruces con él.

—¿Te ha dicho algo? —La mirada de Hanna se dirigió a la ventana reviviendo en su mente lo que había vivido momentos atrás— ¿Ha dicho que me golpeara de llegar a toparse conmigo?

—No. Dijo que me extrañaba —su voz se quebró, pero logró recomponerse—¿Cómo se atreve a decirlo? —comentó incrédula con un parpadeo de ojos y una mueca en sus labios.

El sonido de tu alma (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora