Epílogo

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Unos años después...



Haden Desmond Huggle

13 de noviembre del 2012

Para: quien sea que este leyendo esta carta.

Quizá me arrepienta de escribirte, pero dado que el insomnio me pone melancólico no he encontrado otra forma de vaciarlo en otra parte; esta hoja es lo más práctico para hacerlo y también lo único que siempre tengo a la mano... no es que siempre vaya a redactarte, quizás esta sea la primera y la última vez; pero por si no lo es, te aviso que quizá encuentres notas del trabajo en los bordes. Lo siento.

¿Por qué te escribí?

Tengo insomnio, y no sé a quién más contárselo. Así que te lo cuento a ti.

No es del bueno, es del que te ataca con preguntas y espera a que estés por dormir para llenarte de más. En general es fácil de solucionar, pero para mí no lo es. Es complicado en verdad, las pastillas no me hacen nada.... Y ...todo es por tu culpa.

Es común que no pueda dormir...pero cuándo pienso en ti, duermo menos.

Cada vez que recuesto la cabeza en la almohada, sin importar cuánto tiempo lo intente no puedo parar de pensarte; y es tan agotador imaginar tu rostro consciente de que quizá no exista nada detrás que termino enredado entre las sabanas tratando de borrar la idea de mi mente, pero ahí te quedas, esperando a que deje de jugar a ser un crío para volver a pensarte.

Ni siquiera sé si lo que escribo tenga sentido, si hubiera una forma más sencilla de explicártelo lo haría... pero en este momento mi única opción es creer que estaré a tu lado para explicarte de que se trata todo esto.

Joder, es tan patético releer esto que tal vez nunca te lo entregue.

Todos tenemos miedos. No soy la excepción. El mundo sabe cuándo joderme con ellos y lo hace seguido. Tu eres uno de ellos.

Si, paso las noches en vela temiéndole a alguien que aún no conozco y probablemente, si el destino me odia tanto, jamás conoceré. Le temo a no encontrarte, a no saber reconocerte, a no cuidar los pasos que doy a tu lado, al no saber amarte y al aventarme sin paracaídas para protegerte. Le temo a todo lo que significas y a lo que sueño que seas para mí.

La mayoría de las veces, cuándo no puedo dormir, cuento las estrellas esperando que se me pase tu recuerdo, pero nunca logro llegar al diez.

No soy bueno en el amor, diría que soy el peor de todos, un par de personas pueden confirmártelo... Ese es otro de mis temores.

¿Y si no te amo como te gustaría y terminas escapando de mi lado?

Soy lo suficientemente maduro ...apuesto a que te abriré la puerta... Me gustaría ser más obstinado como para evitarlo. Si tuve que hacerlo quiere decir que he dado un salto enorme...

Te confieso, no sé qué será de mis los próximos años... ni si la curiosidad que me provocas permanecerá hasta encontrarte, pero como sea que suceda... si tengo la fortuna de toparme contigo, aunque sea unos segundos... probablemente no me olvide de tus ojos nunca. Tengo la esperanza de que el destino me permita verte solo una vez... aunque solo un recuerdo me quede de ello. No pido más.

No sé si estas letras tienen destinatario, quizá no, pero prefiero pensar que nos son en vano y sirven, aunque sea para calmar mi insomnio. Si escribo otra carta para ti quiere decir que no he abarcado suficientes preguntas en esta.

No sé qué es el amor, ni si tengo lo suficiente para amarte, pero espero que me ayudes a aprender de él tanto como sea posible.

Sí es que algún día alguien lee esta hoja, quizá sea porque encontré la respuesta a lo que siempre me pregunto por las noches...

El sonido de tu alma (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora